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    Las últimas novelas de Han Kang, premio Nobel de Literatura 2024, recrean masacres ocurridas en su país

    La escritora surcoreana narra, con todos los sentidos y en forma poética y sin sonrisas, lo más triste de la historia de su ciudad y de su país en Actos humanos e Imposible decir adiós

    Cuando en octubre de 2024 se conoció a la ganadora del Premio Nobel de Literatura, hubo que salir a buscar en Google quién era Han Kang. Si bien el nombre de la escritora surcoreana de 54 años había trascendido internacionalmente en 2016, cuando ganó el premio Man Booker Internacional por su novela La vegetariana (2007), eran escasos sus libros y sus lectores en el medio uruguayo. A partir del Nobel comenzaron a llegar sus novelas traducidas, y cada una pegó más fuerte que la otra por sus historias durísimas e incómodas, contadas a muchas voces y envueltas en una narración poética.

    La primera conclusión al leer sus libros es que Kang escribe con todos los sentidos, escribe con el cuerpo y sin ninguna ironía ni momentos de tregua para quien lee. Se podría decir que escribe sin sonrisas. Tampoco mostró felicidad cuando supo que había ganado el Nobel. Ese día, fue su padre, el también escritor Han Seung-won de 85 años, quien atendió a los periodistas y comunicó que su hija no quería festejar ni hacer declaraciones: “Me dijo que con la guerra arreciando y gente muriendo cada día, ¿cómo podemos tener una celebración o dar una rueda de prensa?”.

    Desconcertante, la postura de la escritora se entiende al leer sus novelas, que parecen cargar con el dolor de las guerras personales y de las guerras que sufrió su país. Entre sus personajes hay mujeres silenciosas que sufren “para adentro” hasta que un día explotan de la forma menos esperada. Eso sucede con Yeonghye, protagonista de La vegetariana, a quien se conoce a través de lo que cuentan otros personajes sobre ella. Esta mujer sumisa y servicial con su marido, que pasa inadvertida porque no se destaca por nada en especial, tiene, sin embargo, un mundo interior en plena ebullición. “Rara vez me pedía algo y no se quejaba por muy tarde que yo volviera del trabajo. Tampoco me insistía en que saliéramos los domingos o festivos que estábamos juntos en casa”, dice su marido, un ser por demás despreciable. Hasta que la descubre en camisón, mientras vacía de carne la heladera.

    la-vegetariana.jpg

    Como lo indica el título, el cambio en este matrimonio se debe a que Yeonghye se vuelve vegetariana. Pero la transformación de la protagonista implica mucho más que un cambio alimenticio. Ella quiere dejar de ser persona y pasar a ser una planta. El proceso implica una batalla contra su familia y contra su propio cuerpo en descomposición. Han Kang lo narra con su estilo poético pero sin eufemismos: Yeonghye pasa por purgas y vómitos, violencia física, sexo forzado e ingreso en un psiquiátrico, todo para doblegarla y obligarla a comer carne; pero nada puede doblegar la mente de Yeonghye.

    Otro personaje silencioso es la protagonista de La clase de griego (2011). Tan silenciosa es que no puede pronunciar palabra. “Con aire paciente, el profesor retrocede un paso hacia la pizarra y repite: —Lea. Los párpados le tiemblan como los rápidos aleteos de un insecto. Cierra con fuerza los ojos y los abre, como si deseara ser transportada a otro sitio en ese breve instante. Él se cala los lentes con los dedos manchados de tiza y la anima: —Vamos, hable”. Pero la mujer no habla porque está aquejada de “aquello”, algo que no es precisamente una enfermedad, aunque tiene relación con la muerte de su madre, su divorcio y la pérdida de custodia de su hijo de ocho años.

    Es una novela sobre varias pérdidas, porque otro personaje está por perder la vida, y el profesor de griego, la vista. No en vano, la novela comienza y termina mencionando a Jorge Luis Borges, uno de los escritores latinoamericanos preferidos de Han Kang.

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    En sus novelas el lenguaje, la escritura, el mundo editorial, las cartas, la traducción y los documentos suelen estar latentes en la trama. En La clase de griego, la protagonista es profesora universitaria de literatura, escribe y publica poesía y una columna literaria, todo antes de “aquello” y todo muy similar a la vida profesional de Han Kang, que fue docente universitaria y ahora dirige una librería en Seúl.

