El terroir del aire oceánico y suelos serranos, la aceituna uruguaya y los pájaros pintados de Aníbal Sampayo
El recorrido comienza en las laderas del cerro Pan de Azúcar con dos propuestas bien interesantes, una más familiar y la otra un poco más sofisticada. Sobre la Ruta 39 aparece la entrada a la ya conocida reserva de fauna Tabaré González Sierra; una estación de conservación, reproducción y cría de fauna autóctona que se instaló en los vestigios de la vieja cantera de granito del cerro —la principal roca que constituye esta formación geológica—, ahora remodelada y declarada Patrimonio de la Nación, Monumento Nacional y de Interés Turístico.
La estación, que refugia alrededor de 400 animales (entre guazubirás, ñacurutús, ñandúes, biguás y otros, también con nombres guaraníes), es sede de proyectos de investigación de la Facultad de Veterinaria. Tiene un parque infantil con juegos ecológicos, canchas deportivas y áreas con bancos y mesas para el descanso, ideal para visitar con niños. Hay recorridos guiados, interpretativos, y dos laberintos. Puede visitarse todos los días de 8 a 18 horas, con entrada gratuita.
La otra opción a los pies del cerro viene de la mano de la floreciente industria de la olivicultura. La producción de aceite de oliva en esta región está adoptando una fuerte impronta turística, apostando a atraer visitantes a descubrir de primera mano el proceso productivo de la aceituna, sin químicos. La cosecha es manual —se peinan las ramas y se sacude el árbol hasta que los frutos caigan en una especie de paraguas invertido—, pero las fábricas son muy modernas.
Se habla de oleoturismo; los mismos productores reciben a los visitantes en sus emprendimientos, les hacen el recorrido y preparan degustaciones artesanales para ellos. Al igual que en Colonia con los vendedores de quesos, en Pan de Azúcar ahora uno puede detenerse para comprar productos tradicionalmente elaborados por estos establecimientos, que pueden visitarse todo el año, aunque es mejor hacerlo en los meses de setiembre y octubre cuando los olivos están florecidos, así como en abril y mayo, cuando se recolecta la aceituna.
Uno de los emprendimientos dedicados a esto es la chacra La Anyta, sobre el kilómetro 110 del camino Charles Darwin. Comenzó su producción en 2013 y hoy tiene 12.000 árboles. Como casi todos los demás productores, trabajan con tres variedades de aceituna: coratina (italiana), arbequina (española) y picual (la más común, que representa más del 20% de la producción mundial). Producen 5.000 kilos de aceitunas al año, un total de 60.000 litros de aceite.
Reconocidos como marca país, cuentan con almazara propia y trabajan además con viña y limoneros para la elaboración de limoncello artesanal. Si bien hace tiempo que organizan visitas escolares, están en busca de expandirse y comenzar a ofrecer alojamiento en sus propias cabañas.
En La Anyta se elabora además una línea artesanal de cosmética a base de aceite de oliva: jabones, alcohol en gel, geles de ducha, cremas para cuerpo y manos, esencias para hornillos y velas.
Otro proyecto similar, ubicado sobre la falda de la sierra de las Ánimas, es la chacra Olivos de las Ánimas, en el kilómetro 110 del camino de la Cantera, que lleva hacia la conocida zona de Nueva Carrara. Al visitante lo recibe su dueño, Martín Robaina, con una visita guiada, catas de aceite extra virgen, almuerzos campestres y hasta experiencias de cosecha, sin mencionar el avistamiento de aves que se da por sí solo; entre los olivos se pasean tranquilamente los ñandúes.
La entrada es un camino de tierra rodeado de jóvenes olivos. Son los 400 árboles nativos (lograron el nacimiento y cosecha 100% local) que le valieron convertirse en el primer olivar certificado como orgánico y sustentable del Uruguay. Con el resto no orgánico alcanzan un total de 10.000 árboles en plantaciones de seis metros por cuatro, algunos del alto de un eucalipto, con más de 80 años.
