A partir de esa información, el 28 de octubre el director de la Policía Nacional, José Manuel Azambuya, le planteó a Martinelli que el partido se disputara sin hinchas visitantes. “El análisis de fuentes abiertas y el análisis de fuentes cerradas nos dieron la información e indicios de que no era conveniente”, dijo Azambuya al día siguiente en conferencia de prensa. Aseguró que la preocupación de la Policía aumentó a partir de las consecuencias que dejó el duelo de ida el 23 de octubre en Río de Janeiro, donde hubo incidentes antes y después del mismo que culminaron con la detención de centenares de hinchas de Peñarol. Para el lunes, los datos recogidos por la Policía ubicaron el partido en un nivel de riesgo máximo, que impulsó la sugerencia de que no vinieran simpatizantes brasileños a Montevideo.
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El director de la Policía, José Manuel Azambuya, junto al ministro del Interior, Nicolás Martinelli, durante el operativo de seguridad de la semifinal Peñarol-Botafogo en el Estadio Centenario
Daniel Rodríguez/adhocFOTOS
La posición del gobierno provocó la reacción inmediata de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), el ente organizador de la Copa Libertadores, que solicitó al Ministerio del Interior y a Peñarol garantizar por escrito que había “condiciones de seguridad necesarias para la realización del encuentro con la presencia de ambas parcialidades”. En caso contrario, se reservaba el derecho de establecer que la semifinal fuera a puertas cerradas o incluso en otro país, más allá de las multas y sanciones que Peñarol podía tener en sus próximas participaciones de la Copa Libertadores.
No se trataba de una advertencia infundada. Acostumbrada a actuar bajo reglas estrictas, con casi nulo espacio para el diálogo y poca influencia de los gobiernos nacionales, la Conmebol ha tomado decisiones controvertidas en el pasado. En 2018 intentó llevar a cabo la final de la Copa Libertadores entre River y Boca en el Estadio Monumental de Buenos Aires, a pesar del ataque de hinchas de River al ómnibus de Boca, que culminó con futbolistas heridos; el partido fue finalmente suspendido y, de manera inusual, trasladado a Madrid. En 2021, la Conmebol notificó a Nacional que podía ser excluido de la Copa Libertadores si no se presentaba a jugar un partido de la fase de grupos contra Atlético Nacional de Medellín; el encuentro se retrasó una hora debido a que el hotel en donde se hospedaba Nacional estaba bloqueado por las protestas sociales que sacudían Colombia en mayo de ese año.
El ultimátum de la Conmebol obligó a un cambio de planes y se designó al Estadio Centenario como sede de la semifinal de vuelta entre Peñarol y Botafogo, con público de los dos equipos. “Nosotros estamos preparados para, en el Estadio Centenario, dar las garantías a las hinchadas y a todos los que participen del evento. Tenemos la experiencia. El Estadio Centenario es oportuno, no el Campeón del Siglo”, explicó Azambuya.
La decisión contó con la aprobación de Peñarol pero el enojo de sus directivos. Desde que Nacional y Peñarol comenzaron a utilizar el Gran Parque Central y el Campeón del Siglo, respectivamente, la Policía y el Ministerio del Interior insisten en que partidos de alta peligrosidad, como los clásicos del fútbol uruguayo, sean en el Estadio Centenario. Las razones policiales se enfocan en la logística: ubicación en el centro de la ciudad, amplios ingresos al escenario, muchas vías de acceso al lugar, calles perimetrales espaciosas, mejor iluminación en la noche, tribunas más grandes y separadas, facilidad para la colocación de vallados, rapidez para la llegada y salida de patrulleros y policías, e incluso operativos ya aceitados en los cuales las propias hinchadas conocen cómo y por dónde deben llegar.
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1.600 hinchas de Botafogo fueron al Estadio Centenario a ver la semifinal de vuelta contra Peñarol
Daniel Rodríguez/adhocFOTOS
El manual de la Conmebol para la Copa Libertadores establece que el local debe vender 4.000 entradas a los visitantes. Sin embargo, fueron menos de la mitad, 1.600, los hinchas de Botafogo que presenciaron el partido en la tribuna Colombes del Estadio Centenario. En la Policía entienden que las idas y vueltas previas desestimularon a muchos simpatizantes brasileños: la falta de claridad sobre dónde y en qué condición iba a organizarse el partido, y el temor a posibles agresiones determinaron que no compraran boletos o que, incluso quienes los compraron, eligieran no viajar a Uruguay.
El encuentro se desarrolló finalmente sin inconvenientes y con la presencia de Martinelli, quien se quedó hasta la madrugada para observar la salida de la parcialidad brasileña, custodiada policialmente una vez que el público de Peñarol ya se había retirado.
¿Cuál es la situación de los hinchas de Peñarol en Brasil?
La semifinal entre Peñarol y Botafogo fue una oportunidad única que, tras 13 años, volvió a colocar a un club uruguayo en la élite futbolística del continente. El primer partido en Río de Janeiro finalizó 5-0 a favor de Botafogo, lo que prácticamente definió la serie, a pesar del triunfo 3-1 de Peñarol en la revancha en Montevideo. Además de la derrota en la ida, el viaje de Peñarol a Brasil causó incidentes que resultaron en el arresto de alrededor de 300 hinchas visitantes. Los problemas se dieron en las inmediaciones de la Praia do Recreio dos Bandeirantes, en la zona oeste de la capital carioca, cercano a Barra da Tijuca.