    El horror, el horror

    Después de leer Actos humanos (2014, Penguin Random House, 2024), se entiende por qué la escritora no quiso celebrar el Nobel ni siquiera con una cena con su familia más íntima. Es que no se puede sacar de encima la historia de su país.

    La novela narra con diferentes voces la masacre que sufrió en 1980 la ciudad de Gwangju, donde nació la propia Han Kang, cuando estudiantes universitarios lideraron una movilización contra la dictadura militar que unos meses antes se había adueñado del poder.

    El comienzo mismo es escalofriante. Un grupo de jóvenes son los encargados de recibir y de registrar los cadáveres que llegan desde el Hospital de la Cruz Roja a un gran polideportivo. Los cuerpos a veces vienen destrozados, entonces el equipo debe anotar algunas características de sus ropas para que los familiares puedan identificarlos. Un estudiante liceal ofrece su ayuda, mientras busca a su amigo desaparecido, y es el que cuenta parte de la historia. Mientras, el alma de otro cadáver ve su propio cuerpo aplastado bajo una pila de otros cuerpos. “Si pude ver todo esto fue porque yo aún seguía bien pegado a mi cuerpo”, dice.

    Pero la historia crece en padecimiento entre los vivos, y los títulos de cada capítulo son muy elocuentes. Uno se llama Las siete bofetadas, y está narrado por una editora que recibe de un funcionario de inteligencia siete golpes en su cara. Él quiere saber dónde está “el cabrón” que tradujo una obra de teatro. Cuando la liberan, ella regresa a su trabajo con el rostro hinchado y dolorido y se enfoca en un ensayo que pasó por la censura. Una de las frases suprimidas dice: “¿Cuál es la esencia del ser humano? ¿Qué tiene que hacer el ser humano para no ser otra cosa que humano?”. Y estas preguntas se proyectan hacia toda la novela y hacen regresar al título. Allí sí hay una triste ironía de Han Kang.

    Otro capítulo se llama Hierro y sangre, y está narrado por un estudiante que sufrió torturas al ser detenido. Hay que preparase para leer este relato que sabe transmitir el dolor.

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    En una entrevista con El Tiempo de Colombia, la escritora explicó que ella cuando escribe piensa en el tacto. “Pienso en cómo describir el tacto, la sensación física que tendría al estar ahí; lo sensorial es muy importante. Cuando escribo utilizo mi cuerpo. Utilizo todos los detalles sensoriales de la vista, el oído, el olfato, el gusto; transmito ternura, calor, frío y dolor”. Y realmente lo logra.

    En 2021, Han Kang publicó Imposible decir adiós (Penguin Random House, 2024), una novela posiblemente más onírica y poética que la anterior, aunque igual de dolorosa. Lo curioso es que contiene una pesadilla recurrente de su escritora: la masacre que describió en Actos humanos.

    La protagonista es Gyeongha, una joven atormentada por el último libro que escribió. Tanto, que apenas puede salir de su casa. Hasta que recibe el llamado de su amiga Inseon, quien sufrió un accidente y está internada. Ella le pide que vaya a alimentar a su lorita que quedó sola hace dos días en la isla de Jeju.

    Entonces la protagonista comienza una travesía desde Seúl hasta Jeju, primero en ómnibus y luego a pie, en medio de una tormenta de nieve. En el transcurso, se pierde, queda atrapada en medio de la ventolera helada y el frío es tan intenso que adquiere una dimensión física. Entre sueños, hermosas visiones de la luna reflejada en la nieve y recuerdos, Gyeongha logra llegar a la casa de su amiga. Allí aparece otra “capa” de la trama y cobra sentido una de las pesadillas recurrentes de la protagonista con troncos de madera negros.

    Aparecen también cartas y documentos de otra matanza ocurrida en Jenju en 1948, donde hubo unas 200.000 personas asesinadas por el ejército. Así, pasado y presente se funden en un solo tiempo en esta novela. El tiempo de la memoria. Y todo parece a la vez tan real e irreal que no se sabe quién está vivo y quién está muerto.

    “El horror, el horror”, pronunció entre sus últimas palabras Kurtz, el personaje de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Esas palabras podrían resumir lo que cuenta Han Kang en sus novelas. Una escritora para leer de a poco, salir a respirar y después reflexionar hasta dónde pueden llegar los actos humanos.