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Impuesto complementario doméstico: es “una gran duda” si Uruguay seguirá atrayendo inversiones
Mientras algunos consultores alertan sobre posibles efectos adversos para el país por la propuesta tributaria contenida en el Presupuesto, el MEF sostiene que “el que se vaya, probablemente pague más en otro país”
El Presupuesto 2025–2029 introduce el Impuesto Mínimo Complementario Doméstico, alineado con la OCDE.
La propuesta de creación del Impuesto Mínimo Complementario Doméstico (IMCD) incluida en el proyecto de ley de Presupuesto 2025–2029, que genera preocupación en algunos ámbitos empresariales, está siendo defendida por el gobierno como un instrumento innovador para recaudar que, al mismo tiempo, equipara condiciones de tributación local con el exterior.
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Aldo Zignago, socio del Área de Impuestos y Legales de la consultora KPMG Uruguay, explicó en diálogo con Búsqueda el alcance del impuesto mínimo global de 15% para las multinacionales que facturan más de 750 millones de euros anuales, al que adhirió Uruguay, y ahora, en el Presupuesto, propone una fórmula para adoptarlo.
“Podemos decir que tiene tres patas. La primera es a nivel de la matriz: cuando una empresa europea tiene una subsidiaria en otra jurisdicción y allí no llega a pagar un 15%, ese impuesto se termina pagando en la matriz. Supongamos una subsidiaria en Uruguay en zona franca que no paga impuestos: esa ganancia termina pagando en el país europeo”, ejemplificó sobre el impuesto global.
La segunda regla, precisó, es la que Uruguay busca aplicar como impuesto calificado doméstico. “Si en Uruguay no llegás al 15%, se crea un impuesto complementario que te haga pagar ese mínimo, de manera de inhibir que la empresa matriz europea te pueda gravar”, señaló.
Finalmente, explicó, si ni la matriz ni la subsidiaria adoptan reglas, “alguna compañía del grupo puede aplicar retenciones u otro mecanismo para recaudar el impuesto”.
El impacto competitivo para el país, a su entender, sería inmediato. “Esto del impuesto mínimo global lo va a complicar. Lo vas a pagar ya sea en Uruguay o en el exterior. El atractivo que tenía Uruguay en cuanto a las franquicias fiscales ya no va a ser tal, porque vas a terminar pagando un 15%. Lo que va a afectar, en mi opinión, son las empresas que van a venir: lo van a pensar dos veces. ¿Por qué? Porque Uruguay es un país caro y, además, vas a tener que pagar este impuesto mínimo global”.
Zignago subrayó que no siempre será un simple traslado. Según su interpretación, “como está redactado el proyecto de ley, no solo aplicaría cuando el grupo paga en el exterior, sino también en los casos en que la matriz no paga. Uruguay lo gravaría. Con lo cual, ya no sería un traslado de impuesto del exterior a Uruguay, sino un gravamen efectivo. Algo que el grupo antes no pagaba y ahora pasa a pagar”.
Aclaró que no se trata de un sector en particular, sino que “industrias, comercios y centros de servicios que operan en zona franca —desde manufactura hasta software o logística—, todos pueden verse afectados”.
Sobre el giro que supone para las empresas que operan bajo el régimen de zonas francas, el especialista apuntó: “El proyecto prevé una modificación en la ley de zona franca en la que los usuarios seguirán exonerados de todo tributo creado o a crearse, con excepción del impuesto mínimo complementario doméstico y las contribuciones especiales de seguridad social”. Y alertó: “Vos tenías una ley que te exoneraba de todo tributo creado o a crearse. Y ahora se está modificando con el fin de crear un impuesto. Con lo cual, alguien puede decir: me estás vulnerando derechos porque me estás cambiando las reglas de juego”, sostuvo.
La incógnita, resumió, es estratégica. “Esto pone a prueba la eficacia de las franquicias fiscales: si las quitás, ¿siguen viniendo? Es una gran duda”.
En el plano internacional, apuntó a Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump “mostró su desacuerdo con el impuesto mínimo global. Dejar un país afuera genera sus complejidades. ¿Qué puede llegar a pasar? Que muchas empresas europeas migren a Estados Unidos (…) y, de esa manera, te escapaste de este gravamen”.
La defensa ministerial
La semana pasada, en una charla en el marco de las Jornadas Académicas organizadas por la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, Álvaro Romano, director de la Asesoría Tributaria del Ministerio de Economía y Finanzas, defendió el impuesto complementario como un financiamiento novedoso y que equipara tratamientos fiscales internos con el exterior.
Recordó que Uruguay, a diferencia de países vecinos, carece de fuentes genuinas como el cobre chileno, las represas paraguayas o el canal de Panamá: “Tenemos que acudir exclusivamente a los impuestos”. Según dijo, lo “singular” del impuesto complementario doméstico es que “se aumenta la presión tributaria prácticamente sin costo para los contribuyentes: lo que se paga en Uruguay se deja de pagar en el exterior”.
Romano sintetizó la lógica del IMCD y la eliminación de exoneraciones en dividendos a no residentes: “Es una transferencia desde la Tesorería (el fisco) de otro país a la Tesorería uruguaya”.
Descartó una fuga relevante de capitales. “El que se vaya, probablemente pague más en otro país. Dicho de otro modo, la imposición a las rentas en el exterior que tenemos en Uruguay es muy baja en términos internacionales, tanto regional como mundial. Tal vez Paraguay o Bolivia graven menos, pero el perfil de estos contribuyentes difícilmente elija esos destinos”, sostuvo.