En el contexto de la inteligencia artificial (IA), este principio es significativo. GI-GO implica que si los datos que se le dan a un sistema son incorrectos, sesgados o de mala calidad, los resultados también lo serán. En el caso de la IA, los algoritmos de aprendizaje automático y profundo necesitan datos para entrenarse y hacer predicciones. Por eso, Godoy subrayó: “Si en las computadoras ingresamos basura, la computadora produce basura. Y es a la sociedad entera —no a los informáticos— a quien corresponde asegurar el uso de información veraz, completa, oportuna y relevante”.
En otro pasaje de su disertación, Godoy destacó el potencial de la informática, pero también advirtió sobre los riesgos de una mala gestión, que podría convertirla en una “amenaza a la soberanía nacional y a la identidad cultural”. Para controlar esta tecnología, “es indispensable desarrollar” una “cultura informática” que permita “superar los mitos asociados a ella y lograr una aplicación óptima”. En este sentido, señaló que “la informática es un factor de poder” y “la cultura informática es la garantía de su correcta utilización”.
Aunque la IA no era el tema principal de su presentación, la mencionó como ejemplo para hablar de la quinta generación de computadoras, un proyecto que Japón había lanzado en 1981. La idea era crear un nuevo tipo de computadoras que incluyeran tecnologías de IA. Godoy explicó a los senadores que la IA era la base científica de esta nueva generación, junto con otras dos áreas clave como “la ingeniería del conocimiento y los sistemas expertos”. Además, hizo hincapié en lo importante que era la cooperación técnica entre países y la necesidad de que Uruguay contara con un mecanismo que coordinara estos esfuerzos a escala nacional.
Ante los legisladores, Godoy opinó que el Parlamento debía “ser un gran usuario de la informática”, ya que la legislación depende de la información. Durante la sesión, se discutió la necesidad de que el Parlamento aproveche la informática, proponiendo un banco de datos legislativo. Se mencionaron experiencias de Argentina, Brasil y países europeos como ejemplos. El experto argentino afirmó que “un banco de datos bien organizado puede ofrecer a los legisladores valiosos servicios para mejorar su función”.
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En diciembre de 1968, se instaló la primera computadora científica, una IBM 360 modelo 44, en el Centro de Computación de la Universidad de la República, ubicado en la Facultad de Ingeniería
INCO
De Terminator al Parlamento
Desde la década de 1960, Uruguay comenzó a incorporar equipos informáticos como parte de un esfuerzo por modernizar su infraestructura tecnológica y mejorar la eficiencia en diversos sectores. En diciembre de 1968, llegó la primera computadora científica al país, instalada en el Centro de Computación de la Universidad de la República (CCUR), ubicado en la Facultad de Ingeniería. Se trataba de una IBM 360, modelo 44, que pertenecía a la misma generación de computadoras que contribuyó al éxito del Apollo XI durante su alunizaje en 1969. Del tamaño de un ropero, la imponente máquina contaba con ocho megabytes de memoria principal, un logro impresionante para la época. En contraste, en 2025, una laptop de buena calidad ofrece un terabyte de memoria —más de 1 millón de megabytes— a un precio inferior a US$ 900.
En 1973, tras el golpe de Estado, los militares cerraron el CCUR. El retorno a la democracia y el resurgimiento de la actividad académica marcaron el comienzo de un nuevo período. En 1985, Uruguay empezó a ver las primeras computadoras personales (PC) y la tecnología se volvió algo más común y accesible para la gente, incluso la IA comenzó a asomarse como tema de interés. En junio de ese año, en el desaparecido Cine Trocadero, que estaba en 18 de Julio y Yaguarón, se anunciaba el estreno de Terminator. La película mostraba un futuro oscuro donde Skynet, una IA malvada, se rebelaba contra la humanidad para eliminarla.
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Informe del PNUD sobre los avances de la informática en Uruguay hasta 1985
En paralelo, en el ámbito político y tecnológico, la realidad también giraba en torno a los avances de la informática. En el Parlamento, la Cepip recibía un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que destacaba “la revolución” que había significado la aparición comercial de los “microcomputadores” (computadoras domésticas). El documento destacaba: “Estas máquinas, equipadas con procesadores independientes, han reducido costos y facilitado un mayor acceso a la computación”. También señalaba que Uruguay se perfilaba como “un campo ideal” para la implementación de microcomputadoras, dado que la mayoría de las empresas eran pequeñas o medianas. El informe indicaba que el país podría “adquirir rápidamente” la tecnología de diseño de microcomputadoras y, eventualmente, industrializarse en este sector, aunque advertía que los costos eran elevados en comparación con el mercado mundial.
El estudio del PNUD abarcaba diversas áreas, incluida la IA. El análisis destacaba que los “sistemas expertos”, programas de IA que imitan la toma de decisiones humanas, se estaban convirtiendo en una “herramienta valiosa y de fácil uso para el diagnóstico, el aprendizaje y la toma de decisiones” en diversos campos. “Gracias a los avances en inteligencia artificial, estos sistemas abren un nuevo campo para la investigación y el desarrollo”. Además, se mencionaba que Uruguay podría desarrollar sistemas expertos “en agricultura (rotación de cultivos, enfermedades, fertilizantes) y ganadería (registro de crías, historial de vacunas)”, lo que generaría nuevas oportunidades para la investigación y el desarrollo local.
