—¿Alcanza este crecimiento, en el contexto económico actual, para recuperar y mejorar el uso de la capacidad ociosa en las fábricas?
—No es suficiente, si el país como tal no logra salir de ese 2% de crecimiento anual histórico; siempre queremos mayor crecimiento porque hay que recuperar todo aquello que se perdió durante el 2023 con la situación caótica que vivió Argentina, con ese tipo de cambio tan favorable para el turismo y tan desfavorable para la industria nacional.
Entonces, volver a recuperar la capacidad productiva de aquellas empresas que se mantuvieron abiertas, su productividad, su mercado, lleva un tiempo. Igualmente cerramos un año favorable, pero no es suficientemente favorable.
—¿Hay empresas que siguen golpeadas? ¿Qué proyección de crecimiento tiene la gremial para el 2025?
—Sí, muy cascoteadas. Logramos obtener certificaciones y permisos de importación de Argentina, eso nos ha ayudado mucho y hemos cobrado muchos millones de dólares pendientes (de negocios con ese país), lo que para las micro, pequeñas y medianas empresas ha sido muy importante. Eso diría que a esta altura se regularizó. Y también han mejorado los plazos que (el presidente Javier) Milei impuso para cobrar las exportaciones.
En el 2025, si todo se mantiene en este canal de mejora con respecto a Argentina, que es muy volátil, vamos a tener un año bastante más predecible con Argentina, para las exportaciones y mucho más próspero para Uruguay. Dependemos mucho del mercado lácteo, dependemos mucho del mercado de los oleaginosos, pero podríamos tener un crecimiento mayor a este 3% anual, con el que cerraría este año. Cuando involucramos a toda la industria, porque las papeleras y PepsiCo tienen un crecimiento exponencial, es posible que lleguemos al 5% de crecimiento el año que viene o más, siempre y cuando los valores de los bienes no tengan un retroceso.
—La producción industrial en las zonas francas ha ganado mucha participación en los últimos años —con UPM 2 y la expansión de PepsiCo—, pero la industria manufacturera no juega ahí el partido de la competitividad...
—Dado los productos que ellos producen, la falta de competitividad en general no les afecta tanto. Igualmente, posiblemente tengan una menor rentabilidad, más allá de que como están bien modernizadas también tienen buena eficiencia productiva.
Ahora bien, la falta de competitividad la tiene el país en su totalidad, no solamente la parte industrial no franca versus la franca. La falta de competitividad por el tipo de cambio, por ejemplo; ahora estamos contentos, se ha recuperado bastante y está en $ 41. Bienvenido sea; debería estar en $ 45; aún falta un poquito.
—¿Los planteos que hizo la CIU en esta campaña electoral las ve reflejadas de manera clara en los programas de gobierno?
—En el de la coalición republicana hay mucha coincidencia con lo que presentamos y su programa. En el caso del Frente Amplio, no hay tanta coincidencia.
Pero los dos candidatos, por ejemplo, entienden que hay que volver a la participación privada en el directorio del Instituto Uruguay XXI —que este gobierno, por diversos motivos, eliminó— para buscar entre el sector público y privado las inercias de promoción que nos permitan desarrollar apertura de mercados en el exterior.
El mayor deseo para el próximo período es que haya mayor producción en Uruguay y para eso (se precisa una) mayor apertura de mercados en comercio exterior, que tanto se ha buscado. Es uno de los mayores desafíos que tiene el gobierno: encontrarle la pata adecuada a la ampliación de mercados en consenso con el Mercosur o sin el Mercosur. Es muy difícil que solos lo podamos lograr, y es un gran desafío que los gobernantes de los cuatro países se encuentren y entiendan cómo se puede lograr esto entre todos o liberando a algunos. La salida del Mercosur no es una opción.
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Fernando Pache dejará la presidencia de la gremial, que celebrará elecciones a fin de mes
Javier Calvelo, adhoc/FOTOS
—Hace cinco años, el empresariado también se sentía con más coincidencias y más cerca de las propuestas de la coalición. Ahora, terminando el gobierno, ¿esta gestión colmó aquellas expectativas?
—Hay varias que sí y hay varias que no. Por ejemplo, el asunto de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y el tema de la ocupación, en base a la LUC ha sido muy importante para la industria...
—Pero los temas de competitividad y “atraso cambiario” han sido una fuerte crítica en este período…
—No estábamos totalmente de acuerdo ni con este gobierno ni con los 15 años anteriores, porque hay una falta de competitividad y de compromiso industrial desde hace mucho tiempo.
Se siguen haciendo desarrollos en diferentes ministerios y organismos de apoyo al proceso industrial, pero no concentrados en el Ministerio de Industria y nos cuesta mucho aprovecharlos.
Las compras públicas era una demanda muy importante y hemos mejorado; con el Ministerio del Interior no nos ha ido mal, pero nos hubiera gustado más apoyo y dinamismo para que la industria nacional se viera favorecida.
Hay que ser realistas también. Calentando motores y a los 14 días (al gobierno) le frenan toda la carrera y hay que empezar de nuevo. Y todo aquello previsto en materia de ahorro fiscal, de la noche a la mañana se debe volcar para el servicio social de la población. Eso saca dos años de concentración al gobierno que acababa de entrar... Después de eso, la situación de Argentina, que saca no sé cuántos millones de dólares porque la gente sale a comprar y pega en el litoral. Para colmo de males, viene una seca del campo terrible, y viene una crisis hídrica en donde tiene que peludear y sacar más millones de dólares. Entonces, tenemos que contar la realidad de lo que vivimos como parte de competitividad, y para ser justos hay que contar la película en su totalidad y no solamente ser crítico.
—Pensando en la próxima administración, ¿qué expectativas tiene para la conducción del país?
—Un mandato de Delgado no creo sea 100% de continuidad respecto al de Luis Lacalle Pou. Cada persona tiene su impronta, más allá de que el objetivo y el principio político de Delgado sea muy similar. Si bien piensan casi igual, son dos gestiones diferentes. Y por otro lado, tenemos que la única experiencia clara y real de Yamandú Orsi es como intendente de Canelones y ha sido destacable. En cambio, Delgado tiene una experiencia parlamentaria, ministerial, de secretaría, de mano derecha presidencial, que es indiscutible. No es mejor ni peor, sencillamente son dos experiencias políticas diferentes. Hay uno que notoriamente tiene más experiencia en la administración de un país que el otro, porque pasó por todos los andariveles y no digo que Yamandú Orsi no lo pueda hacer, digo que la experiencia de Delgado es mucho más destacada.
—¿Esa mayor experiencia puede ayudar en la gobernabilidad para que se llegue a acuerdos con el Frente Amplio, que tendrá mayoría en el Senado?
—No tendríamos por qué pensar que, si no le toca la presidencia a Delgado, haya una gran dificultad de diálogo —no es agresivo, es muy agradable en la conversación y conocedor del Parlamento—, porque una vez que estén las cartas echadas se acabó la campaña política y hay que trabajar. Le toque a Orsi o a Delgado, de un lado o del otro, van a tener que sentarse a conversar por los intereses comunes del país. Delgado no tiene la personalidad de (Gustavo) Salle; me parece más apto para la negociación y el diálogo Delgado que el doctor Salle.
Y si le tocara ser gobierno, lo va a llevar bien, se va a dar cuenta de que casi 47% o 48% del país va a ser ese Senado, va a tener que encontrar todos aquellos temas que tengan puntos en común y negociar muy rápido. Y en los que haya dificultades, va a encontrar el camino de salida. Lo mismo le va a pasar a Orsi si le tocara gobernar.