En Uruguay, el 93% de los adolescentes se conectan a internet todos los días desde su casa, y el 73% también lo hacen desde los centros educativos. Además, en promedio, los uruguayos pasan siete horas por día en internet, según el Perfil del Internauta elaborado por la consultora Radar.
Las iniciativas de alfabetización mediática que trabajan con niños y adolescentes buscan trasladar el pensamiento crítico al scroll diario y fomentar valores como la responsabilidad, los cuidados y la identidad digital en las plataformas, donde los uruguayos conviven hasta un tercio de sus días.
El Centro de Transformación Digital apuesta a que el tema ingrese en el marco de cursos de matemática, literatura y dibujo. Ceibal trabaja con Primaria, Secundaria y Magisterio y alcanza a unos 900 institutos. Secundaria fue el último subsistema en sumarse: hoy colaboran con 130 centros de educación media.
Uruguay es uno de los líderes en la región en conectividad y acceso a internet, pero la mayoría de los adolescentes no aprovechan todo el potencial de los dispositivos: el 60% de los estudiantes de Secundaria y UTU tienen conocimiento “apenas funcional” para el uso de las computadoras, relevó el Estudio Internacional de Alfabetización Computacional y Manejo de Información 2023 (Icils, por sus siglas en inglés). De estos, la mitad no logró realizar las tareas más simples del estudio.
Aunque el combate a la desinformación ha estado presente “desde el día uno” en los cursos del centro, una de las principales barreras es que no es prioridad para los profesores: “El consumo de contenidos digitales no forma parte de la agenda de preocupación cotidiana de muchos docentes”, advirtió Pablo Pagés, jefe de Ciudadanía Digital, Global y Local de Ceibal.
En los centros educativos, la convivencia de los niños y los adolescentes no se restringe a las horas de clase. Muchas veces, los conflictos que empiezan en el mundo digital estallan en el aula. Otras, los conflictos diarios de los alumnos en las aulas también los siguen a la casa y sus entornos digitales.
Según Pagés, los problemas de relacionamiento de los jóvenes en redes sociales es el principal foco del cuerpo docente. La preocupación, en general, está centrada en apagar los fuegos que crea el mundo digital en la convivencia en los salones.
Los problemas de convivencia entre los alumnos, “discursos de odio y bullying” terminan desplazando a la problematización del consumo de información en línea. “Nos cuesta mucho trabajar cuestiones preventivas”, explicó.
Otra barrera se encuentra en Magisterio: la falta de tiempo de los futuros maestros. Primero, Ceibal diseñó una propuesta modular para estudiantes terciarios: un curso optativo de 60 horas. “Detectamos que no todos los docentes tenían el tiempo ni la energía para hacerlo, entonces, diseñamos un curso de 20 horas introductorio y uno de profundización de 40, que juntos se parecían al de 60”, explicó el referente de Ceibal.
Pero esta reducción tampoco fue suficiente. Por esto, los últimos lanzamientos apuntan a diversificar los contenidos, de manera que “el docente, en función de los tiempos que tiene, puede acceder a un podcast en el trayecto en transporte público al centro educativo o un sábado de tarde hacer el curso autoasistido online”.
El rol de los docentes
Las iniciativas del Centro de Transformación Digital de Ceibal apuntan a que los docentes sean los responsables de integrar el tema a la currícula, lo que limita el abordaje de la desinformación a la disponibilidad y el interés de los profesores.
Solo el 21% de los docentes de secundaria y bachillerato logran integrar en el aula el desarrollo de habilidades digitales que permitan resolver problemas cotidianos, según el Informe Técnico sobre el Nivel de Competencia Digital Docente elaborado por ANEP.
A pesar de las barreras, desde Ceibal insisten en que la solución está en la “mediación docente”. Para la organización es una decisión estratégica. Trabajar directamente con los estudiantes desde la política pública implicaría una estructura que hoy no tienen: “Con nuestras 20 personas en territorio, no podemos acompañar a los 170 centros donde estamos presentes a través de maestros comunitarios”. “Cuando tu razón de ser es mover toda una estructura del sistema educativo, tenés que sí o sí generar alianzas con los docentes”, subraya Pagés.
Ciudadanía digital en la Utec
Parte de los esfuerzos a escala internacional para detener la difusión de desinformación en redes sociales se enfoca en verificar contenidos una vez que la mentira ya se disipó en los entornos digitales. La alfabetización mediática, por el contrario, busca atacar el problema desde la raíz.
En 2022, la Utec (Universidad Tecnológica) lanzó el curso Ciudadanía Digital, una propuesta online y gratuita. El único requisito para inscribirse es tener más de 18 años y acceso a un dispositivo con conexión a internet. “Somos una universidad pública y nos debemos a la sociedad”, explicó Juan Marrero, director del Centro de Transformación Digital de la Utec.
