Sr. director:
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHe leído con mucho interés el artículo de vuestro crítico de teatro, Sr. Javier Alfonso, sobre la puesta en escena, por Mateo Altez Rius, de En familia de Florencio Sánchez, en la sala Ensayo Abierto.
Tanto el director como el crítico destacan justamente el carácter dramático y actual de la obra de Sánchez y señalan que a su vuelta al hogar Damián trata de enderezar su desvencijada familia y, como expresa el Sr. Alfonso, “tomar el timón, hacerse cargo de las deudas, y también asumir el liderazgo de la familia para intentar enderezar el barco”.
La psiquiatra Dra.Victoria Szuchmacher, que, en compañía de su hermano el actor y director Rubén Szuchmacher, vio en 1988 En familia, dirección de Dumas Lerena, en el acto le diagnosticó a Damián neurosis de omnipotencia.
En efecto, Damián cree ser capaz de erigirse en jefe de una familia derrotada económica y moralmente.Todos son ociosos, el padre es jugador, la madre ha robado a una sirvienta. Autoritario, Damián creará un mundo sin fisuras pero de fantasía; reformará a su padre, cuyo cinismo está a la vista. Sus hermanos, ociosos, ignoran o resisten sus decretos, él se siente todopoderoso, un redentor de barrio y redobla sus órdenes. Conocemos el final: el padre traiciona al hijo apropiándose del dinero producto de una letra de cambio cuyo cobro un comerciante, Thompson, ha confiado a Damián, y que Damián, suprema imprudencia, ha confiado a su padre, cobro por el que Damián ha de responder.
La voz de Sánchez en En familia es Delfina, la esposa de Damián, que al comienzo del segundo acto le hace ver lo que puede esperar de su familia: “Quizás no pase mucho tiempo sin que tengamos que arrepentirnos de esta quijotada...”. Y nos cuenta que Damián ha perdido dinero por “haberse encaprichado en hacer ese negocio de las Malvinas” (acto I, escena VIII). Damián, impertérrito, cree que puede lo imposible. Su voluntad regenerará a toda su familia, padre, madre y tres hermanos.
En sus palabras, última escena del último acto, Delfina, la esposa de Damián, es Sánchez: “Sí, llora... ¡Llora, llora mucho, mi pobre Quijote!”. Don Quijote padece la locura redentora, libera princesas, combate gigantes, endereza entuertos. Cervantes, siglos antes del psicoanálisis, supo retratar en Don Quijote la neurosis de omnipotencia. Nos negamos a admitir que Don Quijote, o Damián, estén locos, porque consideramos a la enfermedad mental como una mancha moral y porque tanto Don Quijote como Damián nos son simpáticos por valientes.
Dr. Jorge Arias