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    Un centro de rehabilitación para adicciones en La Coronilla, Rocha, provoca un conflicto con vecinos

    Varios residentes firmaron para pedir la relocalización del establecimiento; referentes de la comunidad terapéutica dicen que esperaban reticencias pero no de esa magnitud

    El balneario La Coronilla, en Rocha, vive un verano inusual. La causa es la instalación en un viejo hotel, testigo de momentos de esplendor, de un centro de la Comunidad Terapéutica Bethania, para recuperación de personas con adicciones. Esto es fuertemente resistido por un grupo de vecinos de esta localidad costera, ubicada a 25 kilómetros del Chuy, con 1.200 habitantes permanentes.

    El conflicto todavía no se ha visto reflejado en incidentes que este mismo grupo considera empero inevitables. Estos vecinos aseguraron que el lugar no tiene habilitaciones de la Intendencia de Rocha y del Ministerio de Salud Pública (MSP), temen que la tranquilidad del balneario se vea alterada y temen que signifique un golpe de muerte al turismo. Temen cosas aún peores.

    "Yo tengo miedo a que se arrimen dealers a merodear por acá, aprovechando que hay gente recuperándose a la adicción a las drogas", dice a Búsqueda Florencia Baselli. Un vecino más radical, Enrique Sayagués, un abogado jubilado con 60 años en la zona, aventura casi como un hecho que los internos de ese centro —todos hombres de entre 25 y 40 años— van a protagonizar algún ataque a niños y a mujeres. "No soy apocalíptico, soy realista, ¿o no te acordás lo que pasó con Lola Chomnalez?", agrega en referencia a la adolescente asesinada hace poco más de 10 años en Valizas. "Acá los gurises todavía andan solos".

    Desde Bethania, instalada en Uruguay desde 2012 con el modelo de las fazendas brasileñas, señalan que nunca han vivido una situación como esta. El de La Coronilla es su séptimo centro de rehabilitación en el país. En total, atienden a entre 200 y 220 personas con adicciones y otros trastornos mentales. También afirmaron que este nuevo establecimiento —en el que hoy están instaladas unas veinte personas entre residentes y personal terapéutico— tiene todos los controles en regla y una habilitación definitiva en trámite por parte del MSP, algo que es habitual, según dijo a Búsqueda uno de sus directores, Victorio Ponce de León.

    Para otro de los directores, Fernando Frontán, lo que se refleja en las resistencias es “ignorancia y miedo” en una localidad que sufre “postergaciones de todo tipo”.

    Toda esta tensión incluye una denuncia policial de los responsables de la comunidad contra Sayagués por una amenaza y la sospecha por parte de los vecinos del involucramiento del intendente Alejo Umpiérrez y su esposa, Ana Laura Serralta, responsable del programa comunal “Venciendo adicciones”, en este proyecto. Esto ha sido desmentido tanto por el jerarca como por Bethania. Y por ahora, más allá del recelo, no ha habido ningún inconveniente real en La Coronilla.

    Postergación

    El centro Bethania está donde funcionaron años atrás el hotel y restaurante Gure Etxe y luego el hotel Castelo a Mare. El lugar está privilegiadamente cerca del mar, con bajada propia a la playa, ahí donde funcionaron los hoteles en la época que se soñaba para La Coronilla un futuro como la joya de la costa atlántica, a 314 kilómetros de Montevideo. Ese sueño fue inundado durante la última dictadura militar, cuando la ampliación del Canal Andreoni afectó tremendamente a las que los más nostálgicos aseguran que eran las mejores playas de Rocha, lo que es mucho decir. El turismo también se vio seriamente resentido. Dieciséis kilómetros al oeste está Punta del Diablo, que en los últimos años ha tenido un florecimiento exponencialmente mayor.

    “No hay ambulancia ni médico. Si hay un problema de salud hay que ir al Chuy o a Castillos (a 52 kilómetros)”, dice Frontán. A su criterio, ese es un indicador de una sociedad “postergada” que reaccionó a la aparición del centro de Bethania de forma que ellos no esperaban.

    Sobre fines de 2024 Bethania adquirió al viejo Castelo do Mare, que llevaba aproximadamente una década en venta, sin que nadie del rubro hotelero se interesara en invertir en el balneario que décadas atrás parecía destinado a superar a La Paloma como principal enclave turístico costero rochense. “Primero nos pidieron una cifra astronómica y luego llegamos a un precio razonable”, dijo Ponce de León. Esto es: una entrega de US$ 120.000 y otros US$ 120.000 a pagar. En noviembre empezaron las instalaciones, las refacciones y las llegadas de los primeros hombres —es un hogar masculino— que los responsables de Bethania subrayan están en la última etapa de su rehabilitación. Ahí comenzaron los problemas.

    A pesar de que insisten en que no tienen nada contra las personas con problemas de adicción y están “totalmente a favor” de la existencia de centros como Bethania, los vecinos cuestionaron desde el inicio su ubicación. “Habiendo tantos lugares solitarios en el interior del país para que funcionen este tipo de establecimientos, deciden instalar un centro de rehabilitación para adictos y personas con afecciones mentales en un lugar turístico enfrente al mar, donde veranean familias con niños pequeños y donde funcionan todavía hoteles”, escribieron en la sección Cartas al Director de Búsqueda el 12 de diciembre.