Otra novedad de este establecimiento es que aprovechan el total de la producción para volver el proceso sostenible, en una industria en la que solo el 10% de la aceituna es jugo y el resto es considerado residuo. La pasta de aceituna deshidratada termina siendo utilizada en compost y el carozo lo transforman en virutas de pellet para estufas.
El sabor del aceite de oliva orgánico no se caracteriza por la espesura ni por el hedor, sino por una intensa amargura y una quemazón muy particular en la boca, como si se tratara de alcohol.
La Anyta; reservas al 097 958 550. Olivos de las Ánimas, 095 095 214 / 094 444 035
La visita a olivares y viñedos prepara el estómago para lo que viene después. El olivoturismo y enoturismo son el abrebocas del gastroturismo, que en Maldonado tiene grandes representantes. Siguiendo el recorrido hacia Punta Ballena, la visita a Altos de la Ballena para hacer mediodía es muy recomendable. Un fuego encendido al ras del suelo en el que se está cocinando un cordero entero da la bienvenida. Es la primera bodega local; inició sus plantaciones en 2001 y hoy tiene 38.000 árboles de las variedades merlot, cabernet, syrah y godello, con una pequeña apuesta a la alta gastronomía nacional. Se preparan y sirven platos como conejo al escabeche y tapas.
Pero el lugar no solo invita a disfrutar de sus vinos, sino también de todo su entorno. La experiencia completa, que comienza con una recorrida por el viñedo y termina idealmente en un almuerzo acorde, forma parte del circuito Los Caminos del Vino, de la Asociación de Turismo Enológico.
Por reservas: [email protected] o a través del 094 410 328
Punta Ballena es el epicentro del avistamiento de cetáceos en Uruguay, y hay una forma de aprovechar al máximo la temporada de ballenas. Del aeropuerto El Jaguel salen vuelos panorámicos (para tres personas) hacia la zona de Manantiales, que luego vuelve recorriendo la línea costera de la playa Brava, observando hacia el lado del mar la isla de Lobos y hacia tierra la zona residencial de casas de familia. Por 150 dólares se sobrevuela el puerto (dependiendo de la hora del día, las luces son un espectáculo en sí mismo) y se gira en dirección a la línea costera de la Mansa, donde, a la altura de la laguna del Diario, el piloto puede descender un poco en busca de ballenas. La vista de Casapueblo, y en la bahía de Portezuelo se inicia el retorno.
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Vista aérea de Punta del Este
No se puede abandonar Maldonado sin mencionar una actividad que se estima produce solo en Estados Unidos 32.000 millones de dólares al año: el birdwatching. El público interesado suele caracterizarse por un alto nivel cultural y económico, y gasta importantes sumas de dinero en viajes hacia nuevos destinos ornitológicos.
Para fortuna suya, en Uruguay, con casi 500 especies de aves (que representa un 5% de la diversidad global), no hay que irse demasiado lejos. De la mano de Adrián Azpiroz y Álvaro Pérez Tort, Wild Punta del Este se dedica a organizar tours de observación de aves para todos los niveles, en español e inglés. Dan binoculares y guías de identificación. Además, se dedican a diseñar y planificar proyectos de birding en todas partes y realizan consultorías sobre impacto ambiental.
El parque El Placer, ubicado en La Barra, es un punto muy interesante para esta actividad por sus humedales. Incluso en los días con más niebla y frío, el recorrido garantiza la presencia de alguna especie típica del bañado, como la siempre presente garza y las gaviotas cangrejeras.
La última parada para despedir el departamento no puede ser otra que ir por una copa. Igual de recomendable que Altos de la Ballena pero en sierra de Carapé, en El Edén, está Cofradía de las Sierras. Con cinco hectáreas y una gran plantación donde conviven variedades como tannat, pinot noir y merlot, es una bodega con cocina y living compartido al público, que brinda alojamientos en bioconstrucción y actividades de degustación de sus vinos naturales, sin filtrar.
