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    Un tercio de los médicos de Uruguay sufren del síndrome del “quemado”, dice estudio de la Udelar

    La situación es más grave durante los cinco primeros años del ejercicio de la profesión; la pandemia del Covid-19 puede haber influido

    El síndrome del burnout, traducido como síndrome del “quemado”, es un estrés crónico provocado por las condiciones laborales que genera agotamiento físico y mental. Además de generar a quien lo padece alteraciones emocionales también afecta el desempeño de sus tareas. Y uno de cada tres médicos uruguayos lo sufre, según un estudio de la Universidad de la República (Udelar).

    Los médicos que recién arrancan la carrera, antes de culminar una especialización, sobre todo los que se encuentran en régimen de residencias, son los más afectados por esta situación.

    El estudio se realizó en una muestra “de conveniencia”, entre quienes aceptaron contestarla, de 1.083 profesionales afiliados al Colegio Médico del Uruguay (CMU) durante 2023. El promedio de edad de los encuestados fue de 41 años, en un rango total que iba de los 26 a los 73. Del total, el 78,8% eran mujeres. El trabajo fue firmado por cinco integrantes de la Unidad Académica de Salud Ocupacional, de la Facultad de Medicina de la Udelar, entre quienes está su director Fernando Tomasina, también exdecano de esa institución y exdirector del Hospital Pereira Rossell.

    El estudio concluyó que la prevalencia del burnout en médicos uruguayos es del 32,1%, 348 de esos 1.083. El resultado final fue “sensiblemente más alto” que registros anteriores, que lo cifraban entre 1,8% y 17,2%, lo que “podría ser consecuencia del desgaste de los médicos durante la pandemia COVID - 19”.

    “Hay un principio básico en salud ocupacional: es fundamental para un buen servicio a la gente que haya bienestar por parte de los trabajadores. En las áreas de salud y enseñanza impacta mucho el desgaste profesional, se pierde un aspecto fundamental que es la empatía”, dijo Tomasina a Búsqueda.

    El documento fue publicado en el primer número de este año de la revista Anales de la Facultad de Medicina (Anfamed).

    Variables que influyen

    El trabajo consideró distintas variables. Una de ellas es la ubicación geográfica. El 67,3% de los médicos encuestados vivía en Montevideo y el 13,4% en la zona Centro del país (Canelones, Florida y Durazno). En lo que se refiere a la composición familiar, el 74,6% estaba en pareja, el 49,5% tenía menores o adultos a cargo y el 18,5% vivía solo. El 95,8% era uruguayo.

    Ninguna de estas variables repercutió significativamente a la hora de definir si el profesional en cuestión estaba “quemado” o no.

    A la hora del trabajo de campo la casi totalidad de los encuestados (99,2%) estaba en actividad. En los años de ejercicio laboral sí se perciben diferencias significativas. El 30,4% tenía 21 años o más de trayectoria, donde se registró el 20,7% de los casos de burnout. Pero en los que tenían entre uno y cinco años de profesión, 18,8%, la prevalencia detectada fue del 27,6%.

    El 82,3% de los consultados se desempeñaban en alguna especialidad médica. Considerando esta variable, en orden de prevalencia, los mayores casos de burnout se registraron en: pediatría, emergentología, en los profesionales sin especialidad, en medicina interna y en medicina familiar y comunitaria.

    El 10,9% (118) eran médicos en régimen de residencia, el sistema considerado más importante para la formación de especialistas, pero que en muchos casos significa cumplir una función más asistencial que formativa, con una remuneración tan baja que prácticamente los obliga a trabajar, además, como médicos generales. Eso termina siendo un caldo de cultivo para el burnout. De hecho, 58 de los que presentaron este síndrome están en este segmento.

    También se consideraron los sectores de atención. En policlínica trabajaba el 29,1% de los consultados, en puerta de emergencia el 20,5% y en emergencia móvil o de radio el 15,1%. El contacto con las situaciones más apremiantes tiene una relación directa con la prevalencia del síndrome. Mientras en el primero de los casos hubo menos porcentaje de “quemados” que de trabajadores (24,1%), en los otros dos la situación era a la inversa: 26,4% y 20,4%.

    Si algo sobra es volumen de trabajo. El promedio de horas semanales trabajadas fue de 50 (hubo un caso de 168, todos los días, toda la semana) con una mediana de tres empleos, teniendo el 51,2% un contrato de dependencia. El 6,5% afirmó no tener una jornada libre a la semana, aunque dos días de descanso fue el promedio. Casi la totalidad (97%) afirmó tener un vínculo “adecuado” con sus colegas.

    Como suele pasar en todas las profesiones, tener hobbies o actividades recreativas influye favorablemente: el 52,6% de quienes tenían burnout refirieron tenerlos, contra un 63,6% del total. En ambos casos la gran mayoría de los profesionales aseguró tener “alguien de confianza” para tocar temas personales y en porcentaje similar (en el entorno del treinta por ciento) dijeron recibir atención psicológica.

    Solo un 12,3% (133 médicos encuestados) dijo haber recibido un diagnóstico de síndrome de burnout por parte de un profesional competente. Eso es poco más de la tercera parte del total de quienes lo padecen.

    Etapas iniciales de la carrera médica

    En el apartado “discusión y comentarios” del estudio, se pone énfasis en la situación de los médicos “en los primeros cinco años de su carrera”, con residencia y alta carga horaria semanal, “representan factores de riesgo para desarrollar este síndrome”. Se pone énfasis en la etapa de la residencia: de hecho, el 49% de los residentes lo presentaban. Esa etapa “se caracteriza por un periodo de aprendizaje activo con elevada carga laboral, con un rol esencial en cada servicio y frecuentemente de privación de sueño, donde se deben resolver situaciones clínicas complejas”. Esto se ve agravado por la “inexperiencia”, las “demandas académicas”, la eventual “escasa supervisión” e incluso las “situaciones de violencia percibidas”.

    Las diferentes aristas del estudio incluyen la influencia de los “ambientes hospitalarios que provocan estrés y agravios psíquicos”, afectando su desempeño. Esto incluye el desempleo, el modo de vinculación laboral (con contrato o no), las modalidades de trabajo, los horarios, los cargos, las cargas horarias e incluso las instituciones en la que se trabaja. A su vez se cuestiona que en el país “no existen mecanismos regulatorios que impidan que un médico trabaje en guardia 24 horas, los 7 días de la semana si así lo decidiera”, como sí los hay en otros países.

    “Considerando el rol del médico en la sociedad, parece inconcebible que tengan una carga horaria mayor que la población general. Esto ha llevado a naturalizar el exceso de trabajo, las noches y los días festivos”, resalta el estudio. Tomasina agregó que "es importante" que (en los lugares de trabajo) "haya espacios de contención para el personal".