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    Fabricantes de vestimenta piden reglamentar ley que solo sirvió como “muerte digna” de grandes empresas

    En el sector —que ocupa a unos 7.500 trabajadores, en su mayoría mujeres jefas de hogar— distinguen que “no se trata de pedir subsidios, sino de generar condiciones adecuadas” para su desarrollo

    Las ofertas de trabajo para costureras a façon con y sin experiencia en confeccionar jeans, buzos, lencería, ropa infantil, deportiva o uniformes empresariales circulan en varios grupos de redes sociales, donde se intercambian teléfonos y se concretan pedidos.

    “Hay que mirar debajo del radar” de los números oficiales, porque hay una industria que se transformó, dijo a Búsqueda Adriana Reigia, vicepresidenta de la Cámara Industrial de la Vestimenta. Explicó que en el sector se pasó de “fábricas con 70 o 100 trabajadores a muchos tallercitos de tres personas, o en domicilios, alguna cooperativa y alguna empresa grande” que están diseminados por todo el país.

    Reigia, cofundadora de Bulk —una firma que diseña y confecciona ropa deportiva desde 2016—, señaló que en los últimos años la gremial viene incorporando a emprendedores que se dedican a comercializar al por mayor para abastecer tiendas en el mercado interno y a un puñado de firmas que diseñan y confeccionan en Uruguay y exportan prototipos y muestras de prendas con telas que estampan en el país. Reconoció que, en ciertos casos, cuando logran el interés de alguna marca internacional, fabrican sus pedidos en el exterior. “Muchas tienen conciencia de industria nacional, son de diseño, chicas. Pero, cuando quieren escalar, generalmente por un tema de competitividad se van a producir afuera”, comentó.

    La rama de la vestimenta es el eslabón final de la cadena textil en Uruguay, que fue desapareciendo con el cierre de fábricas de tejidos e hilados emblemáticas, como Dancotex, Hisud y Agolán. Ahora, las telas son en su mayoría importadas, explicó Reigia, a excepción de las que produce una industria instalada en el Polo Tecnológico del Cerro.

    La empresaria aseguró que la industria de la vestimenta tiene un “potencial de crecimiento y generación de empleo” que puede ser estratégico desde el punto de vista social, pero indicó que se necesita revisar la regulación del sector y promover su formalización, entre otras medidas.

    Recientemente, la cámara entregó a las nuevas autoridades de la Dirección Nacional de Industrias, del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), media docena de propuestas para el “fortalecimiento” y la “formalización” del sector. En el documento resalta que “no se trata de pedir subsidios, sino de generar condiciones adecuadas” para el desarrollo de su actividad.

    Fuentes del MIEM dijeron a Búsqueda que está analizando las medidas propuestas por la gremial. “Muchas de ellas son muy interesantes”, valoraron, en el entendido de que el sector tiene un “impacto productivo y social importante” al que el ministerio le presta “atención”.

    “Cambio de paradigma”

    La Ley 18.846 de “fortalecimiento y desarrollo” de la vestimenta de 2011, que estableció un subsidio de US$ 27,5 millones a distribuir en siete años entre empresas y trabajadores registrados, no cumplió los objetivos que perseguía de mejorar el modelo productivo, fortalecer la competitividad y disminuir el empleo precario. El sector siguió retrayéndose, disminuyó el personal ocupado, mientras las importaciones de prendas se multiplicaron. A pesar de ello, la fabricación de prendas en lo local no se extinguió, sino que se pasó y creció en la informalidad.

    Los subsidios de aquella ley sirvieron para dar “una muerte digna” a las empresas grandes, opinó Reigia. Pero recordó que más allá de esos apoyos quedaron sin reglamentar aspectos claves de la norma, como la trazabilidad de las prendas y el trabajo a domicilio.

    Tras varios años de crisis en la industria, sobrevino la emergencia sanitaria del Covid-19, que llevó al cierre de fronteras y a la reducción del contrabando por la vía de los hechos. Fue entonces cuando muchos talleres retomaron la actividad y algunas fábricas se reactivaron con la demanda insatisfecha de tapabocas, túnicas para la salud, uniformes y demás, explicó Reigia. “Ese motor se prendió y el ámbito sectorial tripartito que había surgido como una propuesta en la negociación colectiva se concretó y surgió un plan para la formación” en el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) con trabajadoras con experiencia y el apoyo de empresas e instituciones públicas. A raíz de ese empuje prosperaron varios emprendimientos pequeños que se nuclearon en la gremial que ahora agrupa a una treintena de firmas de diverso porte.