ROCHA: Pueblos entrañables, estrellas y naturaleza desconocida
Una vez en el departamento de Rocha, conocido por sus balnearios, palmares y el Chuy, hay que saber que también guarda pintorescas localidades en las que vale la pena perderse una tarde, como Lascano, la capital del arroz, donde se llevan a cabo la Fiesta de Doma y Folclore y el Festival del Asado con Cuero. También Cebollatí y Castillos, buenas opciones para descansar entre paseos por su tranquilidad y encanto. Pero sin importar cuál sea el sitio de base, cualquier lugar de Rocha va a estar rodeado de la imponente diversidad de sus lagunas y humedales. El departamento tiene siete áreas protegidas para las cuales hay programas de ecoturismo y astroturismo.
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Cielo estrellado en balnearios de Rocha
Mauricio Rodríguez
Es imperdonable no quedarse a pasar una noche, sobre todo, al borde de las lagunas o la costa, lejos de la contaminación lumínica. Este año, el país enmarca al astroturismo dentro del producto Turismo en Espacios Rurales y Naturales, y se valora especialmente por ser una actividad sostenible y de todo el año, e incluso un recurso para revalorizar y resguardar el cielo nocturno. Hay un proyecto de la Intendencia de Rocha para zonificar sus cielos como áreas libres de contaminación lumínica y certificarlas para desarrollar la astrofotografía. Diferentes operadores, acompañados de especialistas del Observatorio Astronómico del CURE (Centro Universitario Regional del Este), organizan salidas para contemplar cielos nocturnos, ideales para la familia. El bus turístico que desde el último verano recorre las lagunas de Rocha muchas veces se combina con estas experiencias de observación/interpretación tanto de astros como de fauna.
Tanta biodiversidad se presta para que la gastronomía se vuelva un atractivo en sí mismo. Rocha es tierra de producción de carne Angus, pero lo que más provee a la cocina local son los mariscos de la pesca artesanal en las lagunas saladas; peces, almejas, mejillones, camarones y cangrejos sirí. Al menú local se incorporan los hongos silvestres y frutos nativos, como butiá, pitanga y arazá, productos de los montes ribereños.
Para explotar esta arista, productores y restaurantes del departamento se unieron en Sabores de Rocha, un programa que fortalece la ruta gastronómica de este territorio y contempla lugares como Cardamomo, en Punta del Diablo; La Onda en La Paloma; los paradores Laguna Garzón y La Balsa en laguna Garzón; o La Proa en Valizas, paradas obligadas para un almuerzo.
Con su entorno natural, Rocha parece tener un paseo nuevo que ofrecer cada temporada, y después de varios años en los que los balnearios y lagunas fueron las protagonistas, se retomaron los paseos por los ríos y sus islas desconocidas. El Cebollatí (río que se conecta como un corredor hacia el bioma subtropical de la mata atlántica brasileña) esconde la inundable isla del Padre, con 18 kilómetros de costa y 800 hectáreas de hábitats de conservación de fauna autóctona, que todavía guarda especies sin clasificar. Desde 2021 es declarada reserva natural. Está en el límite entre los departamentos de Rocha y Treinta y Tres, del lado de Rocha, a seis kilómetros de la desembocadura del río en la laguna Merín. Se puede acceder desde La Charqueada, recorriendo 14 kilómetros en lancha.
TREINTA Y TRES: La continuidad de lo inhóspito, Uruguay rural y un hito histórico
El paisaje protegido Quebrada de los Cuervos y Sierras del Yerbal, con sus casi 20.000 hectáreas, fue la primera Área Natural Protegida del país y actual vedette del departamento de Treinta y Tres. Formaciones rocosas en medio del monte, caídas de agua, microclima tropical, baja incidencia del viento y altos niveles de humedad constituyen un bioma donde habita el 70% de las especies vegetales autóctonas. La quebrada que le da el nombre a este parque es un paso de agua estrecho que desde el arroyo Yerbal Chico atraviesa la sierra del Yerbal, formando una garganta profunda que puede llegar a superar los 100 metros de profundidad.
