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Cuando Woody Allen presentó su última película en el Festival de Venecia, en 2023, adjuntó una breve nota con unas pocas palabras. En ella, el director y guionista estadounidense expresó: “Esta es mi película número 50. Fue un gran privilegio haberla realizado en París y es un gran honor presentarla en Venecia”.
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El mensaje refleja el orgullo de Allen por su carrera de la manera en la que el cineasta se comunica hoy con el mundo: de forma acotada y controlada. La declaración adquiere una dimensión de la que Allen y su arte ya no pueden escapar: la de una era posterior al #MeToo, con actores que expresan públicamente arrepentimiento por haber trabajado con él y con la industria estadounidense decidida a no financiar sus películas. En el estreno en Venecia, Allen recibió aplausos de pie dentro del cine. Fuera de la sala había protestas en su contra.
La suerte es el tema central de la nueva película de Woody Allen, Coup de chance (Golpe de suerte en París), estrenada hoy en Uruguay. En su entrevista con Galería, Allen, quien demanda que en las conversaciones con la prensa no se le pregunte por su “cancelación” o los pleitos legales con parte de su familia, profundiza en este concepto que atraviesa toda su obra.
“Sí, soy un gran creyente en el azar, en la suerte”, dijo el director y guionista, hoy de 88 años. “Creo que la gente se asusta si las cosas se dejan libradas al azar porque no tienen control sobre ellas (...). Pero la realidad es que puedes hacer todo perfectamente, siguiendo las reglas, pero necesitas suerte”.
La suerte, en este caso, llegó de la mano del ingenio de las productoras de Allen, su hermana Letty Aronson y su sobrina Erika Aronson. Gracias a ellas, se logró asegurar la financiación y la distribución en Francia, permitiendo que el director continúe expandiendo su prolífica filmografía. Como productora del cineasta desde La maldición del escorpión de Jade (2001) hasta esta parte, Letty Alonso ha sido responsable de guiar el capítulo “europeo” del director, que incluye las estupendas Match Point (2005) y Medianoche en París (2011), hasta las descartables A Roma con amor (2012) y Rifkins’s Festival (2020).
En sus notas de producción, el director confesó que consideró hacer Golpe de suerte en París en inglés, con protagonistas estadounidenses en la capital francesa. Allen, que no habla francés y que menos lo entiende, cambió de parecer al finalizar el guion, cuando sintió que la experiencia de filmar la película en francés y con actores franceses reflejaría parte de su admiración por el cine europeo.
Con su humor y agudeza habituales, el director vuelve a explorar en la película uno de sus temas preferidos: el juego de la vida y las cartas que reparte el destino. A través de un guion juguetón, el director retoma problemáticas y recursos narrativos que ya usó en Match Point, pero también en El sueño de Cassandra (2007) y en Hombre irracional (2015).
Embed - Golpe De Suerte En París
En Golpe de suerte en París, Jean y Fanny (Melvil Poupaud y Lou de Laâge) son una pareja adinerada y de buen vivir, pero el matrimonio resulta insatisfactorio para Fanny. Su encuentro con Alain (Niels Schneider), un antiguo amigo del liceo, despierta en ella un sentido de insatisfacción y la lleva a cuestionar su vida actual y sus deseos.
El trío de actores protagonistas se mueve hábilmente bajo la dirección de Allen, quien controla los hilos del destino de sus personajes con picardía.
Jean, un seductor antagonista, es presentado como un refinado y adinerado parisino. Aunque aparenta ser estable y confiable, se insinúa que su riqueza y su éxito están vinculados a actividades turbias, como lo susurran sus envidiosos conocidos a cada oportunidad que tienen.
En el otro extremo, en medio de un apasionado romance prohibido, se encuentran Fanny y Alain. Fanny, una mujer joven y elegante que trabaja en una galería de arte, aún siente las cicatrices de un matrimonio pasado que le duele. A pesar de sentirse atraída por la estabilidad que ofrece Jean, teme convertirse en una simple “esposa trofeo”.
Alain irrumpe en escena como un vendaval. Su reaparición en la vida de Fanny es casual y Allen la sitúa en la primera escena de la película para avivar de inmediato la chispa de una antigua atracción mutua. Alain, un escritor bohemio, se convierte en la alternativa a la superficialidad del mundo en el que vive Fanny.
Al trabajar en francés, Allen se vio obligado a confiar plenamente en su instinto y en la capacidad de sus actores. Al relajar su estricto control sobre el guion, permitió a los intérpretes una libertad creativa que les permitió encontrar su propia voz dentro de los personajes, otorgando a la película una frescura y una naturalidad necesarias para levantar una historia que, si bien es disfrutable, no presenta grandes novedades para su filmografía.
La fotografía, otro de los elementos a destacar, marca la quinta colaboración entre Allen y el director de fotografía Vittorio Storaro. Célebre por su trabajo en Apocalypse Now (1979), Storaro emplea una paleta de colores cálidos y dorados, contrastándolos con tonos más fríos para enfatizar la oposición entre la luz artificial y la natural. Además, busca resaltar la dicotomía entre los dos personajes principales, otorgando a Fanny tonalidades cálidas y asociando a Jean con un tono azulado que se intensifica conforme aumenta la tensión.
Golpe de suerte en París es una película que ofrece un escape placentero. La dirección de Allen sumada a la fotografía de Storaro crean una estética visualmente rica que envuelve al espectador en un mundo agradable gracias a la sofisticación parisina y a cierto confort en reencontrarse con el cineasta, quien aún conserva algo de chispa. Con su tranquila intriga, donde la tensión nunca escala hacia lo dramático y la comedia se desliza de forma a veces descarada, Allen nos regala un regreso competente y entretenido. Como último capítulo, hasta la próxima película, es más que decente.