Más allá de eso, hay una familia destrozada.
Operación necesaria
Manuel fue un bebé largamente esperado, cuenta Bibiana en los momentos en que se permite sonreír. Concebido mediante ovodonación, una ecografía estructural practicada a las 20 semanas de embarazo detectó una malformación congénita, una MAQ tipo II, en el lóbulo inferior de su pulmón izquierdo. Por eso tuvo mucho más controles que una gestación normal. Esta es una rara condición que expresa la proliferación de quistes que pueden extenderse y necrosarse. Para algunos médicos consultados, es algo así como una “bomba de tiempo” que debe extirparse. Otros, más conservadores, prefieren esperar una eventual evolución.
Manuel, que nació el 20 de febrero de 2023, nunca tuvo ningún síntoma. Su madre recuerda que nunca tuvo broncoespasmos, congestión ni problemas respiratorios. Nada. En febrero de este año tuvo Covid y lo transitó como si nada. Sin embargo, desde que le hicieron una pequeña tomografía, el 2 de mayo de 2023, los médicos que lo trataron —pediatras, neumólogos, cirujanos— coincidieron en que lo mejor era hacerle una lobectomía, extirparle el lóbulo afectado. En ese estudio ya se pidió la valoración de un cirujano de tórax.
El profesional con el que se contactaron y que desde un inicio se definió que llevaría adelante la intervención —uno de los dos acusados por homicidio culposo— es un cirujano pediátrico que, cuentan los padres, fue presentado también como cirujano toráxico y especialista en laparoscopia, una técnica quirúrgica menos invasiva que emplea cámaras especiales y requiere incisiones más pequeñas.
“Hicimos las averiguaciones del caso: no tenía esa especialidad”, afirma hoy a Búsqueda el abogado de la pareja, Juan Pablo Decia. Decia es director adjunto del Hospital de Clínicas, cargo que también había ocupado anteriormente en el Hospital Maciel, y se ha especializado en temas de salud.
La laparoscopia, cuentan que les dijo el médico, permitiría una mejor recuperación del niño, no más de cuatro días de internación. La técnica clásica es la toracotomía —cirugía de tórax—, a la que solo se acudiría de no ser eficaz la anterior. Bibiana y Eduardo aseguran que jamás se les advirtió de lo delicada de esta intervención, más allá de los obvios riesgos anestésicos y quirúrgicos.
“Los profesionales les explicaron que la técnica de abordaje quirúrgico de la lesión puede ser por vía endoscópica. Sabían que se iba a intentar para mayor confort postoperatorio de Manuel, pero que podía ser necesario culminarla por toracotomía, si se encontraban dificultades”, se explaya el informe realizado a pedido de los padres por el pediatra neonatólogo José Luis Díaz Rosselló, docente libre honorario de la Facultad de Medicina, incluida en la demanda.
El ingreso para una laparoscopia es mediante endoscopio, precisa Decia.
La coordinación quirúrgica comenzó en agosto de 2023 y la primera consulta con el anestesista fue en setiembre. “No hay mayor riesgo con esta cirugía”, dice Bibiana que afirmó el cirujano, el 1 de abril de este año, una semana antes de que Manuel entrara al quirófano. “Bibiana, tranquilizate, tenés que confiar”, se repetía la madre. Eligió creer.
Un cambio de técnica tres horas después
La intervención comenzó a las 11.40 del 8 de abril. Según la documentación, el informe de Díaz Rosselló (a partir del análisis de la historia clínica, que los padres consideran igualmente “incompleta”), se registraron dos circunstancias que complicaban la visibilidad del campo operatorio y por consiguiente la laparoscopia. Una de ellas era anatómica (una cisura oblicua incompleta, presente en el 8% de los varones) y la otra, la imposibilidad “del colapso del lóbulo superior para acceder al hilio lobar”. A su criterio, estas situaciones “podían justificar la conversión hacia la técnica por toracotomía”, pero “en la insistencia de resolver el acceso por endoscopía” se excedieron “largamente” los tiempos reportados internacionalmente para este abordaje. Si el promedio consignado gira en torno a los 60 minutos, acá recién se cambió el procedimiento a las 15.20, tres horas y cuarenta minutos después.
Ese cambio, además, no se debió a las complicaciones, “sino por una complicación gravísima detectada por el equipo anestésico”, consignó el informe: sangre que fluía por el tubo endotraqueal. Ese “gravísimo episodio” es lo que obligó a cambiar la laparoscopia por la toracotomía, “aunque la oportunidad fue obviamente tardía”.
La operación terminó y el médico a cargo les dijo a los padres que todo había salido bien. La afirmación de que no hubo eventos adversos “se da de bruces con lo que consignaron los anestesistas, que la operación tuvo que convertirse por el abundante sangrado”, subraya Decia. “Ese sangrado tuvo que ver con la laparoscopia y lejos de asentarlo en la historia clínica, como era su deber ético y legal, (los médicos) no le dieron ningún tipo de trascendencia”, agrega.
