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“Volvimos”: una jornada de euforia y emoción en el pueblo frenteamplista
Hubo escenas de llanto y gratitud entre los militantes que saludaron el paso de Yamandú Orsi y Carolina Cosse desde el Palacio Legislativo hasta la Plaza Independencia
“Entre el asombro y el desconcierto”, definió su momento el presidente de la República, Yamandú Orsi, cuando se asomó desde la puerta de su casa en Salinas, repleta de militantes frenteamplistas que lo fueron a saludar unas horas antes de que se colocara la banda presidencial en la Plaza Independencia. Fue un momento coloquial, de cercanía, nada solemne ni protocolar. “Te manda saludos mamá, que no pudo venir porque se cayó”, se despachó entre los micrófonos y los abrazos uno de los asistentes a la jornada histórica de su vecino el presidente. Era cerca de las 12 del mediodía.
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Sobre la una de la tarde, la avenida Libertador empezaba a poblarse. En las inmediaciones del Palacio Legislativo se fueron ubicando tras las vallas los que querían una ubicación de privilegio para ver pasar la caravana con la fórmula presidencial. Una pareja, sentados en reposeras de playa, compartía mate y galletitas dulces para matar la espera. Frente a ellos, una manifestación inesperada y ruidosa. Parte de la barra brava de Peñarol, con banderas, paraguas y carteles, fueron hasta allí para gritarle al futuro presidente que “el nuevo gobierno no se olvide de los pibes en Río”. Las pancartas y los cánticos eran en alusión a hinchas aurinegros detenidos en Brasil luego de un partido por la Copa Libertadores. “¡A los pibes los vamos a traer!”, repetían los hinchas en medio de una batucada que contrastaba con la parsimonia con la que esperaban los que tenían las banderas roja, blanca y azul del Frente Amplio. Convivían la celebración y la protesta.
Poco antes de las dos de la tarde, Orsi y la vicepresidenta, Carolina Cosse, subieron las escalinatas del Palacio Legislativo, alfombradas y de color rojo. Y luego de un par de horas, tras prestar los juramentos y hacer el primer discurso presidencial bajo la atenta mirada de tres expresidentes: Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle Herrera y José Mujica, comenzó la caravana por la avenida Libertador. Orsi y Cosse se subieron al automóvil eléctrico de la marca coreana Hyundai IONIQ 5, que tenía el techo abierto para que pudieran hacer el trayecto saludando a la militancia.
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El primer discurso del presidente Yamandú Orsi: “Se vuelve imperioso colocar todo el peso del Estado en afrentas dolorosas que nos niegan como sociedad. La primera de ellas: la pobreza infantil”.
Había euforia y emoción en el pueblo frenteamplista. “¡Volvimos!”, gritaban. Hubo mucho llanto. Jóvenes y veteranos emocionados hasta las lágrimas saludando y agradeciendo. “¡Volvimos de vuelta, carajo!”, le lanzó a Orsi una señora con un perro caniche entre sus brazos. La fórmula presidencial, que iba a paso de hombre a bordo del auto eléctrico, devolvía los saludos. Orsi, con una cara que variaba entre el gesto de gratitud y esa clásica expresión suya de sorpresa, abriendo grande los ojos y la boca cuando parecía reconocer a alguien entre la multitud. Cosse, ampulosa, con los brazos abiertos, que a veces se los llevaba al corazón. Hubo una sola salida de protocolo. Fue espontánea. En la puerta del Instituto de Profesores Artigas, un grupo de la organización de Familiares de Detenidos Desaparecidos portaba carteles con rostros de víctimas de la dictadura. Al verlos, Orsi y Cosse decidieron bajar del auto y abrirse paso entre la gente para saludarlos en persona.
La caravana avanzó sin contratiempos. Fue bastante menos caótica que la de marzo de 2020, que estaba rodeada por centenares de jinetes y caballos. En la Plaza Independencia los esperaban los protagonistas de aquella jornada de cinco años atrás: Luis Lacalle Pou y Beatriz Argimón. Se saludaron con cordialidad. Hubo un breve intercambio entre risas entre el mandatario saliente y el entrante. Y luego, en la ceremonia de traspaso, se escucharon abucheos. Se hicieron sentir. El pueblo frenteamplista silbó con energía la imagen de Lacalle Pou que se proyectaba por la pantalla gigante.
Tras su segundo mensaje como presidente, ahora con la banda presidencial cruzándole el pecho, Orsi ingresó al Palacio Estévez. Se encerró brevemente con su familia en una sala y luego salió con Cosse a saludar desde el balcón. Sus hijos esperaban ansiosos su turno. “¿Ya saludó con la vice?”, preguntó uno.
La respuesta fue afirmativa y la nueva familia presidencial, que Orsi ha mantenido siempre en un discreto segundo plano, salió al balcón. Quizás por eso llamó la atención el entusiasmo contenido con el que saludó al pueblo la esposa de Orsi, Laura Alonsopérez. La primera dama, casi desconocida para el gran público, arengó eufórica a la militancia, que también vivió intensamente su jornada de regreso al gobierno.