Tanto Peñarol, institucionalmente, como los hinchas que fueron a Brasil denunciaron que se trató de detenciones indiscriminadas —entre las cuales había mujeres y niños— provocadas por la Policía Militar, que agredió e hizo reaccionar a los hinchas; añadieron que durante la detención se cometieron abusos y después demoras para retornar a Uruguay una vez que la mayoría fueron liberados. Esta situación no es nueva en Brasil, donde hinchas de equipos visitantes han sido objeto de acciones similares por parte de las agencias policiales.
Finalmente quedaron 22 personas detenidas. La Agência Brasil, un medio de comunicación público, informó que el Tribunal de Justicia de Río de Janeiro (TJRJ) les dictó prisión preventiva y que “los jueces que presidieron las audiencias destacaron en sus decisiones que la mayoría estaban armados con palos y fueron sorprendidos in fraganti por la Policía Militar”. Fueron acusados de delitos de destrucción de la propiedad pública, destrucción de propiedad privada, asociación criminal, hurto, rapiña, porte de arma de fuego, porte de armas blancas y actos de discriminación racial.
La defensa de los arrestados está a cargo de los abogados Jorge Barrera y Rodrigo Rey, quienes fueron contratados por Peñarol. Ambos manifestaron públicamente que, aunque los casos son disímiles, se basan en pruebas "débiles, sin fundamento ni rigor científico".
"Son compatriotas que se defendieron de un ataque concertado, de participación público-privada", aseguró Rey a Subrayado. Barrera, entrevistado en Carve Deportiva, añadió que la estrategia judicial es procurar las libertades de los implicados en forma escalonada. “Queremos que se pueda lograr la condena y luego la deportación, que el cumplimiento de la condena sea desterrarlos y echarlos de Brasil. Como en Brasil no puede existir la deportación sin sentencia de condena, entonces hay que aceptar responsabilidades a cambio de que la pena sea la expulsión del país”.
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La entrada al Complejo Penitenciario de Gericinó
Tânia Rêgo/Agência Brasi
Hasta ahora ese objetivo se cumplió parcialmente: el martes diez de los 22 arrestados fueron liberados a cambio de medidas sustitutivas a la prisión. Hasta que termine el proceso deben fijar domicilio en Brasil, no pueden salir del país ni acceder a espectáculos deportivos y tienen que concurrir dos veces al mes a una sede judicial. Los abogados defensores también solicitaron la libertad de los otros hinchas y esperan la resolución en estas horas.
El 30 de octubre familiares de los arrestados hablaron con Martinelli cuando acudió a supervisar el operativo policial del encuentro ante Botafogo en el Estadio Centenario. El ministro les explicó que el gobierno trabaja en el tema, pero principalmente a través de la Cancillería y no del Ministerio del Interior. De todas formas, sí se comunicó con el canciller Omar Paganini para interiorizarse de la situación. Horas después el cónsul general y el oficial de Cancillería de Río de Janeiro concurrieron al Complejo Penitenciario de Gericinó (antes conocido como Bangú) para constatar que los 21 mayores de edad estuvieran en buenas condiciones. Los oficiales de Cancillería también visitaron al único menor de edad, que está alojado en un centro de socioeducación (denominado CENSE) dependiente del Departamento General de Acciones Socioeducativas, el órgano del gobierno de Río de Janeiro que se encarga de atender a menores infractores.
Según supo Búsqueda, algunos de los hinchas tienen varios antecedentes penales en Uruguay por delitos como desórdenes, riñas, pedreas y porte de arma de fuego en un espectáculo público. Entre ellos hay indagados por homicidios ocurridos en Uruguay vinculados al fútbol. De acuerdo a Agência Brasil, uno de los uruguayos poseedor de antecedentes fue acusado en Río de Janeiro de riña, incendio, resistencia, desobediencia, desacato, injuria por motivos de etnia y asociación criminal. En la Policía Nacional de Uruguay también consideran que al menos dos de los arrestados forman parte de la barra brava de Peñarol.
Antes de la semifinal de vuelta contra Botafogo, Barra Ámsterdam, como se denomina la barra brava del club, emitió un comunicado de prensa para llamar a “la tranquilidad dentro y fuera del Estadio Centenario”, ya que cualquier hecho de violencia podía “agravar” la situación judicial de los detenidos. “Se nos hace imposible estar en todas partes, por lo que exhortamos a los carboneros a no violentar a los botafoguenses”, señaló el pedido dirigido “a las diferentes agrupaciones que conforman la hinchada, a las peñas, socios y no socios, a quienes van solos o en grupos, y a los hinchas de todas las tribunas”.
La hinchada luego repartió volantes con el lema “liberen a los pibes”; también hubo cánticos y una bandera que, tras el triunfo 3-1, los futbolistas fueron a buscar hacia la tribuna Ámsterdam para desplegar en el campo de juego: “Libertad para los pibes”, decía la pancarta. “Devuelvan a su casa a nuestros gurises que solo se defendieron y están presos en otro país y lejos de sus familias. A partir de mañana tiene que ser tema de Estado y de gobierno. Suelten a los hinchas de Peñarol ya”, escribió el presidente del club, Ignacio Ruglio, en el estado de su WhatsApp.