A los 16 años se fue a vivir a la calle. Sin techo, habitó en las escaleras del viejo Fun Fun, en la escalinata del antiguo Mundo Afro, en varias esquinas de la Ciudad Vieja. De a poco su salud empezó a empeorar y en febrero de 2023 tuvo que ser internado en el Hospital de Clínicas. Allí permaneció en el CTI durante 40 días. En ese momento la red de la Ciudad Vieja redobló sus esfuerzos para organizarse. Primero fue con el grupo Una Casa para Víctor, que con el tiempo se fue transformando y cambiando de integrantes. Hoy es la red Amigxs de Víctor, el grupo que se organiza por WhatsApp y que logró que su obra sea más visible y que pueda pagarse un lugar para vivir.
Mangerman en el museo
El sábado 6 el Museo Cabildo tenía un agite especial y no era ni por el Bicentenario ni por el descubrimiento de piezas arqueológicas, sino porque se inauguraba Montevideo ciudad de superhéroes. En el centro del bullicio estaba Andrade, vestido de mameluco azul, con un gorro de lana negro y una sonrisa permanente. Todos lo abrazaban, todos se sacaban selfies con él, todos querían felicitarlo. Hubo vino de brindis y música a cargo del cantautor Pascual Márquez. Cuando le pidieron que hablara, Andrade dijo: “Todos somos superhéroes, sin capa y escudo, pero luchamos todos los días. Somos todos guerreros”.
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Víctor Andrade habla sobre su obra en Montevideo ciudad de superhéroes.
Gentileza de Julieta Rudich
Entre sus obras y las conversaciones de fondo, Búsqueda habló brevemente con el artista.
—¿Estás emocionado, te esperabas estar en este museo?
—No, no tenía mucha idea, ni me lo esperaba. De última, lo único que sé es que me vienen recuerdos de todos los dibujos que hice.
—Usás material de desecho para tus obras, ¿cómo te sentís cuando lo ves reconstruido en tus cuadros?
—Quedo sorprendido cuando termino la obra y digo: “Mirá lo que hice con lo que encontré tirado en la volqueta”.
—¿Estás más tranquilo ahora que tenés un techo?
—Ahora tengo techo, pero no me aferro. Es como cuando a un león lo ponés en una jaula. ¿Sabés por qué el león camina para arriba y para abajo? Está pidiendo ser liberado. Por ejemplo, ahora, yo estoy acá, pero tengo ganas de salir a caminar, como camino yo cuando me siento encerrado. Por eso no me aferro al techo, no puedo estar un rato sin salir afuera. Ahora no salgo a dar una vuelta porque a lo mejor la gente piensa “este se fue”, pero el cuerpo me lo pide. No es por quienes están acá, es porque estoy acostumbrado a estar solo. Yo y ellos (señala sus obras), las cosas que hago.
—Tenés mucha gente que te ayuda y te rodea…
—Te voy a decir la verdad. Si hoy o mañana me pasa algo como me pasó, contaré con muy poca gente. Esos son los obstáculos de la vida. Hay una vida que siempre te está probando: te pasó algo, te ayudaron, ahora sos un guerrero y estás vos solo. No hay tampoco que esperar por la gente. Te ayuda una vez, pero si ve que no te rescatás, te deja de dar corte porque piensa que sos un oportunista.
Como cualquier niño, Andrade creció mirando dibujos animados y se hizo fanático de los superhéroes. También le gusta la ciencia ficción. Él trabaja con todo tipo de materiales, puede ser una puerta que encontró en la calle, chapas, cartones, madera, incluso ha tallado mármol.
“Mangerman no vuela, Mangerman pinta y ayuda, es el héroe que necesita el barrio: un alter ego que brota del lienzo y de la intemperie; épico y cotidiano, sin capa, pero con vuelo, un superhombre que carga con sus superpoderes y reparte energía en cada pincelada. No es ficción de cómic, sino variaciones del “yo” tejido con trozos de historia personal y de ficción popular —un superhéroe gritante y tierno— que emerge de las neblinosas noches portuarias. Mangerman es esa chispa que encarna el arte como rescate colectivo, como redención pintada en madera y cartón”.
Este texto se lee en una de las paredes del museo en las que aparece Mangerman, un superhéroe que es el alter ego del artista. Con su capa amarilla, Mangerman vuela por encima de la ciudad.
Los superhéroes de Andrade están envueltos en un estallido de color, igual que la ciudad de Montevideo, lejos del tono gris con el que se la suele asociar. Hay algunos superhéroes que no lo son, pero sí tienen una voz potente, como el grupo The Plater. El arte de Andrade es pop y muy contemporáneo.
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Obra de la muestra Montevideo ciudad de superhéroes, de Víctor Andrade.
Silvana Tanzi
La curaduría de esta muestra fue colectiva. Los textos los escribió Lourdes Silva, quien ya había curado la muestra del EAC; Valentina Cardellino y Gabriela Roselló seleccionaron con ella las obras.
“Ya había un trabajo previo con la exposición del EAC y partimos de esa base, pero agregamos más obras que había comprado Bavastro y otras que tiene el colectivo. Organizamos la muestra en constelaciones, juntamos obras que cuentan una idea o alguna sensibilidad que atraviesa el trabajo de Víctor. Una son los superhéroes, otra es cómo interactúan con la ciudad, otra los personajes que no son superhéroes, pero sí íconos de la ciudad. Cada constelación tiene su texto y básicamente así se cuenta la historia de la muestra”, explicó Cardellino.
