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    Presidenta de Ancap: el ente sacará “la nariz” de sus problemas y encarará inversiones “muy rezagadas”

    Cecilia San Román sostiene que los últimos cuestionamientos políticos en torno a la situación financiera dañaron la imagen de la empresa pública; dice que el sistema de fijación de tarifas actual es un “Frankenstein” y propone crear un “fondo de estabilización”

    La nueva presidenta de Ancap, Cecilia San Román, se define como una “defensora de la gente” y por eso siente un “dolor interno” cuando, por cuestiones políticas, “se les pega” al ente y a sus funcionarios, como acusa que sucedió en las últimas semanas con la discusión pública sobre la situación financiera de Ancap. Confiesa que la empresa pública la “enamora” y reconoce “preocupación” porque deberá gestionar algunos dilemas en un horizonte cercano. Es que, si bien proyecta que en 2025 Ancap empezaría a “sacar la nariz” al lograr un resultado equilibrado, eso no permitirá realizar las inversiones necesarias, que según ella en la última década quedaron “muy rezagadas”.

    La titular del ente advierte, además, que si bien Ancap no atraviesa una situación de “emergencia” económica, deberá refinanciar el préstamo tomado por el gobierno anterior y acudir a mecanismos de protección (coberturas de tipo de cambio, margen de refinación o inventarios) para cubrir aquellos riesgos que no contemple el nuevo esquema de fijación de tarifas que defina el Poder Ejecutivo. Para San Román —una ingeniera química con formación en políticas públicas y regulación económica de servicios públicos— “urge corregir” la “falla” de la actual metodología de precios: “Somos un Frankenstein, porque nos miden como que compramos en el exterior los combustibles prontos, pero en realidad somos refineros y compramos la harina. No traigo galletitas de Argentina para vender en el mercado, sino que las fabrico acá”.

    Propone, como se hizo en el mercado eléctrico años atrás, crear un “fondo de estabilización” para amortiguar las fluctuaciones del crudo en el precio final de las tarifas y su impacto en la inflación.

    A continuación, una síntesis de la entrevista que mantuvo con Búsqueda.

    —Hace ocho años que trabaja en Ancap, ¿se define como una ancapeana?

    —Tengo una mirada mucho más arriba, porque tengo mi historia en la Dirección Nacional de Energía (DNE), porque desde que entré me tocó trabajar con Ancap y lo primero que me asignaron fueron las rondas petroleras… Tengo un compañero que acá bromea y dice: “¿Ancap te enamora?”. Y debo decir que sí, realmente enamora. Pero tengo esa obsesión de mirar el país, además de la empresa, cómo articula con el resto, sobre todo con el sector energía, con UTE; sigo con aquella mirada país del gobierno que comenzó con la transición energética y siento esa responsabilidad. No siento que deba competir con UTE, sino complementarnos, pero esa complementación no viene por un tema de cordialidad, sino de apuntar al beneficio del país y la gente.

    —Esa complementariedad era por la que el expresidente de Ancap Alejandro Stipanicic planteaba la conveniencia de fusionar o absorber a UTE… ¿Coincide con esa visión?

    —No lo veo en forma inmediata por un tema normativo, de leyes, es muy complejo, hasta por cuestiones más políticas. Pero en algún punto lejano tal vez termine decantando en eso. Las energías en todas las empresas del mundo están entrelazadas; antes estaba muy claro que el electrón era de UTE, y la molécula, de Ancap, ahora ya se están fusionando con esto del hidrógeno y los vehículos de hidrógeno. Creo que la fuerza de los hechos lo va a hacer.

    —Llegó a la presidencia de Ancap tras un período en el que se habló de una obsesión por la eficiencia y la gestión. Sin embargo, los últimos resultados económicos causaron críticas desde el oficialismo y desataron polémica de la oposición. La ministra de Industria, Fernanda Cardona, habló de una situación de “ahogo financiero” del ente. ¿Entró con luz roja?

