“A mi madre la dejaron morir”, dice Jacqueline Juárez, rodeada de sus cuatro hermanos, una cuñada y una sobrina, en Casabó. Graciela Aguirre, de 74 años, falleció en el mediodía del domingo 22 de diciembre en la emergencia del Hospital del Cerro. Sus hijos aseguran que hubo una omisión de asistencia, impulsan una demanda penal y eventualmente una civil.
“Algo pasó. Hay muchas contradicciones en este caso, cosas raras. Yo quiero una pericia forense, algo a lo que se negaron los médicos. Ciertamente, puede configurarse una omisión de asistencia”, afirma a Búsqueda Pablo Leiza, el abogado de los familiares, quien en estos días prevé presentar un escrito en la Fiscalía de Flagrancia de 14° turno, a cargo de Viviana Maqueira. Para la vía civil, contra la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), hay cuatro años de tiempo, añade.
De acuerdo con un certificado de defunción firmado al día siguiente por una médica de iniciales Y. A., que la familia asegura tuvo muchos problemas en obtener, así como el resto de la documentación, la causa de la muerte es “sospecha de un ACV (accidente cerebrovascular) hemorrágico masivo”. Según dijeron a Búsqueda fuentes de ASSE, la mujer llegó en coma a la emergencia del Cerro, tuvo tres ACV previos, y el cuarto fue el fatal. “La familia acude a la Justicia y el juez resuelve que no hay omisión de asistencia y no hace lugar a la autopsia”, explicaron las fuentes. Por las dudas, añadieron, el hospital inició una investigación.
La familia asegura que ninguno de esos ACV fueron previos a ese día y que la denuncia que hicieron fue en la Policía, en la seccional 24, a las 00.18 del 23 de diciembre. Lo que los motivó a buscar asesoría legal fue la sugerencia de camilleros, enfermeros y personal administrativo del hospital de que “algo había pasado” y que aún hoy no tengan certeza de cómo fueron los momentos finales de la vida de la mujer o de si hubiese sido posible hacer algo por ella.
Jacqueline dice que escuchó a una enfermera negar que se le aplicara un resucitador manual a su madre. “Gente que estaba adentro nos comentó que durante una hora y media se reunieron entre enfermeros y doctores y discutieron fuerte sobre lo que pasó”, agrega Richard Juárez, otro de los hijos.
Domingo 22
El día más triste para la familia comenzó antes del mediodía. Daniel Juárez, uno de sus hijos, fue a tomar mate con su madre en la mañana del domingo 22. Fue en su casa, en pasaje Los Paraísos y Ombú. Daniel vive en el mismo predio, cerca del Cementerio del Cerro, en otra vivienda.
“Eso habrá sido a las diez y media. En un momento, voy a ver algo a mi casa con mi señora y cuando vuelvo la encuentro tirada en el piso, boca arriba, le salía espuma, balbuceaba, no podía decirme nada. Mi mujer me ayudó a sostenerla y yo llamé al 911 y a mis hermanos”, cuenta.
Llegó una camioneta policial en la que fue trasladada, “viva, quejándose, consciente”, a la emergencia del Hospital del Cerro. Según el testimonio de los hijos, desde un inicio los médicos les dijeron que el cuadro era grave y que iban a coordinar un traslado a otro centro asistencial.
Según la historia clínica a la que accedieron —según ellos, gracias a la “buena voluntad” de algunos funcionarios que se solidarizaron, ya que desde la dirección “no la querían dar”—, emitida el 24 de diciembre a las 12.39 (dos días después de su ingreso), la mujer llegó con TEC (traumatismo de cráneo o encéfalocraneano) y “con pérdida de conocimiento”. A las 12.00 de ese domingo 22 se intenta coordinar con SAME (el servicio de ambulancias de ASSE) un traslado, y el Hospital Maciel fue una primera opción. Esto se descarta, ya que, se indica, “no cuentan con Tomografía ni disponibilidad”. Luego se intenta una conexión con el CTI del sanatorio Juan Pablo II, del Círculo Católico.
De acuerdo con los familiares, la ambulancia demoró una hora en venir.
La historia clínica señala que el móvil para el traslado llegó al Cerro a las 13.10. El texto indica que es subida a la camilla de la ambulancia, con suficientes drogas como para mantenerla viva. Es ahí cuando empieza a tener “sangrado nasal abundante” y fibrilación ventricular (arritmia). Se le hace cardioversión eléctrica y masaje cardíaco. Luego, se constata un ACV hemorrágico masivo.
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Hijos y otros familiares de Graciela Aguirre
Leonel García
A la familia le habían informado que la mujer había hecho “tres paros”, que “no valía la pena ‘traerla’ de nuevo” porque, “en caso de sobrevivir, ella ya no sería como antes”, cuenta otro de los hijos, Daniel Juárez.
“Y nunca le vimos sangre en la nariz. Cuando nos dicen que se murió, no esperé ni que dijeran ‘pasen’. Yo me metí para adentro a los gritos, le dije a la enfermera que no le había dado ese aparato (el resucitador manual) a mi madre... y no tenía nada, la cara limpita, la misma musculosa con que la llevamos, ni una gota de sangre, ni marcas de haber estado entubada o de circuito... Estaba, como quien dice, acostada, como si no le hubiesen hecho nada”, narra Jacqueline.
El fallecimiento fue constatado a las 13.35. Los fármacos y procedimientos indicados en el documento generan sospechas en sus hijos, sumamente desconformes con las explicaciones y el trato de los médicos a cargo. “En el propio hospital, los administrativos y uno de los camilleros nos dijeron que hiciéramos una denuncia”, dice Richard.
Graciela Aguirre hubiera cumplido 75 años el 28 de diciembre.
Diligencias
Tras la denuncia policial, luego ampliada, alentados por gente “de adentro” del propio Hospital del Cerro, los hijos de Aguirre buscaron asesoría letrada en Leiza. Este les pidió un resumen cronológico de todo lo realizado para poder pedir que la Fiscalía diligencia prueba; entre ellas una pericia forense, que no entiende por qué no se realizó.
“De acuerdo a lo que me cuentan, hay elementos fácticos sobre hechos contradictorios. Hay que averiguar y hay que presentar un escrito en Fiscalía”, señala. Entre las cosas “raras”, enumera las trabas a que la familia viera el cuerpo, la negativa a la autopsia y la hemorragia nasal de la que sus hijos no vieron indicios.
“En muertes donde quedan dudas en los familiares, se suele hacer autopsia para que ellos queden tranquilos. Acá no pasó. Según el relato, hay contradicciones entre médicos, funcionarios, gente de la ambulancia y una demora de 48 horas en terminar de confeccionarse la historia clínica”, dice Leiza. Todo eso, a su criterio, puede configurar una omisión de asistencia.
Del otro lado, en ASSE reiteran que la mujer, que no tenía controles médicos asiduos, llegó al Cerro con un cuadro “muy complejo” y que, más allá de empatizar con el dolor de la familia, un desenlace así era esperable.