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Se deterioró la capacidad de Uruguay de crecer con equidad
El 72% de los empresarios ve peores condiciones para hacer negocios que en años anteriores, según una encuesta efectuada por el Instituto de Competitividad de la Universidad Católica
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Entre 2006 y 2017 Uruguay logró niveles crecientes de bienestar, principalmente por la evolución del ingreso medio de los hogares y las mejoras en los indicadores sociales, como la esperanza de vida al nacer, la disminución de la pobreza, entre otros. Sin embargo, no fue un camino lineal el seguido en torno a esas variables, que forman parte de una medición de la competitividad entendida en un sentido amplio como la capacidad de generar crecimiento sostenible con equidad e inclusión. De hecho, algunos datos anticipan que empeoraría en 2018.
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El valor máximo de dicho índice construido por el Instituto de Competitividad de la Universidad Católica —que abarca aspectos macroeconómicos, institucionales y referidos a factores como capital humano, innovación e internacionalización— se alcanzó en 2013, bajó entre 2014 y 2016, para luego recuperarse en 2017. “Pero para este año, según datos preliminares, proyecciones y algunas estimaciones, podríamos decir que el índice estaría bajando”, adelantó a Búsqueda su directora, Micaela Camacho. Tal retroceso se alinearía con los resultados de una encuesta de percepción de entorno que el instituto realizó a 143 empresarios —y que divulgará la semana próxima junto con su Informe de competitividad de 2018—: el 72% ve peores condiciones para hacer negocios respecto a años anteriores.
“Independientemente del índice, la percepción es que el entorno es malo, y eso tiene mucho peso en cómo se desarrollan, operan e invierten las empresas”, afirmó Camacho.
Agregó que en otras dimensiones relevadas por los subíndices referidos a aspectos microeconómicos se constata una “dualidad” respecto a su evolución: los datos muestran mejoras, pero los empresarios no las perciben. Por ejemplo, el subíndice de capital humano mejoró “sustancialmente” entre 2006-2017, principalmente por el aumento de la cantidad de población con formación universitaria (pasó de 8,3% a 13,3%). Sin embargo, el 57,7% de los encuestados dijo que “no es fácil” contratar empleados con las destrezas que necesitan y 43,8% señaló que conseguir una fuerza laboral formada es un “obstáculo severo o muy severo” para las empresas.
En cuanto al comportamiento empresarial, el índice también muestra un mejor desempeño porque la inversión en innovación creció desde 2006. “Sin embargo, la encuesta presenta una respuesta neutra sobre el aporte que realizan los centros de investigación”, indicó Camacho. Por eso, a su juicio, “hay espacios de mejora” para incentivar la innovación, en especial para las pequeñas y medianas firmas.
En tanto, el factor de internacionalización comercial tuvo altibajos según el índice: creció hasta 2012, bajó en 2009 y subió en 2017. En consonancia con una concentración de mercados y productos, de la encuesta surgió que la falta de acuerdos por fuera del Mercosur estuvo entre los obstáculos más mencionados por el empresariado.
Otro de los aspectos microeconómicos analizados por el Instituto de Competitividad fue el perfil productivo, donde Uruguay no registra en el período analizado un “cambio sustancial”. Camacho evaluó que si bien se percibe un aumento del valor agregado en los productos agropecuarios (aproximado por el coeficiente entre el producto bruto industrial y el del sector primario), eso no ha sido suficiente para “incidir en el avance de la economía uruguaya hacia la innovación. Falta un montón”.