• Cotizaciones
    viernes 31 de octubre de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Marcelo Subiotto: “Lo que llevo del teatro al cine es la preparación: no adhiero a la espontaneidad”

    Tras el éxito de El Eternauta, el actor argentino coprotagoniza la película Perros, su debut en el cine uruguayo

    De actor teatral y dramaturgo a figura en ascenso del cine argentino, Marcelo Subiotto debuta en el cine uruguayo como coprotagonista de Perros, película de Gerardo Minutti. En entrevista con Búsqueda, el actor desmenuza su personaje de Fernando Perna, un hombre atrapado en un mundo de deseos ajenos y mandatos de masculinidad que lo conducen a un conflicto con sus vecinos.

    Subiotto, metódico y de libreta en mano, detalla su proceso de trabajo con el director uruguayo y su química con Néstor Guzzini, con quien construyó una tensión de "perros que se ladran pero no se muerden". Mientras el éxito de El Eternauta aún lo sorprende, su mirada, sin embargo, está puesta en el futuro: ya cruzó el Atlántico para un proyecto en España y pronto viajará a Brasil para el rodaje de Glaxo, junto a Lali Espósito. La película lo reúne con Benjamín Naishtat, uno de los directores de Puan, quien le confirió un protagónico notable y premiado. Proyecto a proyecto, Subiotto se consolida como un actor que elige sus roles como penales decisivos.

    —¿Hoy en día qué tiene que tener un proyecto para que acepte hacerlo?

    —En principio, te digo que no soy una figura del mercado con el poder del "no" o del "sí". Uno es un laburante y a veces quiere decir que no, pero tiene que decir que sí porque tenés que trabajar. Por suerte, hasta ahora me ha tocado trabajar en proyectos que, en mayor o menor medida, son lugares donde me gustaría estar. Sí me importa que lo que me toque contar con mi personaje tenga un desarrollo. He elegido papeles que tenían solo dos escenas, pero porque sentí que esas escenas en toda la película eran un penal, para poder hacer el gol o pifiarlo. En algunos papeles los patée afuera. Otros entraron (risas). El trabajo no es una ciencia y ese riesgo me atrae.

    —¿Y cómo terminó trabajando en Perros?

    Perros me llegó a través de Sandino Saravia, el productor que está en el proyecto desde el principio junto con Gerardo Minutti, Tato, el director. Yo lo había conocido cuando vine a trabajar acá (Uruguay) en una serie que se llamó Ámsterdam, todavía en pandemia. Me acercó el guion, me gustó mucho, hablé con Tato y, bueno, a filmarlo.

    —¿Qué le atrajo de ese guion?

    —El mundo que plantea y una cuestión muy humana, casi antropológica, que es desear lo que el otro desea. En la película aparece mucho ese universo del que no somos del todo conscientes y que, sin embargo, genera lo que genera. En el caso de Fernando (personaje de Subiotto), que es el que está asomando la cabeza en el barrio, le pasa lo mismo pero fuera de campo. Se va de vacaciones con unos tipos que tienen más guita que él, porque también desea eso, aunque no lo alcance. Es casi un nuevo rico. Su riqueza es más aspiracional que real. Y también porque hay un momento en el que estos hombres se enfrentan al mandato de reaccionar como machos sin serlo. Se sienten obligados a ir a prepotear y eso los convierte en unos tarados totales. Y en esa torpeza aparece algo de la masculinidad con la que me interesaba jugar y cuestionar.

    ¿Cree que, más allá de la ficción, sigue existiendo un tabú en hablar abiertamente del dinero?

    —Personalmente no tengo problema en hablar o no de dinero. Tampoco es un tema que me interese mucho. Me interesa la subsistencia y vivir. Tal vez puede haber prejuicios según determinada posición política que uno tiene, y eso genera una postura ética y más compleja moralmente donde ganar dinero se ve mal, pero a esta altura de mi vida no es un tema. Lo que sí es importante es que lo que se reparte no es la abundancia, sino la falta. Lo político es eso, no cuánto ganás.

    —Fernando tiene una presencia que crece de forma silenciosa. ¿Cómo fue el proceso con Minutti para componer al personaje?

    —Trabajamos mucho, soy de trabajar bastante. Armo mi propio recorrido de personaje con una mirada de película. Escribo mucho, sí, en libretas, y después me armo un archivo, lo imprimo y lo tengo a mano. Me sirve para ubicarme cuando estoy filmando esas cinco semanas y para comprender todo el arco del personaje. Todo eso se lo compartí a Tato, tuvimos charlas y luego ensayos. Vine unos días antes y trabajamos con el elenco.

    —En la dinámica entre Fernando y su vecino interpretado por Néstor Guzzini hay una tensión constante. ¿Cómo fue trabajar con él para lograr ese equilibrio de rivalidad y contención?

