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Rodrigo Garmendia: “‘El beso de la mujer araña’ es la paz, la despedida, tiene que ver con descubrir en el otro el punto de encuentro”

La obra maestra de la literatura El beso de la mujer araña vuelve a escena el miércoles 12 de noviembre con una puesta bajo la dirección de Santiago Ventura, con Rodrigo Garmendia en la piel de Molina

Coordinadora de Sociales

El beso de la mujer araña, obra maestra de la literatura del siglo XX, publicada en 1976, cuenta la relación entre dos reclusos en prisión: un homosexual, Luis Molina, y un activista político, Valentín Arregui. Las conversaciones y los relatos de películas que Molina le cuenta a Valentín catalizan una profunda transformación en ambos y forjan un vínculo inesperado que les permite superar sus prejuicios y enfrentar su realidad.

La novela, que aborda la opresión política, la liberación sexual, la amistad y la supervivencia a través del poder de las historias y la imaginación, provocó debate y resistencia. Sin embargo, fue adaptada con gran éxito al cine y al teatro en varias oportunidades. La primera adaptación fue escrita por el autor de la novela, el argentino Manuel Puig, en 1983. Dos años más tarde, Héctor Babenco dirigió la adaptación cinematográfica brasileño-estadounidense protagonizada por Sonia Braga, Raúl Juliá y William Hurt, premiado con un Oscar por su papel de Molina. En 1993, se estrenó el musical de Broadway con música de John Kander­ y Fred Ebb que ganó varios premios, incluidos los Tony. En Buenos Aires, se representó en varias ocasiones: la cantante argentina Valeria Lynch brilló como Aurora en la puesta de 1995; y en Madrid, hace un par de años, el exdirector artístico del Ballet Nacional del Sodre Igor Yebra se puso en la piel de Valentín.

El mes pasado, en cines de Estados Unidos se estrenó la adaptación cinematográfica del musical, dirigida por Bill Condon y protagonizada por Jennifer Lopez y Diego Luna, que incluye escenas filmadas en Montevideo.

El miércoles 12 de noviembre se estrena en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del Sodre una nueva versión de El beso de la mujer araña, con la actuación de Rodrigo Garmendia y Gastón Torello, bajo la dirección de Santiago Ventura

En entrevista con Galería, Garmendia cuenta cómo se gestó la producción, la adquisición de los derechos, la formación del equipo creativo y los desafíos de adaptar el texto original de Puig a una puesta en escena actualizada y universal que incluye el uso de cámaras y una pantalla en vivo. A 50 años de su publicación, el texto mantiene la vigencia de los temas que aborda.

El beso de la mujer araña se estrena bajo la dirección de Santiago Ventura, que vuelve al teatro después del éxito de Lluvia constante, obra ganadora del premio Florencio 2022. ¿Cómo será la puesta en escena?

En una obra como esta es muy importante el rol del director y con él estamos muy cómodos. Es una obra difícil porque tiene momentos complejos escénicamente, por ejemplo, cuando el preso se descompone o en una escena bastante… no es erótica la palabra, pero hay un momento en que suceden cosas muy delicadas de representar en el escenario, que hay que ser muy cuidadosos y tener buen gusto. Él es un crac, y a los actores nos da mucha seguridad porque hace algo maravilloso con nosotros. Santiago viene del mundo del cine, entonces es una versión bastante aggiornada, con cámaras en escena. Además, tratamos de sacarla del contexto histórico, no hablamos de ningún país en particular, no hablamos ni de Uruguay ni de Argentina ni de España, sino que sucede en una cárcel con un preso político que no se sabe del todo por qué está en esa situación, y ese vínculo que se empieza como a gestar entre ellos.

Rodrigo Garmendia, el beso de la mujer araña
Con la dirección de Santiago Ventura y una puesta en escena íntima y envolvente, esta versión de la novela del argentino Manuel Puig combina sensibilidad, erotismo, tensión dramática y una profunda crítica social.

Con la dirección de Santiago Ventura y una puesta en escena íntima y envolvente, esta versión de la novela del argentino Manuel Puig combina sensibilidad, erotismo, tensión dramática y una profunda crítica social.

