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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáMientras gestiona una millonaria cartera de viejos deudores, el Fondo para el Desarrollo que administra el Instituto Nacional del Cooperativismo (Fondes-Inacoop) aprobó este año nueve préstamos por un total de US$ 1,3 millones y tiene a estudio el financiamiento de otros cuatro proyectos por US$ 1 millón más. “Está funcionando bien, no sentimos una restricción de fondos, aunque seguimos sin recibir nuevos recursos. Lo que falta es demanda”, dijo a Búsqueda el presidente de esa entidad, Gustavo Bernini.
El Fondes, creado en el gobierno de José Mujica como la “vela prendida al socialismo”, fue reformado por la actual administración —luego de que varios emprendimientos autogestionados por los trabajadores cerraran sin devolver los préstamos recibidos— y pasó a ser gestionado por el Inacoop: por un lado, administra la antigua cartera y, por otro, financia emprendimientos pero haciéndoles un seguimiento más cercano y dándoles créditos relativamente pequeños.
Ante las críticas que la oposición viene realizando a cooperativas apoyadas por el viejo Fondes, como Envidrio, Bernini señaló: “No podés cuestionar a las cooperativas porque son cooperativas. Podés cuestionar a alguna porque le fue mal, pero sería tan torpe como cuestionar a las empresas capitalistas” por la misma razón.
Bernini recordó que en este período se buscó constituir garantías de los préstamos otorgados años atrás —más de US$ 60 millones a una veintena de emprendimientos— y apoyar a los trabajadores con asistencia técnica y en la gestión, refinanciaciones, para intentar que no cerraran las unidades productivas. En el caso de Envidrio, señaló, el préstamo que le dio el viejo Fondes tiene garantías y el reperfilamiento del crédito se extendió en 10 años.
Algo similar sucedió con Funsacoop, que aunque pagó US$ 4 millones —de un total de US$ 6 millones—, el resto los tuvo que refinanciar a 10 años por los problemas que la fábrica de cubiertas tuvo este año, en especial por las dificultades para cobrar a Venezuela y la menor demanda del mercado interno, reconoció a Búsqueda uno de sus socios y directivo Enrique Romero. Actualmente, la cooperativa solo produce guantes; emplea a 30 trabajadores y el 70% de su personal está en el “seguro de paro”.
La cooperativa de cerámicos de Empalme Olmos también enfrenta una situación complicada. Su inmueble será rematado el lunes 17 y los trabajadores tienen un compromiso para retirarse a fin de año, si es que no logran un acuerdo con quien adquiera el predio para poder seguir produciendo allí.
“Están negociando, pero la realidad es embromada. (…) Naturalmente, el pasivo que tienen no lo van a poder pagar, y en este caso no tenemos suficientes garantías porque no se pudieron prendar las máquinas ni el predio, porque no eran de ellos”, explicó Bernini.
A pesar de esos casos, el presidente del Inacoop evaluó que la política pública de la que es parte el Fondes generó en los últimos años una estructura “potente” para un sector que “pesa” en la economía del país. El movimiento cooperativo genera unos 47.000 puestos de trabajo, entre cooperativistas y empleados, dijo, citando datos recientes del Banco de Previsión Social.
“No somos marginales. (…) Tenemos la mayoría de edad, nos sentimos como iguales con otras instituciones del Estado y como un eslabón más” de la política productiva, aseguró.
La semana pasada se celebraron los 10 años de la creación del Inacoop, prevista en la ley general de cooperativas (Nº 18.407) en un acto en la sede de la entidad. Bernini consideró que la institución está “consolidada” y avanza hacia la “profesionalización”. Añadió que en materia normativa y de desarrollo de política pública, Uruguay es considerado un “modelo” en el mundo.
Sin embargo, señaló algunas debilidades y “carencias” del sistema cooperativo. Por un lado, “falta mayor demanda” de apoyos al Inacoop. Por otro, se requiere más “renovación generacional” y habló de la posibilidad de cerrar un convenio “potente” con la Universidad de Mondragón, para capacitación y liderazgo de los “cuadros cooperativos”.
Para Bernini, otro desafío de la política pasa por promover el cambio cultural de cómo la sociedad ve al sector y cómo se puede “avanzar en la autonomía”. Agregó: “Siempre al cooperativismo se lo vinculó con la resistencia, la sobrevivencia (…) y lo que permitió tener un plato de comida; hoy eso existe y va a seguir existiendo, pero además hoy tenés ingenieros armando cooperativas innovadoras, de diseño, de alto valor e inteligencia agregada, y eso también es cooperativismo. Se trata de romper esa lógica pobrerista y considerar que hay una herramienta que se adapta a todo. Ese es el objetivo y lo estamos logrando”.
Respecto a la autonomía, Bernini argumentó que “todos los sectores de la producción en Uruguay son estatistas, por más que renieguen del Estado. Basta ver al sector rural; aun los grandes productores si no le piden algo, no son ellos. No es un tema patrimonio del cooperativismo, es la lógica de la sociedad uruguaya que lleva tiempo cambiar”.
Otro aspecto en el que se debe trabajar es incrementar la “intercooperación” entre las distintas modalidades (vivienda, consumo, ahorro y crédito, etc.) para que se vinculen entre sí y puedan aumentar sus negocios, dijo.
La nueva cartera de créditos del Fondes-Inacoop tiene hasta ahora nueve préstamos aprobados: cinco del agro (Cradeco, Carol, Colaveco, Unidad Cooperaria y Copagran), una metalúrgica (MA, ubicada en Juan Lacaze e integrada por extrabajadores de la textil Puerto Sauce), dos de servicios de taxímetros de Canelones (Cotape y Tacooe) y otra dedicada a la gestión de residuos industriales, del comercio y los servicios (Apuesta Sustentable). En total, el financiamiento alcanza a US$ 1,3 millones; fueron US$ 147.000 en promedio por proyecto.
Otros cuatro se están evaluando. Entre ellos mencionó el de la Asociación Uruguaya de Artesanos, que nuclea a más de 300 trabajadores que quieren comprar un local en Ciudad Vieja y refaccionar el mercado ubicado en la Plaza Cagancha. También está a estudio un pedido de financiamiento de 35 socios del Molino Florida, que pretenden comprar el inmueble y la maquinaria que será rematada por el Banco República. Los otros dos son emprendimientos de una cooperativa de ladrillos ecológicos, y otra de transporte y logística.