    —Néstor es una persona supercálida y nos llevamos muy bien en lo personal. Es un tipo que tiene mucha oreja para actuar. Está en la situación y produce cosas. Fueron muy ricas esas escenas que teníamos, de dos tipos que se ladraban, pero no se iban a morder nunca. Nos reíamos mucho de la estupidez que teníamos que actuar, que de alguna manera podemos reconocer en nosotros mismos, porque generacionalmente pertenecemos a esos mandatos.

    Screenshot_2025-10-08 Marcelo Subiotto Vi El Eternauta como un espectador mas y entiendo por que tuvo tal repercusion El ac[...]
    Marcelo Subiotto en El Eternauta

    Marcelo Subiotto en El Eternauta

    La repercusión de El Eternauta fue enorme. ¿Qué lo sorprendió más?

    —Lo primero que me llama la atención es que parece que fue hace dos años porque para mí pasó rápido. Creo que hubo dos cosas: el mundo de las redes, que hace que todo vaya rápido, y lo potente que fue la serie, que hace que parezca más lejano. Tuvo muchísimas reacciones: dibujos de chicos de escuela que me mandaban sus trabajos, padres que querían fotos para sus hijos. En Japón, por ejemplo, empezaron a interesarse en cómo se juega al truco. Eso me llamó mucho la atención. Todo eso refleja el impacto de El Eternauta, que viene del dibujo, y es superinteresante.

    —Profesionalmente, ¿le ha cambiado en algo participar de la serie? ¿Le abrió oportunidades o trajo ofertas nuevas?

    —Mirá, hay que situarse en el tiempo real. Lo de El Eternauta todavía es muy cercano. No lo sé. No pasó tanto desde el estreno, ni seis meses. Ahora acabo de filmar mi primera película en España y no sé si fue por El Eternauta o por Puan (María Alché, Benjamín Naishtat, 2023) que también tuvo una repercusión muy fuerte. Lo que sí sé es que con El Eternauta ya saben quién soy, soy Lucas, y eso sí aparece. Pero si me preguntás por un cambio profesional que me abrió puertas, te diría que fue La luz incidente (Ariel Rotter, 2015), mi primera película con un personaje que tiene un desarrollo. Me mostró el mundo audiovisual, me empezaron a llamar, y se fue retroalimentando con otras experiencias.

    —¿Y en España qué filmó?

    —Hice una película que se llama Los Justos, de Fernando Pérez y Jorge Lara. Son dos guionistas y esta es la ópera prima de ambos, con actrices como Carmen Machi y Pilar Castro. Es una especie de comedia sobre ciudadanos convocados como jurados a un caso de corrupción y tentados a cobrar un soborno para declarar inocente al culpable. Yo interpreto a un argentino que vive allá hace años y vamos viendo los colores de cada personaje, cómo cada uno reacciona ante esa decisión.

    —Hablando de ópera prima, ¿qué se siente trabajar con directores debutantes?

    —Hay algo inevitable: la expectativa grande de esa primera experiencia. Es el sueño del director hecho realidad. Hay una necesidad de hacer. En la actuación me pasa eso. Yo necesito actuar. Si no hay una película o una obra de teatro, me la hago yo. Pero no voy a estar un año sin actuar porque alguien no te llama.

    —Sus músculos teatrales y audiovisuales se han ido mezclando. ¿Cómo se han afectado unos a otros?

    —Son dos mundos muy diferentes. Mi formación es teatral y cuando entré al cine tuve que modificarla mucho: aprender, equivocarme, adaptarme al lenguaje audiovisual, que es otra forma de expresión. Y comprendí que trabajás con la cámara. Tengo dos consignas claras: el teatro es de los actores, el cine es de los directores. Por eso necesito armar esa alianza con el director. Lo que trato de llevar del teatro al cine es la preparación. No adhiero mucho a la idea de la espontaneidad total. Soy más metódico.

    —A Puan se la ha llamado “profética” por cómo anticipó los conflictos y recortes en la educación argentina. Mirando hacia adelante, ¿hay algún proyecto futuro suyo que le gustaría que tuviera esa misma relevancia o conexión con la realidad?

    Puan es una película que ya tenía un guión inquietante desde el principio. Lo leí hace cinco años, y era bastante más picante. Cuando terminaba de leerlo me generaba angustia, algo muy lindo para un actor. Luego los guionistas y directores (Alché y Naishtat) bajaron un cambio porque era mucho, pero quedó esa línea de lo que sucede con la universidad y sus recortes. Fue un regalo tremendo trabajar con ellos y, al tiempo, la coyuntura política fue transformando el género de la película: de comedia dramática a algo más cercano al documental. En ese sentido no me gustaría hacer algo profético. Más bien que sea al revés.