Con nosotros en escena hay dos personajes más: un camarógrafo y un iluminador, vestidos de militares, que están por fuera de esa celda y si bien no interactúan con nosotros, son los que traen la comida o hacen determinadas acciones y están con la cámara en mano. También hay una pantalla en escena y esa cámara es como si fuera un espejo. En escena tenemos dos camas, una pileta en el fondo y un espejo contra la pared en donde hay otra cámara, entonces todo lo que nosotros hacemos frente al espejo se refleja en esa pantalla gigante en la parte superior de la sala. Nosotros trabajamos con esa cámara para el espectador. Hay momentos que son superíntimos y que suceden en ese rincón del escenario y la gente los ve en un primer plano.

¿Cómo llegás a El beso de la mujer araña?

Hace mucho tiempo que estoy produciendo obras, buscando con amigos qué nos gustaría hacer. Ese fue el caso de Chicago, un producto que surgió de la necesidad de empezar a contar nuestras historias y hacer nuestras producciones. Y en esa búsqueda de textos llegué hasta El beso de la mujer araña, que ya la había visto en Buenos Aires y me interesó mucho. Ahí empecé a buscar quién tenía los derechos y me enteré de que los tenía José Miguel Onaindia como representante de Manuel Puig en Latinoamérica­. Lo más gracioso fue que todavía no tenía equipo y él me dijo que hablara con Gastón Torello y Santiago Ventura, porque hace algunos años ellos le habían pedido los derechos pero no se llegó a concretar. Y ahí fue como nació orgánica y mágicamente el proyecto.

¿Cuándo la viste?

La vi hace dos años en Buenos Aires, aunque ya conocía la obra, quise recordarla. Particularmente, como musical, no es de mis preferidos, pero me interesaba mucho la obra de teatro para bucear en mi ser más de actor. Es un mano a mano bastante extenso, dura una hora cuarenta, todo texto y todo vínculo. Es una obra muy demandante como actor. Entonces sentía la necesidad de empezar a buscar textos que fueran un poco más desafiantes desde ese lugar, como actor y no tanto como bailarín o cantante, que muchas veces se me acota un poco ese rol, que me encanta y lo defiendo morir. Y de hecho, ya estoy trabajando en un musical para el año que viene. Pero ahora tenía la necesidad de generar y producir un espectáculo más de teatro puro, y cuando decís El beso de la mujer araña casi todos saben de qué estás hablando.

¿Por qué creés que después de 50 años de publicado este texto mantiene su vigencia?

Pienso que es una obra que tiene todos los condimentos, tanto la novela como la obra de teatro. Tiene drama en el peso de la vida de esos dos personajes, que son muy diferentes. Uno es el preso político, el que lucha por sus ideales, el que busca, y el otro es el homosexual discriminado, reprimido. Son dos personas que si no se encuentran en la cárcel, nunca se hubieran encontrado. Y ese entramado de historia de amor empieza como una historia de amistad y de fidelidad, y suceden una serie de situaciones entre ellos que hace que sea entrañable. También tiene una parte de espionaje, de policial, pero al mismo tiempo es un espectáculo en el que te reís, te emocionás, te conectás con la historia, con los personajes, te atrapa. Además, hay una faceta poética que también es preciosa, tanto desde lo estético como en la palabra.

¿Pensás que la discriminación continúa medio siglo después?

Hablamos con personas trans para ver cuál es su situación hoy y qué les sucedía, y hay mucha cosa que no cambió. También hablamos con presos políticos para ver cuál era la dimensión­ de la violencia, de estar con esa sensación física y con ese dolor permanente. Hay cosas que dice el texto de lo que ellos están viviendo que lo tenemos que transmitir en carne. Ellos hablan del frío, del olor y, por un lado, Manuel plantea esas situaciones tan duras de una manera tan poética que también es muy bello. Hay una dicotomía muy interesante.

¿Cómo es Molina, tu personaje?

