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Desde su edición inaugural disputada en abril de 1934, el Masters de Augusta construyó su leyenda a partir de tradiciones, ritos y costumbres, a lo que se agrega, como punto fundamental, la participación cada año de los mejores golfistas del momento. Es un campeonato donde conviven el pasado, reverenciado y revivido a cada instante, el presente, con las grandes figuras de este deporte, y el futuro, que encierra el sueño de esos golfistas por alcanzar la gloria en el más exclusivo de los campeonatos de golf.
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A través de su larga y rica historia de casi nueve décadas, solo interrumpida entre los años 1944 y 1946 por la Segunda Guerra Mundial, el Torneo de Maestros se convirtió en el certamen que todo golfista quiere jugar y ganar. La privacidad, el gran hermetismo y el respeto por las tradiciones han sido los principales pilares de este campeonato, y así se mantiene. Se especula que el Augusta National Golf Club tiene alrededor de 300 socios, cifra nunca confirmada por los directivos, quienes mantienen en la más absoluta reserva los nombres de sus miembros.
La espectacular victoria del norirlandés Rory McIlroy 15 días atrás, luego de un desempate con el inglés Justin Rose, todavía concentra la atención del mundo del golf. La edición fue muy atrapante en los 18 hoyos del Augusta National, y eso es algo que golf estaba precisando después de tres años de enfrentamientos entre el PGA Tour y el circuito saudí LIV Series con denuncias, juicios, demandas y una gran grieta que no permite que los mejores golfistas se enfrenten en la cancha como debería ser normalmente.
Rory McIlroy y el fuego sagrado
En setiembre del año pasado, disconforme con su swing, McIlroy se internó durante tres semanas en un simulador y buscó lograr algunos cambios en su movimiento, con todo lo que esto implica para un golfista de alto rendimiento. Fueron varias horas por día tirando cientos y cientos de pelotas detrás de esa buena sensación que finalmente llegó. Volvió a la competencia para ganar el DP World Championship, torneo con el cual se cierra la temporada en el circuito europeo, y en febrero de este año llegó otro triunfo resonante con el Players Championship. Finalmente, luego de 11 años sin victorias en Majors, logró su imposición en Augusta para cerrar el Grand Slam de Golf.
Con 42 torneos ganados en todo el mundo y la friolera de US$ 120 millones obtenidos solamente en premios, McIlroy mostró el fuego sagrado que caracteriza a algunas figuras en cada uno de los deportes. La motivación es tan grande que los lleva a tomar ese tipo de decisiones, como dejar la competencia e internarse en un simulador por tres semanas, cuando la vida ya está por demás encauzada.
La mayor cantidad de golfistas latinoamericanos
El 89º Masters de Augusta tuvo la participación de seis golfistas latinoamericanos, la mayor cantidad en el historial del certamen. Joaquín Niemann (Chile), Jhonattan Vegas (Venezuela), Ángel Cabrera (Argentina), Nicolás Echavarría (Colombia), Rafael Campos (Puerto Rico) y el ganador del último Latin American Amateur Championship, Justin Hastings (Islas Caimán), estuvieron presentes en el Masters. Niemann en el puesto 29 y Echavarría en el lugar 51 fueron los únicos que lograron pasar el corte clasificatorio.
El periodista especializado Francisco Paco Alemán estuvo en Augusta cubriendo su Masters número 30 para la cadena Golf Channel. “La cancha sufrió enormemente las consecuencias del huracán Elena de setiembre del año pasado, donde cayeron más de 2.000 árboles del trazado. Claro, esto es Augusta, y no se vieron fotos ni relevamientos hasta que se abrió al público en la semana del torneo. Por lo que pudimos averiguar se plantaron 1.000 árboles en lugares estratégicos del recorrido. Los hoyos más afectados fueron el 10, el 11 y el 15”, contó a Búsqueda.
En cuanto a la definición, Alemán calificó el último Masters como uno de los mejores de todos los tiempos, con aciertos y errores increíbles donde parecía que “ninguno quería ganar”. “El mundo del golf suspiró cuando McIlroy embocó ese último putt en el playoff, se merecía el Masters, se merecía el Grand Slam, es un verdadero fenómeno. En 2014, cuando ganó su quinto Major, todos pensábamos que lo lograría fácilmente, pero el golf tiene esas cosas que lo hacen maravilloso”, dijo. Con ese acierto McIlroy enterró una pregunta que a Alemán le deja algo de curiosidad: “Qué hubiera pasado si Rory erraba ese último putt, cómo seguía esta historia”.