—Capaz que me gusta más la posibilidad de ser intendente que ser candidato a intendente, que no es idéntico.
—¿Y por qué quiere ser intendente?
—Este es un planteo que ha sido recurrente. Cada tanto, cada vez que se avecina una campaña departamental, no faltaba algún amigo, conocido o persona anónima que después te decía “para mí tendrías que ser vos”. Nunca pensé que fuera mi momento, esa es la verdad. En esta coyuntura particular se dan algunas cosas que creo que pueden mostrar una diferencia. Una obviamente es el cambio de escenario nacional. El resultado el 24 de noviembre fue una alegría y también fue un enorme alivio. Me siento identificado con el estilo de Yamandú, no solamente con la propuesta política, sino con el estilo de trabajo, su forma de accionar en la política y en la gestión pública, con la forma con que organiza sus equipos y particularmente cómo armó el gabinete. Entonces, el cambio de escenario nacional es una cosa y lo otro es el cambio de escenario departamental, porque creo que en este momento en Montevideo se necesita un punto de inflexión que además tiene un potencial muy grande de alinearse con el punto de inflexión a nivel nacional. Creo que siempre, para cualquier partido político, uno de los grandes riesgos es seguir actuando por inercia. Es decir, venimos bien, venimos por un determinado cauce, y vamos a seguir más o menos por lo mismo. Entonces eso es cómodo, genera capaz que menos fricciones, menos tensiones, pero te puede dar un buen resultado en el corto plazo y puede ser una gran rémora, un gran retraso estratégico en el mediano y largo plazo. Si seguimos en una proyección lineal, es altamente probable que el Frente gane de todos modos en Montevideo, porque tiene una hegemonía electoral, política, cultural. Pero aun ganando podría perder. Entonces me parece que es un buen momento para hacer una sacudida.
—Si hay una inercia producto de que se va bien, ¿por qué se necesita una sacudida?
—No soy muy de esa cuestión medio autoflagelante, pero sí creo que tenemos que evaluar muy bien qué es lo que hemos logrado, qué problemas tenemos y qué cosas hay que cambiar hacia adelante. Y eso no implica tener un ánimo refundacional. No voy por la refundación de nada en ninguna de las áreas en las que he trabajado, tanto en el sector público a nivel nacional o departamental como en la política universitaria. Creo que uno tiene que asumir lo que viene de atrás, corregir lo que hay que corregir e impulsar cosas nuevas, apoyarse en los acumulados. Y la intendencia tiene un acumulado muy importante, pero también hay algunos indicadores de fatiga en algunos temas. El informe del Monitor Ciudadano, de Equipos Consultores, muestra que la ciudadanía tiene una visión crítica en algunas áreas de servicios o en algunas dimensiones de la vida urbana. Hay que sanamente preguntarse por qué ocurre esto. Hay una satisfacción muy grande con el tema espacios públicos y, sin embargo, hay una mala evaluación del tema limpieza. Uno podrá decir “bueno, en realidad no es tan así”, porque si lo mide objetivamente estamos recogiendo tantas toneladas, estamos mejorando esto, estamos haciendo lo otro. Eso es verdad, pero la percepción subjetiva también es un dato. En esta etapa es muy importante tener las orejas bien abiertas y escuchar lo que te dicen las personas, lo que te dicen los ciudadanos, los colectivos sociales y de alguna manera interpretar eso que te están diciendo y darles respuesta.
Así como te digo el tema limpieza, otro tema que es recurrente y que tiene también múltiples dimensiones y tiene como derivaciones diferentes para intervenir es el tema de la movilidad del transporte. Es innegable que el transporte colectivo de pasajeros ha mejorado muchísimo, desde todo punto de vista, hasta el confort. Sin embargo, la venta de boletos y la proporción de viajes que se hace en el transporte colectivo sigue cayendo y también hay una expresión de insatisfacción. Y por otro lado hay problemas en la movilidad, en la congestión del tránsito, etcétera. Muchos de ellos probablemente tengan que ver con cuestiones propias de la intendencia y otras son propias de cambios sociales con los cuales hay que lidiar y que son parte de procesos globales. Por eso digo que es un momento de mirar un poco la realidad, estudiarla, decodificarla y plantear respuestas adecuadas. Tuvimos un momento de esplendor, por así llamarlo, de la planificación urbana, de la visión de ciudad, del proyecto de ciudad, que lo podemos situar, digamos, simbólicamente, en el año 98, cuando se aprueba el plan de ordenamiento territorial de Montevideo, pero estamos a casi 30 años de ese momento. Han ocurrido un sinnúmero de ajustes, modificaciones, retoques, agregados, parches. Es el momento de trazar una línea y rediseñar el modelo en términos de hacia dónde va la ciudad, hacia dónde va el territorio.
