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Faltaban unos meses para las elecciones nacionales de octubre de 2004. El Frente Amplio aparecía como el favorito en todas las encuestas de opinión pública, incluso con posibilidades de ganar en la primera vuelta, como terminó ocurriendo. El candidato era Tabaré Vázquez y el eventual futuro ministro de Economía designado por él era el entonces senador Danilo Astori.
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Fue en ese marco que, durante una entrevista con Búsqueda meses antes de aquellas elecciones, Astori desarrolló un concepto que luego generó un intenso debate en la interna frenteamplista y que hasta el día de hoy mantiene vigencia y sigue resonando en la cabeza de algunos dirigentes de esa fuerza política. “Si llegamos al gobierno, hay que cortar el cordón umbilical con el Frente Amplio”, opinó. Recordó, además, que Vázquez había usado un concepto similar antes de asumir como intendente de Montevideo y luego lo había aplicado.
Esa señal de independencia futura generó mucho malestar en algunos grupos izquierdistas, en especial los que eran menos afines a Astori. Eso no ocurrirá, vaticinaron, y aseguraron que se encargarían día tras día de marcar la linea de un eventual futuro gobierno de la coalición de izquierda.
El Frente Amplio finalmente ganó por primera vez el gobierno nacional y Astori se transformó en ministro de Economía. Tuvo algunos choques significativos con su fuerza política, pero, en la mayoría de los casos, Vázquez se inclinó por respaldarlo. Hubo una excepción muy importante, cuando Vázquez y Astori se manifestaron a favor de negociar y firmar un tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos, pero luego cedieron ante las presiones de los entonces grupos mayoritarios del Frente Amplio, que se manifestaron radicalmente en contra de esa posibilidad.
Pero en muchas de las decisiones importantes durante aquel gobierno quedó claro ese corte de cordón umbilical entre el Poder Ejecutivo y la fuerza política. Fue uno de los puntos positivos de la primera administración de la coalición de izquierda. Luego, en los dos siguientes gobiernos sucesivos, esa independencia se fue diluyendo hasta que al final del segundo período de Vázquez se hacía casi imperceptible. Quizás ese fue uno de los motivos por los cuales el Frente Amplio fue derrotado en las elecciones nacionales de 2019.
Hoy vuelve a adquirir vigencia aquella reflexión tan oportuna de Astori. Porque el actual presidente de la República, Yamandú Orsi, está recién construyendo su liderazgo interno dentro del Frente Amplio, la fuerza política que lo llevó al poder. Y en estos primeros pasos que está dando como jefe del Poder Ejecutivo, establecerá las reglas de relacionamiento con su fuerza política para los próximos cinco años.
Parece bastante claro que un gobierno tiene que tener independencia del accionar de los partidos políticos que lo integran. Es elemental. Imposible consultar cada una de las decisiones diarias o que las medidas más importantes se tomen en asamblea. La función del Poder Ejecutivo es ejecutar, no discutir y discutir, sin avanzar hacia ningún lado.
Orsi parece tenerlo claro. Al menos hasta ahora. Así quedó de manifiesto en dos decisiones cruciales que tomó durante los últimos días, que lo distanciaron de las manifestaciones públicas que habían tenido los principales referentes del Frente Amplio.
La primera es la referida a mantener la oficina de Innovación y Emprendedurismo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) en la ciudad israelí de Jerusalén, por más que fueron varios los reclamos de su fuerza política para que hiciera lo contrario.
La segunda, y más importante todavía, fue aceptar la renuncia de la exministra de Vivienda y Ordenamiento Territorial, Cecilia Cairo, por más que el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, y varios de los principales referentes de la coalición de izquierda se habían manifestado previamente en sentido contrario. Orsi hizo caso omiso a lo que desde la dirección de su fuerza política era mayoritario y optó, también esta vez, por cortar el cordón umbilical, como corresponde a un buen gobernante.
Claro que el gobierno recién empieza. Y el presidente no la va a tener nada fácil. Menos teniendo en cuenta la renovación de liderazgos por la que está atravesando el Frente Amplio.
Tendrá varias pruebas de fuego, y quizás una de las más importantes por delante sea la elaboración del presupuesto quinquenal. Tendrá que ser rápido para cortar el cordón umbilical, antes de que termine envuelto en él. Esperemos que lo logre, por el bien de todos.