Molina tiene muchas capas. Molina es lo que cuenta, lo que muestra en escena y lo que dice, pero tiene una faceta del mundo marginal que lo empuja, lo obliga a una cantidad de cosas que de repente no son las elegidas. El personaje de Valentín, el preso político, está pagando el precio —que él sabe que va a pagar— por sus acciones. Molina es un personaje —como pasa y sigue pasando, por eso también la vigencia de la obra— que es discriminado por ser como es o dedicarse a tal o cual cosa. Él dice que su madre es el único cariño verdadero que conoce, porque es la única persona que lo quiere como es. Si bien el texto lo plantea como un homosexual, también se ve como si estuviera en una transición de género. Cuando se escribió la novela, el tema del cambio de género o de la identidad de género no estaba tan sobre la mesa. Ese personaje está preso por homosexual, que antes era un delito, y hacía que vivieran siempre en una clandestinidad. Es alguien que está transicionando en una cárcel de hombres y por momentos habla en femenino y en otros en masculino. Estamos jugando en ese gris de una posible transición. De hecho, en nuestra versión, los presos están de mameluco, y si bien el personaje está de turbante, no está exaltado, no jugamos con elementos femeninos y eso es un hallazgo del director, porque hace que las actuaciones tengan que estar mucho más a flor de piel y sean mucho más sutiles. Muchas veces se subrayan determinados rasgos o se estereotipan estos personajes, y quizás quedan en un lugar en el que se los frivoliza un poco. La idea del director fue no estigmatizar a ninguno de los dos personajes a través de su apariencia, sino que fuera a través de la actuación, de lo que cuentan, de lo que sienten. Y eso hace que los personajes sean más universales y que vos te identifiques mucho más. Y también los hace más creíbles.

Rodrigo Garmendia, el beso de la mujer araña 1
El beso de la mujer araña. Del miércoles 12 al domingo 16 de noviembre a las 20.30 horas, en la sala Hugo Balzo del Auditorio del Sodre Adela Reta. Entradas a 1.000 pesos en Tickantel y boletería de la sala.

El beso de la mujer araña. Del miércoles 12 al domingo 16 de noviembre a las 20.30 horas, en la sala Hugo Balzo del Auditorio del Sodre Adela Reta. Entradas a 1.000 pesos en Tickantel y boletería de la sala.

En la cárcel se dio el lugar y el tiempo para encontrarse…

Claro, porque además del espacio, se da el tiempo que uno le dedica a otro, para conocerse, enamorarse y reconfortarse. Se encuentran en una situación muy extrema y el juego de las películas es medular en la obra de Manuel Puig. Para pasar el tiempo, Molina le cuenta películas que vio, creando un mundo paralelo en donde aparecen temas como la mujer, el vínculo, las historias de amor.

¿Cuál es el significado del “beso de la mujer araña”?

El título se lo da una frase que está a tres minutos de terminar la obra. Esa mujer araña es como la mujer que te seduce y que te lleva a un lugar seguro. Durante la obra, una de las películas que le cuenta habla de una mujer pantera a la que no la quiere nadie, es oscura, peligrosa. Entonces, el personaje de Valentín le dice a Molina: “Vos no sos una mujer pantera, vos sos una mujer araña. Una mujer araña que te enreda en su tela”. Y tiene que ver con eso, con la capacidad del personaje de Molina de seducirlo y de traerlo a su mundo, de abrirlo a la sensibilidad. Y ese beso final es como la paz, es una despedida. Así surge el título, es apenas un ápice sobre el final. Y creo que tiene que ver con eso, con abrirse, con la sensibilidad, con descubrir en el otro ese punto de encuentro.

¿De dónde nace tu gusto por la actuación y los musicales?

Me acuerdo que cuando vi un espectáculo de Pepe Cibrián en Buenos Aires me di cuenta de que era eso lo que quería hacer. Siempre estuve vinculado con las artes, desde chico hice la escuela de música, tomé clases particulares de canto, de danza, bailaba ballet folclórico; siempre fui muy artista, y hasta los 14, 15 años picoteaba de todo. Cuando en 2002 apareció la escuela de comedia musical de Luis Trochón fui parte de la primera generación, estudié en la EMAD y en la Escuela Nacional de Danza.

