Ni tonta ni perezosa, la ultraderecha global supo aprovechar la polémica en torno a Imane Khelif en los Juegos Olímpicos para reforzar sus discursos de odio y fomentar la polarización.
El problema es que ni a Giorgia Meloni, ni a Elon Musk ni a Javier Milei les interesa realmente quién es Imane Khelif, ni cómo es su cuerpo ni su identidad, ni qué siente frente a todos esos comentarios sobre su persona
Ni tonta ni perezosa, la ultraderecha global supo aprovechar la polémica en torno a Imane Khelif en los Juegos Olímpicos para reforzar sus discursos de odio y fomentar la polarización.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáImane Khelif es la boxeadora argelina que el pasado viernes 9 se quedó con la medalla de oro de boxeo femenino en París. El tema se volvió mediático cuando le ganó a la boxeadora italiana Angela Carini en octavos de final, dejándola fuera de combate en 46 segundos. Al bajar del ring, Carini declaró entre lágrimas: “Nunca en mi vida me habían golpeado tan fuerte. Depende del Comité Olímpico Internacional juzgar”. Así, en plena frustración por su rotundo fracaso deportivo, no encontró mejor idea que poner en duda la identidad de su contrincante. Y la respuesta fue inmediata: personajes como Giorgia Meloni, Elon Musk, J. K. Rowling o Javier Milei aprovecharon la volada para desplegar su artillería transfóbica.
“Los atletas que tienen características genéticas masculinas no deberían ser admitidos en competiciones femeninas”, declaró la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni. Mientras que Elon Musk compartía en su red social (X, ex-Twitter) un texto que decía “los hombres no pertenecen a los deportes femeninos”.
En esta pelea, alinearse detrás de Khelif o detrás de Carini termina siendo una cuestión política, y eso es precisamente lo triste y preocupante en todo esto. Porque hacer política con base en los cuerpos de las personas tiene todo de problemático. Sin embargo, el presidente de Argentina, Javier Milei, estaba desatado en X, despachándose con un “a ver boluprogres, vengan a explicar esto”, y retuiteando textos de otras cuentas con afirmaciones como: “El feminismo hizo que sea ‘deporte’ y no un delito que un hombre le pegue a una mujer”.
El problema es que ni a Meloni, ni a Musk ni a Milei les interesa realmente quién es Imane Khelif, ni cómo es su cuerpo ni su identidad, ni qué siente frente a todos esos comentarios sobre su persona. Solo les interesa avivar el fuego del odio transfóbico y fomentar la ignorancia y el desconocimiento, porque esa es la base de la lógica política de la ultraderecha: dividir, polarizar.
Sin embargo, ya está explicado y recontra explicado que la boxeadora argelina no es una mujer trans: Khelif nació mujer, se identifica como mujer y como mujer fue criada. Sus altos niveles de testosterona no la hacen “menos mujer”. Para empezar, los niveles hormonales no son una variable fija en el organismo, sino que están en constante cambio (cambian a lo largo del día, a lo largo de los años, pueden cambiar con el estado de ánimo o en función del ejercicio físico realizado). Tener más testosterona que el promedio (al menos en el momento en que le hacen el estudio), no solo no la hace menos mujer, sino que tampoco le asegura ganar. Es decir, tener más testosterona ni siquiera significa ser mejor que todas las mujeres (de hecho, Khelif ha perdido muchas peleas frente a otras mujeres anteriormente). En definitiva, esa creencia es tan solo una manera de aferrarse a la idea de que la superioridad deportiva de hombres frente a mujeres es una realidad incuestionable.
Además, lo irónico de estas afirmaciones acerca de que Khelif “es en realidad un hombre” es que, de esta manera, se estarían alineando con la idea de que los hombres también pueden quedar embarazados (ya que la boxeadora puede biológicamente engendrar), algo que este tipo de discursos se ha encargado de negar sistemáticamente.
Por otro lado, cabe señalar el fuerte componente racista presente en este tipo de cuestionamientos, que siempre tienen en la mira a competidoras racializadas.
Después de todo el lío, Angela Carini salió a pedirle disculpas a Khelif por sus declaraciones y dijo lo que era obvio desde un primer momento: “Estaba molesta porque mis Olimpiadas se habían esfumado”. Pero el daño ya estaba hecho, y toda la violencia que se desató en redes sociales contra Khelif la afectó terriblemente a ella y a su entorno, como declaró su entrenador.
A pesar de todo, la argelina supo sobreponerse a las adversidades. Además de llevarse el oro, ayer miércoles 14 de agosto su abogado presentó una denuncia penal en Francia, que nombra explícitamente a J. K. Rowling, Elon Musk y otros, por la violencia y el ciberacoso realizado en redes contra su persona. El abogado señaló que hasta Donald Trump podría ser parte de la investigación por esta causa.
Quizás, este valiente gesto contribuya a que los discursos violentos dejen de estar a la orden del día, y a que los paladines de la ultraderecha dejen de aprovechar cualquier noticia falsa para “avivar el fuego” de sus seguidores.