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    Los 525 maestros comunitarios del país se reúnen para “celebrar”, “capacitarse” y “resignificar” el programa

    La directora de Primaria, Gabriela Salsamendi, dijo que “en el gobierno anterior dejó de ser comunitario, porque quedó metido en las escuelas”, y el año próximo buscarán “recuperar la esencia”

    Una de las respuestas del primer gobierno del Frente Amplio a la crisis del 2002 fue la creación del Programa Maestros Comunitarios. Durante el siglo XX, los educadores desplegaron tareas en sus comunidades, especialmente en el ámbito rural, pero fue recién en 2005 cuando se institucionalizó, con foco en las ciudades, esa función. Hoy hay 525 docentes que la cumplen en Uruguay. Todos ellos fueron convocados al “encuentro” por “los 20 años del Programa Maestros Comunitarios” que se desarrollará durante dos jornadas en el Palacio Legislativo, donde conversarán sobre el origen y el rumbo del programa.

    La directora general de Educación Inicial y Primaria, Gabriela Salsamendi, dijo a Búsqueda que la tarea de los maestros comunitarios “va mucho más allá de lo pedagógico” porque son quienes “se embarran y caminan las calles”, un trillo al que “en este gobierno se le da mucha importancia”. De hecho, Salsamendi considera que la pandemia recluyó a estos docentes en las escuelas, y que ese movimiento no se revirtió todo lo necesario. “En el gobierno anterior dejó de ser comunitario, porque quedó metido en las escuelas”, se transformó “casi” en “un maestro de apoyo” pedagógico, “la línea fundamental se perdió” y la función quedó “un poco desdibujada”. La actual administración busca “recuperar la esencia” del programa, “que es que los maestros conozcan el barrio, vayan a la casa de los gurises y estén en la comunidad”.

    De qué manera se rediseñará el programa no está definido. “Puede ser con apoyo al estudiante o desde otros lugares, ayudando con la alfabetización de los gurises en un club de niños o de baby fútbol”, explicó la jerarca. El encuentro de este viernes 15 y sábado 16, además de ser una instancia de capacitación, pretende que los maestros comunitarios “piensen sobre cuál es su rol: si es volver al origen o si lo que plantean son nuevos desafíos” que las autoridades no están viendo. Serán dos jornadas de “celebración, cursos, formación y resignificación” de estas figuras, que se realizarán en el Palacio Legislativo y el Teatro Solís, organizadas por el Centro de Formación Permanente de Primaria.

    De todas maneras, hay algunas definiciones. Por ejemplo, las autoridades de la educación buscan extender el programa a todas las escuelas urbanas de contexto socioeconómico vulnerable y además se encaminan a cambiar el reglamento para que los comunitarios tengan los mismos derechos que los maestros de aula.

    La “locomotora” de los comunitarios

    La organización de la sociedad civil El Abrojo implementó un programa de maestros comunitarios en 1994 y dos años después fue apoyada y expandida por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). En 2005, se reformuló y asumieron su implementación el Consejo de Educación Inicial y Primaria y el programa Infamilia del entonces flamante Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Hoy, tras varios cambios, depende de la Dirección General de Educación Inicial y Primaria, está en más de 300 escuelas de todo el país y atiende a unos 16.000 niños por año.

    La única exigencia para ser comunitario es ser maestro y el cargo es designado por el director de la escuela. La función se cumple a contraturno, principalmente en las escuelas de Aprender (Atención Prioritaria en Entornos con Dificultades Estructurales Relativas), que son las instituciones urbanas de mayor vulnerabilidad social, asociadas a los quintiles 1 y 2. Primaria propuso y el Consejo Directivo Central (Codicen) de ANEP incluyó en la propuesta presupuestal que elevará al Parlamento que el programa se extienda al final del quinquenio a todas las escuelas de estos quintiles, incluso las de tiempo completo.

    El presidente del Codicen, Pablo Caggiani, fue maestro comunitario. En 2008 trabajaba en el barrio Conciliación, en el noroeste de Montevideo, desde el Mercadito, donde entonces funcionaba una biblioteca comunitaria y hoy hay una UTU. “Esa zona tenía en ese momento varios asentamientos, algunos en regularización, entonces cada vez que llegaba una familia nueva había que ir a ver si había gurises para escolarizar, para invitarlos a ir a la escuela”, recuerda. Los maestros comunitarios siguen en ese trillo. “Hay un conjunto de compañeras a lo largo y ancho del país que son las que encontraron a los gurises” que no estaban inscriptos en ninguna escuela, cuando el mes pasado el gobierno puso en marcha la Estrategia de Revinculación Educativa. “Son unas locomotoras, y si lo tuviéramos que pagar, no podríamos”, dijo Caggiani a Búsqueda. Su imagen remite a José Pedro Varela, que en 1865 cerró el artículo Los gauchos así: “La ilustración del pueblo es la verdadera locomotora del progreso”.