    —En cuanto a la salud de la empresa, no es que estemos en una emergencia, de ninguna manera. Sí nos encontramos con una realidad que fue parte de lo que se le planteó al presidente de la República y también se le ha planteado al ministro de Economía, porque son los que nos autorizan el endeudamiento. Al tomar conocimiento de que se había tomado una deuda bastante importante para lo que son los ingresos de Ancap y lo que vamos a poder obtener al final del año, ya veíamos que seguramente no íbamos a tener la espalda para poder pagar. Mi información al presidente —y entendí que de ahí venía su preocupación— fue decirle que cuando llegue mayo de 2026 no vamos a poder cancelar el crédito. Porque además tenemos estos avatares que se conocen, de que nosotros compramos un crudo en dólares, después se nos valoriza en términos del derivado, que se vende con un delay de dos meses y no sabemos ni a cuánto vamos a comprar el crudo, ni cuánto nos va a autorizar el Poder Ejecutivo a recuperar (vía tarifa) en pesos. Entonces nuestras ganancias están condicionadas a esas decisiones, una internacional y otra interna, en las que somos tomadores. Fue alertar a las autoridades del MIEM (Ministerio de Industria) y el MEF (Ministerio de Economía) que vamos a precisar una autorización para refinanciar el préstamo, en cuotas, porque ya sabemos que no nos va a ser fácil pagarlo.

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    La nueva presidenta de Ancap

    La nueva presidenta de Ancap

    Otro tema son las inversiones, porque la que se cumple a rajatabla es el corazón, que es la refinería, pero tenemos otros activos estratégicos que merecen el cuidado: el oleoducto, por las dificultades que hubo, también el cambio de la boya petrolera… Son activos estratégicos que deben estar siendo cuidados y mantenidos. Si vamos estrictamente a los números, si uno quisiera mantener el valor de esos activos, tendría que estar haciendo inversiones por el nivel de US$ 30 (millones) o US$ 40 millones por año, pero el nivel ha sido de US$ 12 (millones) o US$ 15 (millones) promedialmente. Estamos muy por debajo.

    —¿La falta de inversión se profundizó en los últimos cinco años?

    —Desde el 2016, cuando entra la administración y pone paños fríos para enderezar los números de Ancap, ahí era lógico que hubiera una frenada, pero después tendríamos que haber arrancado… Son miradas de lo deseable, hay veces que se puede y otras que no se puede hacer. Pero lo que sí debemos hacer es empezar a generar esas inversiones que han quedado muy rezagadas. Por ahí también fue el mensaje a las autoridades entrantes; se sabe la situación fiscal en la que estamos, fue decirle que yo Ancap preciso empezar a invertir más en estos activos. Lo comento con total transparencia, fue decirles: “Miren lo que se me viene, miren lo que vamos a tener que gestionar”. Esa, más allá de todas las valoraciones políticas que salieron, fue mi preocupación y planteo.

    —Con las pérdidas de US$ 118 millones en 2024 y las restricciones fiscales, elevar las inversiones se ve difícil de lograr…

    —Los US$ 118 millones del balance son más preocupantes, es lo otro que también se les transmitió, que en realidad fueron US$ 175 millones de pérdida neta de Ancap. Porque a esa cifra después se le agregan ganancias de las empresas, una cuestión contable de impuestos que se pueden pagar más adelante y ahora se pusieron con un signo positivo por la contabilización que permiten las leyes, pero a los efectos nuestros, de lo que es el manejo interno, sabemos que en Ancap perdimos US$ 175 millones.

    Lo que nos debería haber reconocido la tarifa eran los US$ 175 millones para estar en equilibrio, no digo ni siquiera tener una reserva para pagar deudas. Por eso hubo que pedir un crédito, porque no había dinero para pagar las deudas que vencían en enero y no había ni siquiera caja para pagar sueldos. Entonces, la verdad es que estaba complejo, y creo que pegó más todavía que en las tarifas el famoso “X” que debía reconocer subsidios, etcétera, no estuvo. Eso, sumado al paro de la refinería, que se sabe que es un año más deficiente, impactó mucho más negativamente.

    —¿Cómo es hoy la situación de caja?

    —Lo importante es ir monitoreando cómo vienen las finanzas y ahora estamos en un punto de inflexión. Ya estamos mejor, primero, porque la refinería está produciendo y, segundo, el crudo ha ido bajando levemente. Entonces, nuestros costos han disminuido un poquito y eso ya nos posiciona mejor. Ahora, no tiremos manteca al techo porque nos pueden impactar negativamente factores internacionales o cómo se fijan las tarifas. De aquí en adelante, si suponemos que seguimos con el crudo estable, que nos siguen aplicando el mismo sistema de tarifas, que sigue más o menos el mismo tipo de cambio…, con esos supuestos terminaríamos con un resultado estable, no me animo a decir mucho más. No es el ideal, porque si precisamos invertir no estaríamos en condiciones, pero no tendríamos pérdidas. Asomaríamos la nariz, empezaríamos a sacar la nariz.