El curso Ciudadanía Digital: Nuestro Bienestar Digital tiene una carga de 20 horas semanales y aborda temas como bienestar digital, inclusión, huella de carbono digital y desinformación. Los tres primeros grupos llegaron a 1.300 personas y casi la mitad logró la certificación.
Aunque para Marrero el perfil de los inscriptos es “diverso”, con edades que van de los 23 a los 54 años, el curso tuvo especial llegada a dos públicos: el 80% fueron mujeres y solo el 23% residían en Montevideo. Además, el 44% de los participantes dijeron al ingresar que tenían poco conocimiento sobre ciudadanía digital.
“¿Qué riesgo representa la creencia y difusión de noticias falsas?”, es una de las preguntas incluidas en el cuestionario para aprobar el curso: a) mejora de la comprensión y el debate público, b) pérdida de confianza en los medios de comunicación y la información veraz, c) aumento de la transparencia y la responsabilidad en la sociedad.
El módulo “Información, desinformación y ‘noticias falsas’” cuenta con un webinar a cargo de la periodista Ana Laura Pérez, así como recomendaciones de herramientas para verificar información y materiales elaborados por la Facultad de Comunicación de la Udelar (Universidad de la República) y del proyecto Verificado.uy.
Según Marrero, la iniciativa surgió en paralelo a una necesidad interna de la Utec: adaptar los contenidos de sus aulas a la realidad cambiante de las tecnologías digitales y a la complejidad de enseñar sobre problemas que evolucionan todo el tiempo.
El programa también despertó el interés de instituciones privadas y se realizaron ediciones especiales en alianza con Fundación Telefónica y Santander Open Academy, la plataforma global de aprendizaje y desarrollo profesional del banco.
Desde Santander Open Academy apuntaban a expandir su oferta de cursos sobre transformación digital. La propuesta de la Utec llegó a cubrir ese espacio. “Encontramos sinergias”, explicó María de la Paz Goldaracena, head de Santander Universidades Uruguay. En total, 500 personas se inscribieron a través de la plataforma educativa de la casa financiera en nuestro país.
Desde la Utec señalan que “es muy difícil poder abordar la transformación digital si no alfabetizamos digitalmente”. Marrero también es crítico con las plataformas: “La tecnología está desarrollada para que no la critiques y nosotros tenemos el desafío de que las personas critiquen a la tecnología y se paren de un lugar mucho más reflexivo”.
El objetivo del curso es dar herramientas para enfrentarse a la desinformación y ayudar a comprender que la ciudadanía también construye contenidos y discursos dentro del mundo digital, explicó el director del Centro de Transformación Digital de la Utec.
“En la región somos referentes”
Desde Ceibal valoran el rol que Uruguay ha jugado como referente regional. “En la región somos una rareza”, explicó Pablo Pagés a Búsqueda. En un contexto polarizado y con institucionalidades débiles, que un país mantenga por 18 años una política estatal en ciudadanía digital “llama la atención”.
Según Pagés, las nuevas autoridades manifestaron interés en seguir impulsando la temática. Entre los proyectos sobre la mesa está la creación de una olimpíada de alfabetización mediática para 2027, continuando con el éxito de las Olimpíadas de Robótica.
Aun así, el referente de Ciudadanía Digital para Ceibal señala que en Uruguay, al igual que en la región, no se trabaja sobre la desinformación como una amenaza a la democracia.
A 12.000 kilómetros de Uruguay, Finlandia se posiciona como gran caso de éxito, liderando el Índice de Alfabetización Mediática en Europa, un reconocimiento que va de la mano con la cruzada del gobierno en la lucha contra la desinformación en niños y adolescentes.
Para Finlandia, es una lucha por la soberanía. La alfabetización digital y el pensamiento crítico en el consumo de contenidos en línea se han convertido en prioridades de Estado y se implementaron de forma transversal en la currícula nacional para educación media en 2016, con una actualización en 2019.
La medida fue tomada por el gobierno finlandés luego de que, en 2014, el país fuese blanco de una campaña de desinformación desde Rusia. La lucha contra la desinformación se convirtió en parte de la política de seguridad del país y la educación mediática para niños y adolescentes pasó a verse como una necesidad para proteger la democracia y la soberanía del país.
Por el contrario, en nuestra región, al problema de la desinformación no se “lo vincula directamente con la democracia” en las aulas ni en el discurso público, explicó Pagés. Es necesario fortalecer “los componentes esenciales de la cultura democrática y hay que trabajarlos en esta línea de trabajo”.