—¿Cree que el Frente Amplio debe competir con más de un candidato en Montevideo?
—Vengo de una lógica más tradicionalista del Frente. Si le preguntás a algún compañero del Partido Comunista, te va a contestar probablemente lo mismo que te contesté yo: me sentiría mucho más cómodo con una candidatura común. Para la estructura del Frente Amplio es mucho mejor trabajar con una candidatura, porque la estructura se siente incómoda con múltiples candidaturas simultáneas. ¿Pasará eso? No creo. Tendría que haber una alineación de astros.
—Usted hablaba de una sacudida en la intendencia. ¿En qué sectores?
—Hay un esfuerzo muy importante en lo que tiene que ver con limpieza urbana, hay un esfuerzo muy importante en lo que tiene que ver con movilidad, y también en una especie como de balance entre lo que es lo macro y lo micro, entre lo estructural y lo cotidiano. Es decir, lo macro pueden ser las grandes infraestructuras. Uno de los proyectos que creo que es más desafiante de este período, y que ya hay una orientación política sólida en esa dirección, es el de los ejes troncales metropolitanos: un proyecto de sistema de transporte colectivo de pasajeros por los grandes ejes troncales metropolitanos que involucra por lo menos a la Intendencia de Canelones, a la de Montevideo, y al gobierno nacional a través del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, uno de los grandes desafíos para volver a jerarquizar el transporte colectivo y mejorar la movilidad en la ciudad más allá de la ciudad.
—¿Y ahí se puede hablar de una nueva modalidad de transporte o si se sigue con los ómnibus?
—Hay dos propuestas, una es el famoso tren-tram, que requiere rieles, yo creo que tiene ciertas rigideces. Y la otra está basada en el BRT (bus rapid transit, ”ómnibus de tránsito rápido”), que es el sistema que está implantado en muchos lugares en América Latina, Ciudad de México, Bogotá, Curitiba, hasta Buenos Aires tiene también algunos tramos. El año 2025 es el año para tomar esas decisiones.
—Mencionó como problema a resolver el de la limpieza.
—Recomiendo la lectura del artículo de Verónica Piñeiro del sábado en la diaria. Ella dice, bueno, que no es solo un tema de logística, es un tema social. Si vos tenés una economía informal, no solamente pensando en los clásicos hurgadores que vemos acá en los barrios centrales, sino en la periferia de Montevideo, operando al margen de las normativas y reciclando y volcando residuos, bueno, eso no va a avanzar. Ahí hay un trabajo de cercanía también. Requiere un esfuerzo sostenido en el tiempo, un trabajo de cercanía con los municipios y también un esfuerzo muy grande educativo y de comunicación. Está demasiado de moda el hablar del cambio cultural, porque todo es cambio cultural, o de la batalla cultural. Realmente también el comportamiento de la gente, de las personas, muchas veces refleja una ajenidad con respecto a la casa común que es la ciudad.
Necesitamos tener una transición en nuestra percepción y nuestra comunicación institucional de que el espacio público no es la plaza, el parque, el rincón infantil, que también a veces son vandalizados, sino que el espacio público empieza cuando vos salís de la puerta de tu casa. Cuesta entender eso, sobre todo ahora que la calzada vehicular está tomada por los coches y que ya las veredas no son lugares para estar. Mi utopía sería que se volviera a vivir la calle como el espacio público. Esto implica también un trabajo. El tema de las veredas parece que es un reclamo fundamental. Ahora se hizo una experiencia muy buena, con hormigón peinado de mucha calidad, en 8 de Octubre, en la zona de la Unión. Con esa experiencia, si uno la replicara en escala ampliada en toda la ciudad, no estamos hablando de una inversión que sea inmanejable.
—Eso sería para renovar las veredas, porque hay barrios donde las veredas no existen.
—Exactamente, por eso, como en todo, vos no podés tener una línea de ataque homogénea para una ciudad que es heterogénea. En la periferia es donde están las carencias más grandes. Por ejemplo, en toda la zona de Flor de Maroñas hay unos enormes anchos de veredas de césped. Y la gente toda circula por el canal vehicular, vehículos, motos, gente vieja, niños. Entonces ahí es construcción nueva, estudiar las prioridades, los circuitos, cómo se va, a dónde se va, si voy a los centros de abastecimiento, si voy a la escuela, la ruta segura de los niños a las escuelas, que los niños puedan volver a ir caminando a las escuelas sin que tengan este riesgo. Y otro es el modo de intervenir en las áreas consolidadas.
—Desde la oposición cuestionan que el Frente Amplio en la intendencia no ha logrado resolver las funciones básicas y, en cambio, destina dinero al área cultural.