    —¿Las ganancias tampoco están aseguradas con el nuevo régimen que se estudia para ajustar las tarifas?

    —No es el objetivo de Ancap enriquecerse a costillas de la gente. Lo que se está revisando es lo que a mis ojos fue una falla de la metodología anterior, tal vez porque uno nunca espera estos vaivenes que te pueden llevar, como sucedió en la pandemia, que nos fuimos a precios ínfimos y a márgenes ínfimos. O a esa locura que fue la guerra (en Ucrania), donde pasamos de un extremo a otro. Uno, en general, tiende a hacer una paramétrica o un diseño con cosas más estándares, pero esas se escaparon. A mi entender, esas son de las cosas que la nueva metodología que están diseñando el Ministerio de Economía y el de Industria debería tener en vista porque son las que fallaron en la metodología anterior, que dejó de aplicar el factor “X”.

    —La falla de la metodología fue temprana, porque a los tres meses de definida se dejó de aplicar ese factor de ajuste…

    —Sí, sí. Tal vez por un desconocimiento. Llevado al terreno cotidiano, cuando se va a comprar galletitas, ¿se compara con la galletita de al lado en la góndola o se sale a mirar si la harina subió o no subió? Se mira la galletita de al lado y se compra la que más convenga según la calidad que se quiera. Esto es igual: desde que se puso la metodología nosotros nos comparamos con precios de derivados en el exterior y de la galletita más eficiente, de la que puedo traer más eficiente, del mercado que me queda más cerca, que tiene mucho comercio, que no esté distorsionado el precio, de un mercado líquido, como se llama. Eso es lo que nos fija el regulador, ese es el PPI (Precio de Paridad de Importación).

    La falla estuvo en que somos un Frankenstein, porque nos miden como que compramos en el exterior los combustibles prontos, pero en realidad somos refineros y compramos la harina. No traigo galletitas de Argentina para vender en el mercado, sino que las fabrico acá.

    Cuando esos mercados internacionales se disparan, es lo bueno de tener una refinería en Uruguay, porque me protejo de estos supersobrecostos que tendría al importar.

    En esos momentos, es notorio el valor que tiene Ancap. Y también cuando paramos la refinería y empezamos a importar los derivados, que nos salen mucho más caros de la estimación de la Ursea (Unidad Reguladora de Servicios y Energía).

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    San Román, durante la entrevista, explicando las curvas internacionales de los precios del crudo y sus derivados

    San Román, durante la entrevista, explicando las curvas internacionales de los precios del crudo y sus derivados

    —Se ha dicho que la nueva metodología no va a obviar el PPI, ¿pero está cuestionando esa referencia que lleva muchos años?

    —Yo pasé por la Ursea, pasé por la DNE; estos temas vienen conmigo desde hace 17 años. El PPI no es nuevo, siempre fue una referencia, pero no es determinante porque, en realidad, como mostré recién con la gráfica, ¿por qué me voy a hacer de ganancias cuando no estoy importando y no son costos que debo asumir? Si fuera un importador neto, debería pagar esos costos por importarlo, realmente, porque es lo que vale en el exterior. Pero, si yo lo fabrico a menor valor, ¿por qué se lo voy a trasladar a la gente o al país?

    Es la ventaja de tener la refinería y esos ajustes, y es lo que están mirando ahora los ministerios. Chile tiene un camino hecho en esto, de tener una franja, de guardar un fondo de estabilización para cuando vengan períodos de alta y amortiguarlos. Eso es como se hizo en el tema eléctrico acá en Uruguay, puede ser uno de los caminos, se está en esa revisión.

    —¿Ese fondo de estabilización estará contemplado en la nueva metodología?

    —No lo puedo asegurar. Cuando me proponen en el cargo me piden sugerencias de mejoras en cantidad de aspectos. Esta es una de las cosas que planteo, porque lo viví, me tocó estar en el momento que se hizo el de la eléctrica, que era para cubrir las fluctuaciones enormes que teníamos antes de tener la eólica y la solar, que facilitó mucho la estabilización, cuando teníamos aquellos períodos de agua y después de sequías locas. Y acá estamos en un esquema similar, somos tomadores de algo que tiene estas fluctuaciones inmensas. Y no es un invento, ya lo ha trabajado Chile, hay otros esquemas diferentes, con franja, que cuando pasa esta franja se empieza a aportar al fondo y eso hace que tenga una amortiguación en el mercado. Cuando los precios se van muy altos, se empieza a tomar de ese fondo y se estabiliza la tarifa, y esto hace que tenga menor impacto en la inflación, que tenga una previsibilidad para los negocios que se desarrollan en el país.

