El gravamen aplicado por los gobiernos departamentales a la tenencia de tierras tuvo un efecto negativo sobre el precio de los campos, particularmente en las zonas de menor calidad del suelo.
Las políticas de Colonización no mostraron un efecto significativo sobre el precio de la tierra, en tanto que el número de tractores por hectárea incide negativamente sobre los suelos de mejor calidad
El gravamen aplicado por los gobiernos departamentales a la tenencia de tierras tuvo un efecto negativo sobre el precio de los campos, particularmente en las zonas de menor calidad del suelo.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEso concluye una reciente tesis de maestría en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración —titulada Precios de la tierra y políticas públicas en Uruguay (1980-2022). Factores determinantes, regiones y períodos—, según la cual las intervenciones estatales, como “regulaciones, impuestos, subsidios, restricciones o incentivos al uso o adquisición”, podrían incidir sobre el precio de la tierra, por ejemplo, al aumentar los costos o reducir la oferta de ese recurso.
Partiendo de que el precio de la tierra agrícola “ha aumentado significativamente en muchas partes del mundo”, Pamela Sosa, su autora, buscó comprender mejor los factores que influyen sobre el precio de este activo ante su incidencia sobre la producción de alimentos, además de por cuestiones de sostenibilidad ambiental.
En concreto, analizó la incidencia de la Contribución Inmobiliaria Rural (CIR) y las políticas del Instituto Nacional de Colonización (INC). Para eso recogió información a nivel departamental, que usó para estudiar dos períodos: 1980-2000 y 2000-2022.
La tesis encontró que, para la totalidad del período, las intervenciones estatales no parecen explicar el precio de la tierra. Sin embargo, para el período comprendido entre el 2000 y el 2022, en las zonas con un bajo Índice Coneat —indicador de la calidad del suelo— se observa “un impacto negativo y significativo de la tasa efectiva de recaudación CIR en el precio de la tierra”. Eso debido a que una mayor tasa, al aumentar los costos de la propiedad, genera menores beneficios netos descontados, reduce el precio de la tierra.
Para las zonas con otros valores de Índice Coneat no se registró ese efecto, lo cual sugiere que la influencia de la CIR varía según la región y el contexto temporal.
Por otra parte, la proporción entre la superficie en manos del INC respecto de la superficie total no mostró un efecto significativo en ninguno de los períodos ni zonas analizadas.
Adicionalmente, Sosa encontró que mientras más lejos están las tierras de la capital del país, su precio tiende a ser menor, por lo cual la ubicación geográfica también sería “un factor determinante” en la variación de esos valores.
El Índice Coneat se asoció con precios más altos de la tierra durante ambos períodos de estudio.
Otras variables de la economía uruguaya, como el nivel de precios y la producción nacional —el Producto Interno Bruto—, tuvieron efectos positivos y significativos sobre la cotización de la tierra. En cambio, las tasas de interés en dólares presentaron un efecto negativo.
Por último, el número de tractores por hectárea tuvo un efecto negativo en zonas con alto Coneat debido a que “la incorporación tecnológica abarataría la producción por unidad de tierra y ello permite reducir el precio esperado”. A su vez, el porcentaje de la superficie —de un departamento— respecto del área total produjo un efecto negativo.
De esta forma, Sosa concluyó que si bien la tasa de CIR y otras variables afectan de forma importante el precio de la tierra, el impacto “varía según la calidad del suelo y el período”.