—Hay gente que tiene un discurso como muy combativo sobre eso: “Déjense de embromar con la cultura y todas esas cuestiones que son un gasto absolutamente injustificable y dedíquense a hacer lo que tienen que hacer”. Entonces, cuando vos preguntás qué es lo que tienen que hacer, responden limpiar, barrer, que tengas iluminación, saneamiento. Felizmente los gobiernos departamentales y desde el año 1935, con la Ley 9.515, tienen, salvo la seguridad, la defensa y no sé qué otra cosa más, prácticamente los mismos cometidos que los gobiernos nacionales. A veces uno ve en Twitter cada disparate, como que Montevideo tiene 1.800 zánganos en el departamento de cultura, mientras que París tiene 200. Datos absolutamente fake, pero no importa, se repiten y creo que en eso no hay que ceder. Los gobiernos departamentales tienen una competencia en el área cultural relevante. Los gobiernos departamentales tienen una competencia también relevante en otros aspectos que tienen que ver con el desarrollo económico local. Y en esto lo han asumido también las intendencias del interior.
—Una crítica que se le ha hecho últimamente a la intendencia es que ha incrementado mucho el gasto en TV Ciudad, por ejemplo.
—Eso es un clásico. En todo hay que examinar, hay que ser austeros en eso. Cualquier sugerencia razonable que implique austeridad me parece perfecta. Es sano y es de buena práctica tratar de reducir gastos de funcionamiento y mejorar la proporción de los gastos de inversión dentro del presupuesto, que ha sido también una atención continua.
—En las últimas semanas Búsqueda informó que las autoridades de la intendencia están preocupadas por problemas financieros y económicos. ¿Le preocupa que la próxima gestión herede una situación económica complicada?
—No hay información a un nivel de detalle, no hay balance cerrado. Por eso no se puede tener un nivel de precisión ahora. Aun en el caso de alguna dificultad financiera, no sería la primera vez que la intendencia debió ajustarse el cinturón, reprogramar gastos, reprogramar pagos. A veces estas cosas en algún aspecto pueden ser antipáticas, pero bueno, habrá que ver el estado financiero y ver qué decisiones hay que tomar.
—Han pasado ya 35 años con el Frente Amplio en la Intendencia de Montevideo y hay problemas que parecen persistir. ¿Qué argumentos le daría a la gente para que confíe otros cinco años en el Frente Amplio?
—El Frente Amplio es a nivel del país y también a nivel de Montevideo la fuerza política que tiene las condiciones para hacer la mejor gestión de gobierno. Es un proyecto político progresista de izquierda que está basado en una idea de la ciudad, en el caso de Montevideo, como una ciudad que requiere integración social, equilibrios, inclusión. También se cuestiona muchas veces que la intendencia en los barrios más complicados tenga programas como el Sacude o el programa Crece, que son verdaderos focos de construcción comunitaria en contextos sumamente disociados, afectados por grandes problemáticas como son las redes de narcotráfico, la exclusión social, etcétera. Entonces ahí hay un rol muy importante. No voy a decir ni que el Partido Colorado ni el Partido Nacional y nadie está pensando que es buena la exclusión social, la marginalización, pero sí que tienen una visión política que no va en la dirección adecuada. No lo fue en su gobierno nacional, no lo es en los gobiernos departamentales que están a cargo de esos partidos en otros departamentos. Entonces, ciertamente no es una buena opción para Montevideo.
—Sostienen que han sido más exitosos que el Frente Amplio en algunos departamentos.
—¿Exitoso desde qué punto de vista? Porque desde el punto de vista electoral, sí, claro, el Partido Colorado en Rivera es exitoso, Antía en Maldonado es exitoso. ¿A qué costo? Una política clientelar de cooptación de los medios de comunicación, de cooptación de las instituciones sociales. Ese es el modelo del ingreso masivo a dedo a la función pública, dependiendo cada vez más de las transferencias nacionales, cuando no hace ese esfuerzo por tener los ingresos propios. Entonces, yo no quiero eso para Montevideo.
—Hay cada vez menos gente viviendo en Montevideo. ¿Su aspiración sería, como intendente, revertir ese fenómeno?
—Es un tema que no lo tengo pensado. Es un dato fuerte a tener en cuenta, porque eso que cada vez vive menos gente no es un problema del último período intercensal, es una tendencia robusta que va tomando todas las mediciones por lo menos desde el censo (del año) 96. Se viene como consolidando esa ciudad metropolitana que trasciende los límites administrativos. No creo que haya políticas posibles para decir “bueno, vamos a hacer esto para que la gente vuelva”. Creo que sí debería hacerse un esfuerzo muy grande para que este drenaje no continúe, con una ciudad más atractiva, más amigable, más habitable y que pueda recibir, como recibió afortunadamente en las últimas décadas, migrantes.