Cerca de 300 líderes de medios de prensa internacionales se reunieron entre el jueves 4 y el sábado 6 en la sede de la Unesco, en París, para participar en la Conferencia Internacional de las Organizaciones de Noticias por la Seguridad de los Profesionales de los Medios. El objetivo fue compartir experiencias e iniciativas de mejoramiento en las medidas de seguridad de los periodistas, para poner coto a la impunidad de los ataques de que son objeto en diferentes contextos mientras desempeñan su labor.
Entre los países más peligrosos para ejercer esta profesión se encuentran Siria, donde el riesgo es el secuestro, ser tomado de rehén o, incluso, decapitado, y México, donde los reporteros son directamente asesinados cuando sus investigaciones tocan muy de cerca a políticos implicados en ilícitos.
Actualmente, Uruguay es un país donde ejercer el periodismo no tiene más riesgos que una reprimenda telefónica de alguien ofendido, pero en el pasado no estuvo ajeno a que sus periodistas trabajaran en condiciones donde su integridad física o psicológica corrió peligro, como sucedió durante la dictadura militar (1973-1985), cuando se violentó tanto la libertad de expresión como la vida de los periodistas y otros trabajadores de los medios.
Desde el 2006 hasta el 2014 murieron más de 750 periodistas, de acuerdo con el informe presentado por la directora general de la Unesco, Irina Bokova. Singularmente, en el 95% de los casos los periodistas muertos no cubrían conflictos armados sino asuntos locales. En los últimos 10 años solo se resolvió un 6,6% de estos asesinatos, lo que se traduce en una tasa de impunidad superior al 90%.
El mensaje de este dato es grave, afirmaron la Unesco y Reporteros Sin Fronteras (RSF): “Asesinar a un periodista para hacerlo callar casi nunca tiene consecuencias para los responsables”. RSF es una ONG internacional creada en 1985. Tiene su sede en París y hoy tiene un estatus consultivo ante las Naciones Unidas y la Unesco, con oficinas en Washington, Bruselas y Río de Janeiro, así como más de 150 corresponsales en 130 países.
En los últimos años, por otra parte, ha aumentado la preocupación por la seguridad digital en el periodismo, debido a que la presencia en las redes sociales los exponen a probables vigilancias de sus movimientos y a la interceptación de sus datos personales.
Entre los expositores de la Conferencia internacional de París estuvieron Monica Maggioni, presidenta de la Radiotelevisione Italiana, Marie-Christine Saragosse, presidenta de France Médias Monde de Francia, Zafar Abbas, editor jefe de “Dawn” de Paquistán, Nompumelelo Mkhabela, editor en jefe de “Sowetan”, de Sudáfrica, Javier Moreno, jefe de Contenidos del grupo español Prisa, y Claudio Paolillo (en la mesa redonda “Buenas prácticas en la Sala de Redacción”), periodista, director de Búsqueda y presidente de la Comisión por la Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Hubo también participantes de los Países Bajos, Nigeria, Alemania, Colombia y Guatemala. También asistieron representantes de la Asociación Mundial de Periódicos (WAN, por su sigla en inglés), del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, en inglés), del Instituto de Prensa Internacional (IPI), de la Asociación de Periódicos del Commonwealth (CPU, en inglés) y del Index on Censorship.
El encuentro fue útil, además, para presentar la versión actualizada de una publicación que RSF y la Unesco editan desde 1992: el “Manual de seguridad para periodistas: guía práctica para reporteros en zonas de riesgo”. El instructivo, que puede consultarse online en castellano en unesco.org, con el formato de una libreta pequeña, contiene toda la información necesaria para viajar como periodista a un escenario de guerra o catástrofe natural. Las 134 páginas ofrecen material pormenorizado acerca de cómo tener una mirada inicial de reconocimiento del terreno con una evaluación previa de los riesgos, cómo adoptar precauciones sanitarias y cómo garantizar la seguridad durante la misión en cuanto al alojamiento y las comunicaciones en zonas de combate o epidemia. Capítulos especiales merecen los riegos de violencia sexual, privación de libertad y toma de rehenes.
Otros puntos abordados son “El reto de la seguridad digital” y las “Buenas prácticas en las redacciones”. Para las situaciones críticas en extremo se da un instructivo acerca de cómo curar heridas físicas y psicológicas, con primeros auxilios para heridos y accidentados, y cómo prevenir el trauma emocional. El completo y condensado material incluye además los documentos básicos sobre la libertad de prensa, la carta de derechos y deberes de los periodistas, así como contactos de utilidad, seguros de RSF y la descripción del curso de formación para zonas peligrosas.