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Víctor Andrade con integrantes de la red de amigos.
Gentileza de Julieta Rudich
Una red variopinta
La red que ayuda a Andrade está integrada en su mayoría por vecinos de Ciudad Vieja, pero no todos son del barrio. Tienen edades y profesiones variadas, y algunos cuentan la historia pero no quieren dar su nombre.
Una de las amigas más cercanas de Andrade desde hace años llevó un cuadro que él le regaló para la muestra. “Soy antropóloga social y un día estaba desgrabando entrevistas para un trabajo sobre la discriminación en la población afrouruguaya. Eran muy fuertes y decidí ir a visitar a Víctor porque él siempre da alegría. Cuando llegué, estaba haciendo este cuadro con la Virgen y el niño negro en los brazos. A lo mejor uno le pone color, pero para mí en ese momento fue muy simbólico”.
Desde hace cuatro años, los colectivos, en permanente mutación, están tratando de conseguirle a Andrade una vivienda permanente. Antes de estar en el CTI, él vivió en dos apartamentos, pero era difícil que los pudiera pagar. “Es un gran esfuerzo, que tendría que hacer el Estado, no nosotros. Por otro lado, él no entiende mucho de dinero, entonces estamos en el medio. Yo tengo la conciencia tranquila de lo que hacemos y de nuestra transparencia, pero es difícil lidiar con esto. Él vive el día a día y no puede planificar su futuro. De a poco lo logra, pero no tiene independencia absoluta”.
En cierto aspecto, la travesía de Andrade recuerda a la de Cabrerita (Raúl Cabrera), el gran acuarelista uruguayo que firmaba como Javiel. Vivió siempre en la pobreza y en un trajinar doloroso por asilos y hospitales psiquiátricos. Cabrerita no tenía una red como la de Andrade y muchas de sus obras pasaron al mercado negro o quedaron en manos de particulares que se las habían cambiado por comida o cigarros.
La amiga de Andrade recuerda un día en el que se dio cuenta de que podían especular con su obra. “Un día le fui a llevar ropa porque estaba muy enfermo en su guarida. En ese momento vivía en la calle. Paró tremendo auto, bajó un hombre con una pintura y le dijo que tenía que firmarle la obra. Él a veces no la firma. Víctor le decía que se sentía mal. No podía ni pararse. Por suerte estaba yo y finalmente el hombre se fue. Ahí me bajó la ficha de la especulación con su obra”, dice su amiga.
Rafa es otro integrante de la red que él define como “orgánica”. Cuenta que cuando conoció a Andrade lo primero que le dijo fue “me están robando”. Débora, a su lado, aclara que el grupo es abierto y transparente. “Surge desde un lugar muy puro y de afecto, desde el cuidado. Yo entré cuando estaba internado en el CTI y hacíamos guardias para recibir el parte médico. Lo grabábamos para que todos estuvieran enterados. Es un grupo muy respetuoso del tiempo y la energía ajena. Entre todos nos sostenemos para apoyar a Víctor y que él pueda ser libre, sin imponerle condiciones más que el respeto”.
De remates y museos
Gracias a Eugenio Bavastro se logró el sustento mayor para pagar las viviendas de Andrade durante cuatro años. Los primeros remates fueron con obras donadas, pero en el último, Bavastro le compró obras a Andrade a bajo precio y después las subastó.
Julieta Rudich, periodista, documentalista, impulsora y productora de la muestra en el Cabildo, recordó que una hermana de Bavastro escuchó un día en la radio que hablaban de Víctor. “Lo fueron a ver y se les ocurrió hacer remates gratis para ayudarlo. Entonces las obras que Víctor vende a $ 300 en la calle, en el remate se valoran mucho más”.
También Julieta recuerda cómo surgió la muestra Montevideo ciudad de superhéroes. “Víctor había encontrado en la calle un gran pizarrón y le pintó un universo con un montón de astros. Cuando vi ese cuadro y supe que se preparaba una exposición en el EAC, se lo compré. En la exposición ocupó una pared importante del museo y cuando terminó la muestra pensé dónde podía guardar algo tan inmenso. Entonces le pregunté a Rosana Carrete, directora del Museo Cabildo, si lo aceptaba en préstamo y para conservarlo. Ella dijo que sí”.
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Andrade frente a su universo en la exposición del EAC, diciembre 2024.
Nicolás Celaya/adhocFOTOS
Fue entonces que Carrete y Julieta pensaron una nueva exposición, y como al Cabildo van muchos niños de escuela de visita, surgieron los superhéroes de Andrade como tema. “Lo interesante es que la exposición surge porque lo generó una obra de Víctor. No la generó una persona, sino su obra”, dice Julieta. También ella dice que Víctor es como un hijo ajeno y genial. “Ahora tiene 46 años, pero lleva un niño dentro, es un genio de verdad, no solo cuando pinta, sino cuando habla y produce”.
Otra integrante de la red agrega: “Cuando él está vendiendo en la calle es el artista más prolífico del país, cuando llega al museo es un artista consagrado”.
—¿Con cuál superhéroe te identificás?
—Con Batman (lo dice enseguida y sin pensarlo).
—¿Por qué?
—Porque no tiene superpoderes. Es un ser humano.