Mirando el informativo día tras día, Fortunato no dejaba de asombrarse del ímpetu expulsionista del presidente Donald Trump, quien —un día sí y otro también— encadenaba a los inmigrantes ilegales y los despachaba sin miramientos para sus tierras de origen en sus aviones militares, como si fueran los peores delincuentes del mundo.
Esta noche también había decidido mirar el informativo de cierre, con la esperanza de que el hombre naranja hubiera aflojado un poco y se estuviera dedicando a otras de sus actividades preferidas, como la de aumentar los aranceles para castigar a sus otrora socios comerciales, o desmontar oficinas públicas despidiendo a sus miles de empleados, no sin antes renunciar a participar en alguna oficina internacional de las Naciones Unidas de esas que albergan burócratas somnolientos que cobran sueldos de ópera.
Fortunato se sentó en su sillón, ya bastante cansado después de haber tenido su primer día de trabajo tras la licencia anual, y la copita de vino aumentaba el sueño, que se le estaba viniendo encima.
No obstante, llegó a ver cómo Elon Musk dirigía las obras de desmantelamiento de la USAID (incluyendo el picado de las fachadas destruyendo las letras de molde del portón de entrada), y del Departamento de Educación, oficina inútil si las había, ya que de ninguno de sus departamentos había surgido un invento como el Tesla o los cohetes de Spacex.
Cuando a Fortunato ya se le cerraban los ojos, llegó a escuchar que en instantes transmitirían una entrevista al presidente electo Yamandú Orsi, sobre el tema de la inmigración ilegal.
Ya sin saber si escuchaba, veía o soñaba, Fortunato se enteró de que una de las primeras medidas que adoptará el nuevo primer mandatario va a ser la expulsión de los inmigrantes ilegales que pululan en el territorio nacional.
El informativista dijo que, rodeado de los futuros jerarcas Alejandro (el Pacha) Sánchez y Jorge Díaz, respectivamente secretario y prosecretario de la Presidencia, el futuro presidente había anunciado importantes medidas relativas a los inmigrantes que habían llegado al Uruguay de manera irregular, por lo que no podrían permanecer en nuestro territorio en el futuro.
—Ya no sabemos qué hacer con tanta gente irregularmente instalada en el país, y yo les decía a los muchachos —expresó el Prof. Orsi en sus declaraciones— que mejor lo pensamos un poco más, y en fin, ver, si no, analizar las posibles consecuencias, que, claro, es un decir, ¿no? Tienen muchas consecuencias y… “Pero fue interrumpido por el futuro secretario de la Presidencia, Alejandro Sánchez, quien continuó declarando para nuestro programa”, dijo el informativista de la tele.
—Se acabaron los vivillos estos que vienen de Venezuela, Cuba, República Dominicana y otros muchos países a sacarles el trabajo a los uruguayos desempleados por causa de este gobierno neoliberal e insensible que, por suerte, ya se está por retirar —dijo el Pacha Sánchez, con energía.
Luego declaró que, tras la visita de Marcelo Abdala a Venezuela, donde se entrevistó con Nicolás Maduro (quien, por cierto, declaró que al único representante uruguayo que recibiría sería su amigo Abdala), quedó claro que los venezolanos que hoy trabajan en Uruguay serían detenidos y enviados en un Hércules de la FAU a Caracas, debidamente encadenados como los criminales que son, por sacarles el pan de la boca a los menesterosos uruguayos desempleados y en situación de hambre, como el 70% de la población, tal como lo ha señalado, además, el economista Bergara, que es quien maneja las cifras en el grupo.
Sánchez agregó que entre los detenidos hay tres ingenieros que trabajaban como deliveries de comida, una médica anestesista que vendía arepas en la feria del Parque Rodó y un químico industrial que tenía un puestito de sushi en un food truck que se estaciona habitualmente frente a la playa Ramírez.
También dijo Sánchez que más de 2.000 cubanos volverían a Cuba encadenados y esposados tras ser detenidos en sus lugares de trabajo o sus viviendas, y 1.200 dominicanos se encontraban ya en una cárcel del pueblo, creada provisoriamente para mantenerlos presos hasta que Orsi asuma la presidencia y pueda dictar el decreto de expulsión.
Consultado el futuro primer mandatario, expresó que “bueno, hay que ver si en realidad vamos a poner en práctica esta política, porque yo quisiera reflexionar un poco sobre lo fuertes que son, y yo, en realidad, pensaría un poco más a ver si…”, momento en el que fue interrumpido por el futuro prosecretario Jorge Díaz, quien le aseguró que a los caribeños infiltrados ilegalmente les seguirían los italianos y los españoles, muchísimos de los cuales no han podido demostrar una entrada legal al país por parte de sus abuelos, exhibiendo una documentación inservible, incompleta e inaceptable.
—Muchos de estos uruguayos poseen pasaportes italianos y españoles —expresó el Dr. Díaz—, lo cual indica que han renunciado a sentirse uruguayos, así que se vayan a Galicia, Castilla, Andalucía, La Toscana, Sicilia y al Piamonte y nos dejen libres miles de lugares de trabajo para poder colocar a los presos que vamos a soltar, para una experiencia innovadora consistente en cubrir con exprivados de libertad los puestos de tantos uruguayos seudoeuropeos, procediendo así a rescatar del oprobio de nuestro esclavizante sistema carcelario a tantos inocentes que están detenidos por haber robado a los burgueses ricos de los barrios privados, buscando un mendrugo para alimentar a sus pequeños hambrientos, unas computadoras para que estudien y unos televisores para que se entretengan —aseveró el futuro prosecretario, siendo interrumpido por el Prof. Orsi. Este expresó no estar del todo seguro si estas medidas serían oportunas y que le gustaría estudiarlas y analizarlas un poco, porque en realidad se trataría de actitudes inesperadas y no planteadas en el plan de gobierno del FA, siendo nuevamente interrumpido de forma enérgica por el Pacha Sánchez, quien le recomendó a Orsi que mantuviera silencio y los dejara hablar a ellos dos, ya que poseían un nuevo plan de gobierno que después le iban a pasar para que lo leyera con calma.
Fortunato dormía desde hacía largo rato, pero entre sueños le pareció escuchar a Sánchez y a Díaz susurrándole en el oído a Orsi que se quedara callado, porque si no, entre los repatriados encadenados iban a estar él y su familia, y que lo sucedería en la presidencia Carolina Cosse, que había podido probar que tenía en regla los documentos inmigratorios de su familia.
Fortunato se entre despertó, apuró lo que le quedaba de vino en la copa y decidió que esa noche dormiría en el sillón.