    En un momento, con esta metodología del PPI, así tan traducible inmediatamente, un mes te podés ir altísimo como pasó con la guerra y al mes siguiente bajar muchísimo. El que tiene un negocio industrial, ¿cómo planifica? Eso termina teniendo una repercusión en la inflación.

    —¿El nuevo sistema implicará cambios por ley o decreto?

    —Por un tema de celeridad, lo que se ha transmitido es poder ajustar estas cosas donde vimos que falla la metodología. No va a dar para un cambio de ley. Lo que se está trabajando es, con esta ley, tratar de hacer los mejores arreglos y después se verá si se va a un fondo de estabilización, que requeriría ley, pero eso tal vez es a más largo plazo. Ahora urge corregir estas fallas en la metodología.

    —¿En junio ya habrá un nuevo esquema de fijación de tarifas?

    —Creo que sí, se viene trabajando muy intensamente. No somos quienes regulamos pero estamos brindando toda la información. Otro aspecto, para el que está todo el equipo trabajando, son las coberturas, porque aquellos riesgos que no se cubran a través de la fijación de tarifas los vamos a tener que cubrir nosotros con sistemas, herramientas que ya existen en el mundo, mecanismos de protección. Si tenemos que cubrir inventarios, porque no van a quedar cubiertos, si tenemos que cubrir margen de refinación, el tipo de cambio, son todas cosas que tenemos que ver según cómo termina quedando la regulación de tarifas. En esta última administración no se usaron. Ahora hay un equipo para profesionalizar un poco más el tema coberturas y dependerá del contexto para ver a cuál se apela.

    Yo creo que ahí estuvo la deficiencia de la metodología anterior, mirar solo el PPI. Se tiene que mirar con el precio del crudo, con los stocks, cuándo sale a la producción, porque si a los dos meses bajó el valor del crudo perdimos plata porque lo compramos más caro. Por un tema de garantías, porque por ley tenemos que abastecer a todo el mercado, tenemos que tener ese crudo 60 días antes en Uruguay. Todo tiene una metodología detrás, todos estos tiempos están sumamente calculados con todas las fallas o riesgos que hay en la cadena, para que no falte una gota de combustible en el país.

    Y ahí sale un dolor interno, no soy pura ancapeana porque vine acá después, pero es el dolor de que en Uruguay jamás ha faltado una gota de combustible y son de las cosas que deberíamos valorar, que los funcionarios de Ancap trascienden gobiernos… Entonces, cuando se le pega a Ancap por estas cuestiones, que son más avatares políticos, y terminan denostando y destruyendo el valor de Ancap, y se cuestiona a la gente que es insultada en la puerta al entrar o al estar cargando nafta en una estación de servicio… Esa imagen negativa que hay del funcionario público, ¡cuando en realidad acá hay un compromiso de sacar las cosas adelante que es infernal! Tengo compañeros que han venido a trabajar a oficinas centrales desde la refinería y te dicen: “No puedo evitar la tentación de mirar si la antorcha está funcionando bien”. Hay conciencia de que esto tiene que estar funcionando, por eso enamora Ancap.

    Lo que más me desvela es construir esa identidad de nuevo y ese compromiso de la gente.

    —La imagen de Ancap viene golpeada hace tiempo. ¿Cree que se deterioró más por la discusión reciente en torno a la situación financiera?

    —Un compañero que se dedicaba a prensa me decía: “Leé los comentarios abajo. Eso te da la señal”. Lo primero que salió de estos días anteriores fue: “Otra vez robando, otra vez los de Ancap afanando”. Siempre esa mirada negativa, los cuestionamientos en el Parlamento, que no expusieron solo a los políticos, sino que expusieron también a la gente de acá adentro. Destruir es rapidísimo, el construir es muy lento. Y esa construcción la verdad que viene muy lenta, y estas señales de lo que pasó hace unas semanas siguen mostrando que sigue dañada esa parte de Ancap. Nunca se fijan si hay buzos trabajando en condiciones extremas, el personal que está en los remolcadores, en la madrugada en el muelle de La Teja subiendo a muestrear barcos, o a oscuras a testear tanques. Eso no se ve y acá pasa todos los días, y es lo que me encantaría que la gente supiera y lo valorara, no solo la de afuera, también la de adentro. Soy una defensora de la gente.