La noche y la mañana del 9 de abril, luego de que pasara el efecto de la anestesia, todo fue una pesadilla. La saturación de oxígeno bajaba y la frecuencia cardíaca aumentaba. Los analgésicos no surtían efecto. Manuel ya no respiraba. Los órganos le fallaban. El cirujano, que Bibiana afirma que recién apareció luego de las 10 de la mañana, les dijo que se quedaran tranquilos, que “no había ningún indicador que ameritaba reingreso” a block. Sin embargo, nadie en el CTI encontraba respuestas, recuerda la madre.
No hubo respuestas. Manuel fue declarado muerto a las 14.47. Tuvo un paro cardíaco de 20 minutos. Los padres fueron notificados de la tragedia por la encargada del CTI. El cirujano que los había intentado tranquilizar horas antes no abrió la boca. “Miró para el piso y no me dijo nada”, dice Bibiana. Al otro cirujano que intervino —un profesional y docente muy reconocido— lo vieron ahí por primera vez.
“Yo le agradecí al médico por haber intentado lo mejor”, recuerda hoy Eduardo, lamentando haber dicho esas palabras. “No sabía que estaba agradeciendo al asesino de mi hijo. Tengo la sensación de que fue torturado, que fue tratado como un ratón de laboratorio”.
Denuncias
Desde un principio, Bibiana sospechó que algo había pasado. En lo primero que pensó fue en un mal manejo de la medicación en el CTI. Contactó a Decia y el abogado comenzó a solicitar la documentación. Nunca tuvieron la información clínica completa, asegura: aún faltan registros anestesiológicos, indicaciones de block, imágenes de laparoscopia.
Las próximas audiencias en Fiscalía serán los días 15 y 16 de octubre. La demanda civil se presentará en estos días. En la audiencia de conciliación los médicos demandados negaron su responsabilidad. Además de las figuras ya señaladas, Decia dice que barajan agregar una demanda de “usurpación de título” contra el profesional por presentarse como un especialista que no es. También se piensa demandar al Casmu, sobre todo en lo civil, por no hacer investigación interna alguna: “A nosotros no nos brindaron apoyo de ningún tipo”, afirma Bibiana.
La configuración del equipo quirúrgico también está en cuestión. “Se estaba haciendo una toracotomía y no había un cirujano de tórax. Incluso tendría que haber estado un especialista de estos al inicio”, añade el abogado Decia.
Desde la Cátedra de Cirugía de Tórax de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República dijeron a Búsqueda que los médicos demandados no tienen acreditado un expertise en la materia. Las resecciones (extirpaciones parciales o totales) pulmonares son muy raras en niños, más aún por vía laparoscópica, todavía más en un país como Uruguay. “Son operaciones muy complejas y riesgosas incluso en cirugías ya de por sí complejas y riesgosas como son las torácicas”, señalaron las fuentes.
El hecho de que en el equipo que intervino ese día no hubiera ningún cirujano torácico fue señalado por las fuentes como algo anómalo. Desde el 1 de junio de 2022 los cirujanos de adultos no asisten a pacientes pediátricos, “excepto en situaciones de emergencia que ameriten asistencia inicial del cirujano general”, señaló un comunicado conjunto de la Sociedad de Cirugía del Uruguay y la Sociedad Uruguaya de Cirugía Pediátrica.
El informe de Díaz Rosselló, uno de los pilares de la denuncia, concluye que se trató de una “muerte evitable” por “hemorragia pulmonar intraoperatoria” y que “los cirujanos pretendieron ocultar el accidente letal, que no pudieron evitar por impericia”.
“La lectura de la historia clínica fue suficiente para comprender y poder explicar a los padres una secuencia breve de eventos durante el acto operatorio que explican claramente el trágico final”, indica.
El presidente del Casmu, Raúl Rodríguez, dijo a Búsqueda que les ofrecieron asistencia legal a los médicos demandados, pero que ellos ya se habían contactado con el estudio de Gonzalo Fernández, a través del seguro de Servicio de Asistencia Integral Profesional (SAIP) de los médicos. Consultado por este semanario, el cirujano señaló que responderá “en el ámbito judicial como corresponde”. Desde el estudio indicaron que tampoco formularían declaraciones.
Bibiana siente que en el caso de su hijo el médico “se ensañó” con la operación por laparoscopia y no comprende por qué. “Hicimos de todo por tener un hijo. Siento que nos lo robaron. ¿Quién fue el responsable? ¿Las instituciones no controlan quién hace las operaciones y cómo?”, se pregunta Eduardo.