“Los muertos habrían perecido en vano si los vivos se negasen a verlos”, dijo una vez el famoso fotógrafo de guerra Robert Capa y es la frase que abre el Manual de Seguridad. Enseguida, el texto inquiere: “¿Quién no conoce a un o una colega caído en un tiroteo o que se convirtió en objetivo por un reportaje?”.
RSF y la Unesco reconocen allí que tanto las medidas resueltas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2006 y 2015, como los Convenios de Ginebra, “no son la panacea” para la protección de los periodistas; tampoco ha demostrado serlo el derecho internacional. Por eso insisten en la necesidad de hacer visible y sensibilizar sobre los ataques a la libertad de expresión, con eventos como la Conferencia Internacional en París.
Entre las medidas prácticas que las organizaciones de noticias pueden tomar se sugiere adoptar protocolos de seguridad en la sala de redacción, el aprovechamiento de la formación en seguridad que dan las ONG, hacer análisis de riesgos, así como ofrecer un respaldo contundente a los cronistas independientes. Se habló además de la posibilidad de usar aplicaciones móviles con las que los periodistas puedan informar sobre ataques de los que resultan víctimas.
Cuando un periodista viaja a una zona en conflicto no hay que ahorrar previsiones, como los chequeos médicos y odontológicos, la aplicación de las vacunas necesarias, la realización de un “mapa” de medios y colegas en el lugar de cobertura que permita tener a mano una red de contactos, poder tramitar un seguro de RSF para las misiones peligrosas y tomar un curso de primeros auxilios. Además de la sugerencia de “limpiar” la identidad personal lo más posible en los dispositivos tecnológicos que se lleven, se propone instalar herramientas de seguridad informática e incluso crear un blog protegido con contraseña donde guardar datos personales como el documento de identidad, el pasaporte y otros, para poder así constatar la identidad en caso de secuestro.
Sin escatimar detalles, el librillo trae una lista de lo que tiene que contener la mochila del reportero. A la extensa descripción del material con que debe contar, se agregan sugerencias sobre las actitudes más convenientes: humildad, modestia y respeto, anticipación a los riesgos y sentido común. El nivel de especificación alcanza a explicar concretamente cuáles son las conductas más apropiadas en tiroteos, incendios, ataques de un francotirador o armas químicas y biológicas en bombardeos aéreos o fuego de artillería pesada, cómo cuidarse de las minas y bombas de racimo o cómo identificar atentados y trampas en el trabajo o el hogar.
Se dedican algunas páginas a consejos para prevenir episodios de violencia sexual, en su mayoría específicos para mujeres. Ejemplifica con los casos más graves de abusos sexuales sobre periodistas en Egipto durante las manifestaciones de oposición al régimen, en la plaza Tahrir, con el ejemplo más visible de la violenta agresión sufrida por la reportera de guerra de la CBS, Lara Logan, a quien atacaron durante una hora decenas manifestantes. Aquí las primeras sugerencias consisten en usar una alianza que indique el estado civil, una vestimenta holgada que no revele la silueta y la superposición de prendas que dificulte un ataque, zapatos cómodos que permitan correr rápido, no usar collares y conocer y respetar las costumbres sociales del lugar para, de alguna manera, mimetizarse.
Durante la Conferencia Internacional, algunos periodistas de países especialmente peligrosos valoraron como fundamental el fortalecimiento de la solidaridad entre los medios de comunicación. “Uno de los puntos más importantes de la conferencia es que vimos que todo el mundo nos estaba apoyando. Vimos que no estamos solos. Y no se puede subestimar la importancia de este sentimiento”, dijo Jesús Dureza, editor de “Mindanao Times” y presidente de la Asociación de los Dueños de Medios de Filipinas (PPI, en inglés).
El sábado 6, un grupo de 25 participantes se reunió para dialogar acerca de las acciones adicionales que pueden tomarse, como la implementación de mecanismos nacionales que supervisen e informen sobre seguridad e impunidad. En esa ocasión se puso un mayor foco sobre la situación de los periodistas free-lance que realizan coberturas en zonas peligrosas, y se discutieron los principios y prácticas de seguridad para los trabajadores independientes a nivel mundial.