Y en tu faceta de gestor, ¿cómo se logra que un empresario apoye un espectáculo?

He trabajado mucho con mi amigo Renzo Gatto en MAD y es un artista medio camuflado en abogado. Él es un poco el motor de algunos proyectos como inversor. Pero, además, nosotros somos muy creativos, un poco por necesidad. Por ejemplo, ahora usamos las rejas de Chicago, las camas de otro espectáculo, Santi tenía las cámaras. Después la Comedia Nacional nos prestó algunas cositas, el Sodre también.

Hay títulos más tentadores que otros para un inversor.

Exactamente. Con Chicago logramos muchos apoyos que van un poco de la mano de la calidad y la confianza que vos generes. Y también nos ayuda trabajar con tiempo de anticipación, por lo menos un año y medio antes.

Recuerdo una época de musicales, como Ópera do malandro o My Fair Lady...

En este último estuve yo con jóvenes de 20 años, era el enamorado. Tenía más cambios de vestuario que canciones. La ropa era increíble. Macro Mercado y La Alianza Uruguay- Estados Unidos producían. Yo empecé a trabajar en la Alianza, hice todos los musicales de la primera época, Sugar, My Fair Lady, Cabaret. Hubo toda una época en la que la Alianza había apostado a los musicales. Hacían un año de temporada, viernes, sábado y domingo, y les iba muy bien. Mis experiencias más recientes fueron Chicago y West Side­ Story, y a los dos espectáculos les fue muy bien, a sala repleta. Hay un mito, un prejuicio con los musicales, pero cuando aparecen en cartel la gente responde. Ahora estamos empezando a trabajar en una versión musical de Doña Flor y sus dos maridos, para el año que viene. La verdad que me hace mucha ilusión.

Entonces, ¿te considerás actor, bailarín, cantante?

Ahora me considero más actor que bailarín. Para bailar ya estoy un poco grande. Me considero un actor que canta, canto desde la actuación, y además soy productor y gestor. Me encanta ese rol, soy muy proactivo, me encanta hacer que las cosas pasen. Trabajo más de lo que debo porque me gusta; siempre doy más, y siempre estoy ensayando dos, tres cosas a la vez.

La película

película el beso de la mujer araña
El beso de la mujer araña con Jennifer­ Lopez y Diego Luna se estrena en Uruguay el 8 de enero de 2026.

El beso de la mujer araña con Jennifer­ Lopez y Diego Luna se estrena en Uruguay el 8 de enero de 2026.

El beso de la mujer araña con Jennifer­ Lopez y Diego Luna llega a las salas de Uruguay el 8 de enero de 2026 en una versión musical contemporánea. Bajo la dirección de Bill Condon, Jennifer Lopez interpreta a Ingrid y a la enigmática Mujer Araña, un papel que la crítica internacional ya ha calificado como uno de los más deslumbrantes de su carrera.

Diego Luna encarna a Valentín, el preso político dispuesto a dar la vida por la revolución, y Tonatiuh Elizarraraz­ interpreta a Molina, un soñador encarcelado por su identidad, que se aferra a recuerdos de películas clásicas para resistir la oscuridad del encierro.

La película se filmó en Nueva Jersey y Montevideo. Entre los que viajaron a Uruguay, estuvieron el director, Bill Condon, ganador del Oscar, y los actores Luna y Tonatiuh. En varias escenas se pueden reconocer locaciones, como la esquina de San José y Cuareim del Teatro Metro, que recrea Buenos Aires en la década de los ochenta, y el patio del Espacio de Arte Contemporáneo, antigua cárcel de Miguelete.

La crítica internacional ya se ha manifestado. Variety destacó a Lopez por “una interpretación cautivadora”, mientras que The Guardian elogió la fuerza visual de los números musicales y el contraste entre lo sórdido y lo onírico. Para IndieWire, Lopez es “una auténtica diva de otro mundo”, capaz de sostener la película en el delicado equilibrio entre fantasía y realismo.