El documento también analizaba la utilización creciente de la informática y la IA como apoyo a procesos de aprendizaje. “En varias universidades del mundo se desarrollan proyectos relacionados, algunos de los cuales han dado lugar a sistemas comercializados. Generalmente, los temas abordados incluyen la enseñanza de aritmética, geometría, ortografía, geografía, historia, entre otros”, indicaba.
Finalmente, el PNUD proponía que un equipo de expertos en IA y sistemas educativos diseñara e implementara “un sistema de apoyo” para la EAC, “integrando tecnologías avanzadas en almacenamiento, búsqueda de información y procesamiento de lenguaje natural”.
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Informe del PNUD que destaca los avances de la IA
Inteligencia artificial, pasado, presente y futuro
La IA ha cambiado mucho desde que John McCarthy, uno de los pioneros de la computación, acuñó el término en 1956. En ese entonces, la idea era simular la inteligencia humana, pero hoy la IA es algo mucho más grande y revolucionario.
Los años 80 fueron clave para su desarrollo: mientras las computadoras empezaban a llegar a empresas y hogares, científicos e investigadores trabajaban para hacerlas más inteligentes. Esa década sentó las bases de tecnologías que hoy usamos sin pensar.
A lo largo de 1985, la Cepip mantuvo una actividad constante. En total, la comisión llevó a cabo 16 sesiones en las que participaron 20 especialistas de diversas áreas relacionadas con la informática. Entre los expositores destacados estuvo el ingeniero Jorge Grünberg, actual rector de la Universidad ORT, quien en junio de 1985 presentó su visión sobre el futuro de la tecnología en Uruguay y destacó el potencial del país para desarrollar IA. Según su visión, Uruguay podía convertirse en un referente en este campo y vender “paquetes de software y hardware, así como soluciones en tecnología artificial”.
El trabajo de la Cepip no solo marcó el inicio de una reflexión sobre la importancia de la informática, sino que también adelantó el papel clave que tendría la IA en el futuro. La comisión siguió trabajando durante años, pero la IA no volvió a aparecer en el análisis parlamentario hasta 2012, cuando se incluyó en un informe dentro del proyecto de Ley de Rendición de Cuentas. En ese documento, el Comando General de la Armada mencionó el “uso de tecnologías de la información e inteligencia artificial” como parte de sus objetivos, aunque no se dieron detalles sobre cómo planeaban aplicar esta tecnología.
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Las aplicaciones DeepSeek y Chat GPT en un celular
AFP
Regulación proactiva y ética
Hoy, políticos y legisladores usan herramientas como ChatGPT para redactar notas, discursos y leyes. Mientras tanto, Uruguay avanza para regular la IA.
De aquella Cepip a la actual Comisión Especial de Futuros (CEF), el país ha dado un salto importante en la discusión sobre cómo manejar la inteligencia artificial. Semanas atrás la CEF presentó un informe titulado El Futuro del Trabajo y el Trabajo del futuro, en el que destaca la necesidad de establecer marcos normativos que garanticen un uso responsable de la IA.
El informe, que recoge el trabajo realizado entre 2021 y 2024, subraya la importancia de abordar la regulación de la IA desde una perspectiva anticipatoria y teniendo en cuenta no solo los desafíos actuales, sino también los posibles impactos de esta tecnología en el empleo, la educación, la salud y la sociedad en general.
La CEF propone la creación de una Estrategia Nacional de Alfabetización en Inteligencia Artificial Generativa (IAGen), diseñada “para afrontar los cambios profundos en la empleabilidad, productividad, inclusión y equidad social”.
“La alfabetización en IAGen puede entenderse como equivalente en su relevancia a la alfabetización alfabética y numérica del siglo XIX”, destaca el documento al que accedió Búsqueda.
La CEF subraya que la IA, en su fase evolutiva hacia la inteligencia general artificial (AGI —por sus siglas en inglés—, que podría emular las capacidades del cerebro humano), plantea oportunidades y riesgos que “pueden exacerbar desigualdades existentes si no se gestionan adecuadamente”. En este sentido, se propone la creación de un consejo asesor interdisciplinario anticipatorio que actuaría como un órgano consultivo para el diseño de políticas públicas y marcos regulatorios.
En esa misma línea trabaja la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información (Agesic). En julio del año pasado, presentó un informe al Poder Legislativo con recomendaciones para que los legisladores evalúen comenzar a discutir la regulación de esta tecnología.
El informe se enfoca en promover “un desarrollo ético de la IA, proteger los derechos humanos y fomentar la innovación tecnológica en el país”. Cubre siete áreas principales, como gobernanza, propiedad intelectual y ciberseguridad, y propone revisar las leyes actuales, impulsar un “uso justo” de esta tecnología y crear protocolos técnicos adecuados.
Con este panorama sobre la mesa, la nueva legislatura puede ser la que defina un marco regulatorio para el uso de la IA en Uruguay.