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La inversión en maquinaria agrícola se redujo otro 4% el año pasado, tras el desplome de 2023
Respecto al año anterior, disminuyó la compra en el exterior de tractores y cosechadoras, y se incrementaron las de sembradoras y fertilizadoras, totalizando US$ 194 millones, según un análisis del estudio contable Carle & Andrioli
Después de algunos años —desde 2019— de mayor dinamismo de la inversión en maquinaria agrícola, en 2023 se produjo una retracción derivada de factores climáticos y de mercado adversos que cambiaron las expectativas de los productores. En 2024, en tanto, se dio un leve descenso de 4%, de acuerdo con el índice —Idima— elaborado por el estudio contable Carle & Andrioli con base en información de los montos importados de tractores, cosechadoras y sembradoras de la Dirección Nacional de Aduanas.
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Por semestre, esta inversión cayó en el primero y en el segundo se incrementó 18% frente a iguales períodos de 2023. En todo el año, los valores de importación de los equipos agrícolas que componen el índice totalizaron US$ 194 millones el año pasado, que se comparan con los US$ 197 millones de 2023.
El indicador de dólares invertidos por hectárea sembrada, relevante para el desempeño productivo, se situó en US$ 86, un 2% inferior al 2023. Sin embargo, en 2024 se ubicó más de 30% por debajo del valor de 2022, cuando, con otra situación de precios, se habían superado niveles de reposición de las inversiones. De todos modos, agrega el informe, el desempeño de la inversión de los cuatro últimos años permitió incrementar el stock de equipamiento agrícola y la inversión por hectárea cultivada.
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La leve baja en la inversión en 2024 se dio en el contexto de una zafra con menores precios agrícolas y similar área sembrada. “La variabilidad de resultados por mercados y clima incide en las decisiones de inversión en activos biológicos de áreas cultivadas y puede ser una barrera para acceder a la oferta tecnológica disponible en activos fijos”, añade la consultora.
De acuerdo con el indicador de productividad promedio ponderado por hectárea, en las últimas dos décadas las inversiones “habrían contribuido en forma positiva al incremento de los rendimientos productivos de la agricultura”, agrega el informe elaborado por el departamento de consultoría de Carle & Andrioli Contadores Públicos, firma miembro independiente de GGI Global Alliance. Esta medición, que considera promedios ponderados móviles de productividad de las cinco zafras más recientes, muestra un incremento mayor al 40% en los últimos 20 años.
Por tipo de equipos, en 2024 disminuyó la inversión respecto al año anterior en tractores (8%) y las cosechadoras (5%), en tanto que hubo un incremento de 2% de las sembradoras y fertilizadoras.
Las máquinas importadas en 2024 provinieron principalmente de Brasil y Estados Unidos —casi 70% del total de los valores importados—, además de China, India, Argentina, México, Canadá y países europeos.
Como una aproximación de la inversión en maquinaria agrícola, el Idima considera la importación en montos; no incluye implementos agrícolas importados o nacionales, ni la venta en plaza de equipos de segundo uso.
El análisis destaca como otras características de la inversión agrícola el mayor valor de los equipos en los últimos años y la incorporación de tecnología. En ese sentido, respecto a los precios, explica que han incidido varios factores, como el encarecimiento del acero, la inflación internacional, la escasez de algunos componentes y mejores prestaciones por el avance tecnológico.
Según la consultora, además de mayores ingresos por incrementos de productividad, los retornos de la inversión “estarán dados por la reducción de costos de los cultivos vinculados al menor consumo de fertilizantes y combustibles y automatización de procesos. Las nuevas tecnologías de las maquinarias permiten una agricultura con mayor precisión, eficiencia y cuidado en los recursos naturales y el medio ambiente. La incorporación de inversión tecnológica determina también una mayor capacitación de los operadores y una alta inversión que requiere financiamiento en adecuadas condiciones. El beneficio neto de la inversión dependerá del tipo de cultivo, de la dimensión de la empresa y de la capacidad productiva y financiera del empresario agricultor, entre otros factores”.
Perspectivas agrícolas
Después de un crecimiento del Producto Interno Bruto agropecuario de 9,5% estimado para 2024, la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa) prevé una contracción de 0,4% en 2025. Ello sería consecuencia de un menor valor agregado agrícola, parcialmente compensado por un crecimiento silvícola.
Para el ejercicio 2024-2025, y considerando que las lluvias ocurridas durante noviembre de 2024 en el litoral del país “permitieron recuperar la humedad de los suelos y sembrar la soja en condiciones optimas”, esa dependencia técnica del Ministerio de Ganadería prevé otra producción cercana a los 3 millones de toneladas, sobre una superficie cultivada que se mantendría sin variaciones.
Para el maíz, proyecta un área sembrada para 2024-2025 cercana a las 192.000 hectáreas, una reducción comparada con la alta base de comparación de la temporada precedente.
En el caso del sorgo granífero, la Opypa espera una producción similar a la registrada en la zafra 2023-2024.
La situación de la cadena triguera en la zafra 2024-2025 se presenta “nuevamente auspiciosa”, con expectativas de rendimientos superiores al promedio histórico (aunque por debajo del récord registrado en la temporada previa) y el segundo registro mas alto de área sembrada de la ultima década (340.000 hectáreas).
Para la cebada, el ejercicio 2024-2025 cerraría con un nivel de producción que superaría por segundo año consecutivo el millón de toneladas, pese al retraso en la siembra por las lluvias en el pasado otoño. Eso se daría por la combinación de un área cultivada histórica y una productividad promedio cercana a los 4.300 kilos por hectárea.
En el arroz, la intención de siembra en esta zafra alcanza las 182.000 hectáreas, un máximo desde el ejercicio agrícola 2010-2011. En su anuario, difundido en diciembre, la Opypa señaló como contexto el “buen caudal de agua en las represas y un entorno favorable en términos de precios”, si bien al momento de redactar el informe India había comenzado a reducir sus restricciones a las exportaciones que podían generar presiones a la baja en los valores.