    Encontrar resistencia ahí donde se instalen no es nuevo para esta comunidad terapéutica. En 2021 habían alquilado un predio de la Iglesia Metodista en Paysandú, en la zona de la Autobalsa, para hombres en la fase primaria de su recuperación a las adicciones. También hubo miedo de los vecinos, en una zona que se había vuelto residencial. “Pusieron el grito en el cielo y ahora estamos totalmente integrados”, afirmó Frontán. En ese caso, admitió, la mediación de los metodistas jugó a favor de una aceptación final.

    Esto no ha terminado de ocurrir en La Coronilla. Una tensa reunión entre los lugareños y los responsables de Bethania el 16 de diciembre incluyó una denuncia policial contra Sayagués. Según este (que también publicó en Búsqueda una carta en términos bastante más duros que la anterior), lo único que él hizo fue decirles que si ellos se iban a otro lado él les conseguía “un dólar arriba del otro” todo lo que ellos habían invertido. De acuerdo con Frontán, esto incluyó la amenaza de que la cosa podía “pasar a mayores”.

    “Ah, la denuncia... fui con fiscal y me preguntó si los había amenazado. Les dije que 'sí, con tirarles US$ 260.000 arriba'. Se rió y se acabó la cosa”, minimiza Sayagués. Lo que no se acabó fue el diferendo. El abogado añade que ya ha juntado “unas 400 firmas de vecinos” pidiendo que se vayan. “ En un pueblo de 1.200 personas eso es tremendo”, asegura.

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    Balneario La Coronilla

    Balneario La Coronilla

    En Bethania esperaban una reticencia, pero no esta. “No han sido días fáciles” , afirma Ponce de León, tratando de elegir las palabras: “Es gente atípica, totalmente cerrada a cualquier cosa diferente a lo conocido”. Según el director de la comunidad, estos cuestionaban “hasta que los chicos (los residentes) pudieran bajar a la playa”. No todos los vecinos tienen esa misma postura, aclara (de hecho, en otra carta también publicada en Búsqueda se dejó constancia de que algunos se desprendían de la primera misiva). Frontán, por su lado, destaca que ya existen “acciones de mutua ayuda” con otros actores de la comunidad.

    Luego de esa reunión hubo otra de los vecinos con el intendente Umpiérrez. A muchos vecinos les llamó la atención la “cerrada defensa” del jerarca sobre la instalación de este centro, según expresan a Búsqueda. Incluso sugiere que Sarralte, esposa del jefe comunal, estaría detrás de él, ya que ella está a cargo de programas con ese mismo fin impulsados por la Intendencia de Rocha.

    “Lo que yo hice es aclarar que no estamos vinculados al proyecto y que nada podíamos hacer para impedir su puesta en marcha, porque tiene todas las autorizaciones correspondientes, que no dependen en nada de la Intendencia de Rocha”, dice Umpiérrez a Búsqueda. “No tenemos vinculación institucional y mucho menos personal. Mi mujer hace cuatro años y medio que trabaja gratuitamente como directora de 'Venciendo adicciones' y no está para hacer 'negocio' con esto. Tendríamos mejores opciones en qué invertir dinero...”, concluye.

    “Nos han querido involucrar con el intendente, con la señora del intendente... Conversamos con él cuando buscábamos lugares, como hacemos en todos lados. Nada más. A él (Umpiérrez) le interesa mucho la problemática de las adicciones y nos ayudó a hacer conexiones con la mutualista de Rocha”, dijo por su lado Frontán.

    Inicio del verano

    Los primeros días del verano en La Coronilla transcurren con esta tensión de fondo. Lucía Baselli, otra vecina, hermana de Florencia, dice que los residentes de Bethania pasan “todos ahí, fumando, haciendo nada, sentados y con vista al mar”, contiguos a una bajada a la playa “que ya no usa nadie”, sin más actividad que “cortar cada tanto el pasto”. Los niños, añade, “ya no andan solos en bicicleta como antes” en los alrededores. Sayagués, quien también se quejó al principio de que estos hombres “andaban sueltos por el pueblo”, admite que ahora “se cuidan terriblemente y solo salen acompañados por alguien de ahí”. De todas formas, presagia que “cuando (los responsables) bajen la guardia va a haber lío seguro”.

    “Nosotros nos instalamos en Rocha, porque la demanda (de rehabilitación en el departamento) de Rocha es grande”, subraya Ponce de León.

    Maximiliano Morales, de la inmobiliaria Studio Quatro, es otro de los que está a favor de una reubicación del centro de rehabilitación. Sin embargo, reconoce que más allá de la cautela en un par de clientes que habían hecho reservas, al día de hoy los alquileres en el balneario por la temporada “no sea han visto afectados”. La Coronilla está hoy a tono con el resto de la costa rochense, añade. “Sí puede haber una afectación en eventuales compradores”, precisa.

    “No nos preocupan los vecinos asustados, nos preocupa una actitud maliciosa”, resume Frontán.