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Se ingresa por un camino sobre Ruta 8 a la altura del paraje El Convoy, de 8 a 18 horas. Allí hay establecimientos dedicados al turismo rural, en los que se puede bien descansar u optar por realizar algunas tareas tradicionales del campo. La Estancia Pinos de la Quebrada, por ejemplo, es una posada de campo ubicada a 10 kilómetros de esta área protegida que ofrece alojamiento, desayuno, opciones de almuerzo y cena con comida casera tradicional.
También se encuentran El Proyecto, un establecimiento familiar que se dedica a la ganadería y además brinda hospedaje a visitantes, y El Rincón de los Matreros. Este último fue construido sobre restos de piedra que datan del 1900. Se trata de un coto de caza en el que puede hospedarse cualquier persona. Cuenta con seis suites al estilo colonial de piedra, ladrillos y madera, un salón común con chimenea, comedor, parrilla interior y bodega. Las comidas son elaboradas a partir de carnes de caza para que la experiencia sea completa.
Pero no todo es indómito en Treinta y Tres. El departamento hace una importante apuesta al turismo cultural y patrimonial, por ejemplo, en Cerro Chato. En esta capital del raid hípico en Uruguay sucedió el hecho más inclusivo del país del 1900 al registrarse la primera mujer en votar de América Latina, Rita Rivera, con 90 años. La vivienda donde sucedió esto fue reciclada para funcionar como centro de visitantes, con un espacio interpretativo del hecho histórico, una cafetería y un espacio de venta de productos locales, con entrada libre.
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En este establecimiento de Cerro Chato votó por primera vez la mujer en Latinoamérica
Además, Cerro Chato es muy interesante, al encontrarse ubicado en el límite de tres departamentos: Durazno, Florida y Treinta y Tres. El paisaje forma cascadas y saltos de agua con piscinas naturales de acceso libre a apenas tres kilómetros de la localidad.
LAVALLEJA Y (otra vez) MALDONADO: Minas, sierras y Aiguá
Donde el relieve moldea el paisaje y la tradición arde
Una vez en Minas, después de probar algún infaltable alfajor, la conexión con el ecoturismo se da de inmediato con la presencia de las sierras. Las cabañas aisladas con balcón, fuego y piscina son las estrellas del destino, aunque dependiendo de en qué época del año se visiten, las ciudades brillan más o menos por sí mismas. Por ejemplo, durante el conocido Festival Minas y Abril o la tradicional Fiesta del Jabalí en Aiguá, en mayo, en la que participan cazadores provenientes del extranjero que forman otro nicho en el mundo del turismo.
Esta zona del país tiene una cultura muy arraigada. Así es como Aiguá, en el límite entre Lavalleja y Maldonado, se embarcó en el proceso de recuperar todas las fachadas de sus casas, hasta la del supermercado, que son patrimoniales, convirtiendo a la ciudad de lema “la belleza de lo simple” en un museo a cielo abierto. Desde la Jefatura de Policía hasta el club deportivo son piezas históricas.
Entre algunas opciones de alojamiento, hay un establecimiento turístico que consiste en dos ómnibus de la década del 60 restaurados y acondicionados con cocina, baño y camas.
Otro sitio ideal para un último descanso en Lavalleja antes de dar la vuelta es el ecolodge Valle del Hilo de la Vida, sobre Ruta 12, en el kilómetro 346, que rescata un sitio arqueológico de estructuras de piedra para volverlo alojamiento.
Además, a los pies del cerro Arequita el gobierno departamental y el Ministerio de Turismo están trabajando en el primer camping especializado para motorhomes y casas rodantes.
Dependiendo del tipo de viaje que se desee, se podrán tomar los días necesarios para hacer este recorrido de una vez o en distintas oportunidades, para conocer una zona del país que ofrece desde plantaciones autóctonas de vid y olivos, pasando por avistaje y reconocimiento de fauna, hasta llegar a lo más salvaje del monte nativo y la historia del Uruguay contada a través de las construcciones. Durante todo el año, cada uno de estos rincones cuenta algo sobre la riqueza cultural y natural de Uruguay.