N° 1957 - 15 al 21 de Febrero de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl periodismo no agoniza en ninguna redacción de cronistas con pensamiento en el siglo pasado, ni se esconde asustado tras las escenografías de los peores programas de chimentos, ni susurra apenas audible ante los micrófonos de una radio que prefiere informar sobre la interna de la cumbia cheta. Tampoco se desangra sobre las redes sociales ni pierde su oxígeno por las cadenas diarias de WhatsApp. No es una especie en extinción. El periodismo sigue igual de vigente que hace cuarenta, treinta o diez años.
Cambiaron los periodistas, cambiaron las formas, cambiaron algunos medios y también la manera de acceder a las fuentes de información. Se escuchan, al igual que hace medio siglo y que siempre, a los que dicen que nada es como antes y que todo lo pasado fue mejor. Pero la realidad se encarga de desmentirlos, aunque sea por un rato.
El presidente Tabaré Vázquez resolvió el miércoles 14 destituir a los tres directores de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), luego de una serie de denuncias presentadas en su contra por presuntos casos de corrupción, amiguismo y nepotismo. La gota que desbordó el vaso fue la contratación por parte del vicepresidente de ASSE, Mauricio Ardus, de la novia de su hijo para un cargo de secretaria con un sueldo de $ 57.000. La información fue difundida por VTV Noticias unas pocas horas antes.
Pero muchas otras denuncias habían sido realizadas por El Observador, El País y Búsqueda, entre otros, a propósito de irregularidades en ASSE, denuncias que incluso derivaron en una Comisión Investigadora en el Parlamento, que se encontraba en pleno trabajo.
Periodistas investigaban, competían entre ellos, difundían y procuraban ampliar lo que iba surgiendo. La oposición, desde el Palacio Legislativo, también hacía su trabajo reclamando explicaciones al gobierno por la vía institucional. El presidente tomó nota de todo, lo meditó el tiempo que evaluó prudencial y resolvió esta semana un corte de cirujano, de esos que ya había mostrado en el pasado.
Algo similar ocurrió con el caso del vicepresidente Raúl Sendic. Aquí también la prensa tuvo un rol muy importante, al igual que las instituciones y el sistema político, cada cual ocupando su espacio, como debe ocurrir en una democracia que funcione de forma sana y eficaz.
El Parlamento indagó a los sospechosos negocios realizados por Ancap cuando era presidido por Sendic, encontró varios hechos que pueden configurar delitos y resolvió realizar una denuncia ante la Justicia Penal, que se encuentra estudiando el tema.
Los periodistas, en forma paralela, realizaron sus investigaciones y encontraron otros hechos muy dudosos o controversiales y los difundieron, generando un revuelo con pocos precedentes para un vicepresidente uruguayo.
El diario El Observador informó que Sendic decía ser licenciado cuando en realidad nunca había obtenido semejante título, y así se confirmó con los hechos. Búsqueda divulgó los gastos personales realizados por Sendic con la tarjeta corporativa de Ancap, lo que provocó una tormenta política que terminó en su renuncia. Otra vez el periodismo como protagonista desde su rol de informar. Ni más ni menos.
Podríamos seguir aquí con otros episodios recientes. La lista es muy larga. Sin ir demasiado lejos, basta con repasar en la prensa lo informado sobre el caso Pluna o sobre los negocios con Venezuela en el primer y segundo gobierno del Frente Amplio, o sobre los desvíos cometidos en algunas intendencias.
Pero debe quedar claro un aspecto muy importante que algunas veces genera confusiones en la lógica excitación provocada por el desenlace de esos casos. Los periodistas no despiden ni colocan a ningún jerarca del gobierno. A los gobiernos los vota la ciudadanía y son ellos luego los encargados de definir a quiénes designan para cada uno de los lugares jerárquicos y cuándo es necesario removerlos.
Otra vez: el rol de la prensa es informar. Una sola palabra, tan simple y compleja a la vez: in-for-mar. No somos jueces ni policías ni gobernantes ni opositores. Somos periodistas y trabajamos para nuestros lectores, no para ningún poder político ni para hacer caer a nadie. Procuramos hacerlo con la mayor libertad posible y con absoluta independencia. Esa es nuestra lucha de ayer, de hoy y de siempre.
A no confundir y a no confundirse.