    El escenario cambió desde aquellos primeros años de puesta en marcha del programa hasta hoy. Su actual coordinadora, Stella Vallarino, informó que “en algunos hogares no hay problemas, pero en algunas zonas, y no necesariamente en zonas rojas de Montevideo, sino también en el interior, donde hay bocas de drogas y situaciones de extrema violencia, la llegada del maestro comunitario es un problema”, en el sentido de que a veces “se le hace difícil entrar al hogar”. Aunque “la túnica sigue siendo para el maestro como un escudo, algo que lo protege, y representa el respeto, la confianza”, algunos docentes “tienen miedo”, razón por la que ciertas visitas a hogares se realizan con dos maestros comunitarios. “Cuando el programa surge, había otras situaciones de mucha vulnerabilidad desde el punto de vista cultural, económico, social, pero no había tanta violencia”, dijo Vallarino a Búsqueda.

    La coordinadora explicó que uno de los objetivos del programa es convocar a las familias a la escuela, pero “no es sencillo porque los padres tienen otros intereses, otras preocupaciones”. “Traerlos a la escuela no es algo que se nos esté haciendo fácil”, asumió.

    Articuladores institucionales

    El Programa Maestros Comunitarios tiene cinco líneas de acción: alfabetización de hogares, grupos con familias, integración educativa, aceleración escolar y trayectorias educativas. La evaluación del programa realizada en 2022 por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) planteó que mientras lo distintivo del maestro comunitario radica “en el trabajo con las familias, en el vínculo generado con los niños y la coordinación realizada entre la escuela y las organizaciones barriales y del Estado, el maestro de apoyo centra su trabajo en la institución escolar, atendiendo a niños con dificultades de aprendizaje”. La diferenciación con el maestro de apoyo sigue siendo un asunto de debate.

    A su vez, el anterior gobierno creó en 2022 la figura del maestro comunitario articulador. Hoy hay 478 maestros comunitarios y 57 articuladores. Estos últimos surgieron con el propósito de “atender escuelas que no participaban en el programa (escuelas de educación común, rurales, de especial e inicial), por lo que dependen administrativamente de las inspecciones departamentales”, explicó el Ineed, y agregó que ese año su tarea “se centró fundamentalmente en la articulación en la interna de la Dirección General de Educación Inicial y Primaria entre distintas escuelas o programas, pero también con otras instituciones presentes en los territorios, ya sean de la sociedad civil o del Estado”.

    La coordinadora del programa aclaró que, mientras “el maestro comunitario tradicional trabaja mucho con la familia, el articulador va a la casa en casos más urgentes o más graves”, como por ejemplo “si hay alguna situación de riesgo, si se considera que un niño tiene un problema de violencia o de índole sexual, si algunos de sus derechos están vulnerados”, para luego articular con otras instituciones.

    La actual administración está evaluando eliminar la figura de maestro comunitario articulador y que quienes hoy cumplen esa función pasen a desempañarse como maestros comunitarios tradicionales. “Las líneas fueron muy bien creadas en 2005, cuando se generó el programa, y tienen mucha vigencia hoy, pero se está pensando un rediseño”, informó Vallarino, en el sentido de sumar un sexto componente al tradicional rol del maestro comunitario: la articulación institucional.

    El gobierno prevé, además, aprobar un nuevo reglamento del programa que sustituya al de 2008. El vigente no define a los maestros comunitarios como un cargo, sino como una función, por lo que si se ausentan por dos semanas del trabajo, aunque sea por licencia médica, pierden la función. “Si te quebraste la pierna y no podés ir a trabajar durante 15 días seguidos, perdiste la función. Eso está mal, porque tenés derecho a quebrarte”, dijo la directora de Primaria.

    Además, estos maestros no reciben un salario todos los meses del año, otro de los aspectos que Primaria y Codicen pretenden modificar. La maestra Rosario Ramos, que coordinó el programa entre 2012 y 2017, alertó en abril de 2020 en un artículo publicado en la revista sindical Quehacer Educativo que los maestros comunitarios habían perdido “su carácter anualizado”. Planteó entonces que se trataba de “una desinteligencia o una intención explícita de desmantelamiento del programa por parte de las autoridades”. Ramos integra la mesa denominada “pioneras”, convocada para este viernes 15 al salón de los Pasos Perdidos.

    El Ineed informó en 2023 que “los maestros comunitarios son en su mayoría mujeres, con 42 años de edad en promedio, efectivas en sus cargos, con 14 años de antigüedad en el desempeño docente (en promedio) y casi cinco años en la función (en promedio)”.