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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáA partir del 1 de marzo, el nuevo gobierno nacional adoptó otra simbología como marca o sello de identidad visual o gráfica, cambiando el logo de la administración anterior. Este último tenía el negativo del escudo nacional, o sea visto de atrás, con el sol que lo coronaba sin cara, los colores de los cuarteles cambiados (blanco por azul y viceversa) y las ramas de olivo y laurel en diferentes lugares.
El diseño anterior parecía perseguir una imagen gráfica algo minimalista en solo tres colores: blanco, azul y amarrillo, que al observarlo generaba cierta confusión con el símbolo nacional de nuestro escudo con todos sus atributos. Sin embargo, era un logo.
El actual gobierno, en nuestra opinión, apelando a la sobriedad, simplicidad y tratando de evitar ambigüedades, adoptó como sello e imagen gráfica para Presidencia el escudo nacional con todos sus piezas heráldicas y colores correspondientes. No obstante, fue representado en la sede de Presidencia, o sea en la Torre Ejecutiva, con las ramas de laurel y olivo exactamente cambiadas de lado y el sol naciente de la República incompleto.
Por otra parte, en las ceremonias de asunción de cada uno de los ministros se usó como imagen gráfica el escudo con tres colores como el del último gobierno, pero ahora con el sol figurado y las ramas de olivo y laurel también colocadas del lado equivocado y los cuarteles pintados al revés. Es un logo, pero, como el del anterior gobierno, llama a confusión.
Recordemos que en 1906 el presidente José Batlle y Ordóñez promulgó una ley modificativa del Escudo Nacional de 1829, mientras que el presidente D. Claudio Williman en 1908 reglamentó la misma por decreto, de acuerdo con el proyecto de “patrón oficial” propuesto por el heraldista Sr. Miguel Coppetti, adjuntándose las litografías correspondientes. Por este modelo de hace 107 años nos deberíamos regir, encuadrando el uso del mismo de acuerdo con lo expresado en el capítulo III del Decreto del 18 de febrero de 1952, promulgado por el presidente D. Martínez Trueba.
Estos detalles sugieren, cuando se opta por un símbolo nacional para identidad gráfica o visual, cuidar que se ajuste al “patrón oficial”, pues desde niños nos enseñan en la escuela de acuerdo con ello las formas y colores del escudo, como así también de otros emblemas patrios.
La imagen del escudo nacional está cargada de figuras o piezas de contenido histórico que representan diferentes valores, algunos incluso intangibles pero dignos de exaltar, pues su pureza causa emociones de profundo contenido interior y cuyos significados señalan valores y virtudes permanentes a preservar.
En suma, los símbolos nacionales trascienden los gobiernos de turno e identifican hoy tanto a todos los uruguayos, como ayer a quienes nos legaron la República Oriental del Uruguay, y en el futuro a las generaciones que nos sucederán. ¡Cuidémoslos!
A. C.