    En tiempos recientes, la producción de prendas de vestir alternó años de incrementos y descensos del volumen producido y del personal ocupado. En 2024 la actividad se expandió 5% en comparación con el año previo, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística. Ese año, las exportaciones sumaron algo más de US$ 6 millones, mientras las importaciones alcanzaron a US$ 316 millones, de acuerdo con estadísticas del Instituto Uruguay XXI.

    Según un estudio de caracterización del sector elaborado por el Inefop, en 2019 la industria de la confección de prendas ocupaba a 9.097 trabajadores, pero en 2023 el registro de empleo era 18% menor (7.480). El 92% de los ocupados en ese último año eran mujeres jefas de hogar y 70% superaban los 41 años de edad.

    Casi el 70% de los trabajadores dijeron ser cuentapropistas con local y en su mayoría unipersonales. Con relación a la protección social de los trabajadores, del relevamiento surgió que casi cuatro de cada 10 no realizaban aportes y más de un tercio trabajaban 41 horas semanales.

    A juicio de Reigia, hubo un “cambio de paradigma” en la manera de trabajar de las empresas del sector que las vuelve más productivas. Actualmente, explicó, se encargan de la gestión comercial, el diseño, el moldeado, el corte, el sublimado (personalización o estampado de telas), el loteo, toda la logística para enviar a confeccionar la prenda en talleres a façon, desde donde vuelve para chequear la terminación de las prendas, plancharlas y enviarlas al cliente. Además, dijo, la costurera “ahora tiene que hacer la prenda completa; antes había más especialización, estaba la que cosía bolsillos, delanteras, etcétera. Quizás entre los que hacen façon se reparten con ese criterio, pero hoy el sector es más productivo” que en el pasado.

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    Captura de uno de los grupos de Facebook donde se demanda trabajo de talleristas a façon

    Captura de uno de los grupos de Facebook donde se demanda trabajo de talleristas a façon

    Sobre el nivel de actividad, la directiva de la cámara señaló que los talleres más grandes están con “mucho trabajo” y que la venta al público varía, porque está afectada por la “competencia desleal” que implica el régimen de compras web con franquicias aduaneras y, especialmente, el fenómeno causado por la plataforma china Temu, que viene preocupando a los socios de la Cámara de Comercio y Servicios. Esta semana, esa gremial convocó a los afiliados a una reunión para analizar el impacto de las encomiendas postales internacionales y buscar soluciones.

    La revisión del sistema de franquicias, así como el control más eficaz de la mercadería que ingresa desde Brasil y Argentina por canales informales, están entre las medidas que la Cámara de la Vestimenta reclama para mejorar las condiciones de competencia en el mercado interno.

    Además, pide alguna regulación para aquellos que comercializan regularmente prendas a través de redes sociales y que se investigue la procedencia de la mercadería.

    Por otro lado, los fabricantes consideran que una política de compras públicas serviría como “motor de desarrollo” y, en ese sentido, plantean que se adecúen los requisitos a la realidad del sector, permitiendo contratos a plazo, con entregas parciales y complementación entre firmas. También plantean que podría crearse una ventanilla única de adquisiciones estatales, de forma de centralizar en un solo organismo los planes y las compras de vestimenta para el Estado.

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    Un taller de costura en Montevideo

    Un taller de costura en Montevideo

    En general, dijo Reigia, los planteos son compartidos con el Sindicato Único de la Aguja. Además, tanto trabajadores como empresarios coinciden en la necesidad de actualizar y reglamentar la Ley 18.846 para formalizar y hacer crecer el sector y abogan por que se creen espacios de trabajo con participación de todos los actores para diseñar los planes de acción.

    El artículo 11 de esa norma establece un sistema de “trazabilidad” del proceso de fabricación de una prenda o a sus importadores con fines comerciales, pero no fue reglamentado. También se creó un registro de empresas del sector, en la órbita del MIEM, cuya inscripción es obligatoria para toda empresa industrial, el tallerista, el trabajador a domicilio, la unipersonal u otro agente fabricante o importador de prendas de vestir.

    Otros varios artículos del marco legal definen y regulan el trabajo a domicilio, el derecho a la igualdad de trato a promover entre ellos y los asalariados de una empresa del sector, por ejemplo, en cuanto a la remuneración, la seguridad social, el acceso a la formación, la salud y demás.