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    La nanotecnología es “incipiente”, surgen núcleos de trabajo pero hay barreras en la Universidad y faltan normas y apoyo a patentes

    La nanotecnología: con solo nombrarla surgen preguntas. Esta palabra, que puede sonar para muchos desconocida, se refiere a la aplicación del conocimiento científico para medir, manipular, controlar e incorporar materiales o procesos por debajo de los 100 nanómetros (la millonésima parte de un milímetro). Trabajar a esta escala diminuta permite usualmente nuevas aplicaciones para procesos de diseño, mejora y modificación de materiales, según el Consejo Sectorial de Nanotecnología (CSN) que integran investigadores, emprendedores, la industria y el gobierno, coordinado por el Ministerio de Industria.

    También surgen otras preguntas: ¿en Uruguay se puede hacer nanotecnología? ¿hay capacidad para hacerlo? 

    La química e investigadora Helena Pardo tiene una respuesta contundente: “Sí, podemos hacer nanotecnología”. Así lo aseguró durante el 1er Workshop Regional de Nanotecnología para emprendedores, organizado a fines de mayo en Pando por Khem —la incubadora de empresas de base tecnológica ubicada en el Parque Científico Tecnológico de Pando— y la Fundación Argentina de Nanotecnología.

    “La Nanotecnología en Uruguay se encuentra en una fase de crecimiento y aplicación incipiente”, según el informe de 2016 del CSN.

    Para Pardo, cuando se habla de nanotecnología en general es algo demasiado vasto, se trata simplemente de una escala y sus usos pueden ir desde nuevas aplicaciones para la construcción de celdas solares hasta sistemas para remediar agua o para mejorar la eficacia de los medicamentos. En estos temas mencionados se investiga en Uruguay.

    “Dentro de ese amplísimo y vasto universo en Uruguay ¿se puede hacer algo? Sí, claro, se puede, se debe hacer y se hace. ¿Se puede hacer todo tipo de nanotecnología? No, todo no”, se respondió Pardo, que es química, profesora agregada del Departamento de Física de la Facultad de Química de la Universidad de la República (Udelar) e integrante del Centro NanoMat del Polo Tecnológico de Pando (PTP). Hay tipos de nanotecnologías reservadas para grandes inversiones de capitales como la aplicada para elaborar equipamiento electrónico, destinada a empresas multinacionales prácticamente.

    En Uruguay ya se hace nanotecnología aunque aún de manera incipiente, falta legislación, inversión en equipamiento y mayor conexión entre la academia y las empresas, opinaron los investigadores durante el evento.

    El Proyecto de Internacionalización de la Especialización Productiva (PIEP) dependiente del Ministerio de Industria ofrece subsidios para el desarrollo de productos en varias áreas, que incluyen a la nanotecnología. Son montos de hasta 100.000 dólares pero, como contrapartida, el empresario o investigador debe al menos duplicar la cifra que recibe. Va por su cuarta ronda y de los 18 proyectos ya financiados ninguno ha sido de nanotecnología, informó a Búsqueda la ingeniera Silvana Fadul del PIEP.

    La nanotecnología “en Uruguay no está muy en desarrollo aún. No se ha llegado a la etapa de producto final en la mayoría de los casos. Hay financiación en puerta para poder desarrollar algún producto a nivel de mercado”, respondió.

    Faltantes.

    Hay una serie de necesidades para lograr que la nanotecnología se desarrolle a mayor escala en el país. Los investigadores las conocen de primera mano.

    “Al ser tecnología nueva hay muchos temas para resolver en nuestro país, como el tema de los registros, si los hay, si no lo hay, cuáles son los permisos y una serie de cosas” que los emprendedores necesitan saber para evaluar la “oportunidad comercial” en nanotecnología, dijo durante el evento la bioquímica Mary Lopretti, empresaria y profesora adjunta del Centro de Investigaciones Nucleares de la Facultad de Ciencias de Udelar y profesora grado tres en Bioremediación en la Universidad ORT.

    El químico Eduardo Méndez, profesor agregado de la Facultad de Ciencias de la Udelar que integra el CSN, opinó que hace falta desarrollar el “control de calidad tanto por parte del Estado como de las propias empresas”, un tema en el que trabaja desde la academia.

    El desarrollo de la nanotecnología en Uruguay es “incipiente aún” y “falta normativa”, coincidió Pardo. “Carecemos totalmente de normativa y recién estamos en el proceso de generar conciencia de que estamos necesitando meter cerebro para generarla”, opinó.

    También hace falta generar “atracción” por productos nanotecnológicos “que si bien no son requeridos por empresas, se desarrollen en laboratorios como manera de generar oferta y traccionar a la demanda”, agregó Pardo, algo que el Centro NanoMat en el PTP comenzó a hacer con una aplicación antibacterial para el envasado de carnes.

    Por otra parte, los investigadores se enfrentan a la necesidad de publicar los resultados de las investigaciones para rendir cuentas de su trabajo ya que la Udelar exige concursar por los cargos para poder mantenerse en ellos y mostrar la producción científica. En realidad se debería dar lugar a la reserva para tener la oportunidad de patentar, pero el sistema conspira en su contra, contaron Lopretti y el químico farmacéutico Fernando Ferreira, profesor titular del Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Química y profesor agregado del Departamento de Desarrollo Biotecnológico y responsable del Laboratorio de Carbohidratos y Glicoconjugados del Instituto de Higiene, Facultad de Medicina, Udelar.

    El sistema de patentamiento en Uruguay también deja que desear, según los investigadores. “Patentar en Uruguay no sirve para nada más que una reivindicaron moral. La Dirección Nacional de Propiedad Intelectual (dependiente del Ministerio de Industria) no resuelve nunca nada a tiempo. Demora 10 años en estudiar una patente y la vida útil de las innovaciones puede ser 5 o 10 años”, opinó Ferreira y reclamó además que Uruguay aún no sea parte del Tratado de Cooperación de Patentes (PCT por su sigla en inglés) que supondría un beneficio.

    “La Universidad tiene que volverse más eficiente, es una obligación ética que tenemos como institución pública. No regalarle un desarrollo de 10 años a Phizer. (...) No tenemos condiciones ni decisiones políticas para decir, aguantá 10 años y no publiques, nos renuevan los cargos cada cinco. Es una realidad”, opinó Ferreira.

    Si se publica pasa a “dominio público” y tranca las posibilidades de patentar, explicó Lopretti. Con la aparición de universidades como ORT con carreras dedicadas al sector productivo “se facilita mucho más esa transferencia”, opinó.

    Por otra parte, para Pardo es necesario inversión. “Necesitamos equipamientos, son necesarios en Uruguay si queremos hacer nanotecnología. El país está aumentando su pool de equipos pero igual seguimos necesitando mucho para poder hacer desarrollos de calidad”, señaló Pardo.

    Servicios.

    En la Universidad ORT la licenciatura en Biotecnología está “sesgada hacia servicios”, mira al mercado, dijo la biotecnóloga Lorena Bentancor, investigadora principal del grupo de Tecnología de Proteínas del Departamento de Biotecnología de ORT. Bentancor trabaja en la detección de productos de interés biotecnológico, es coautora de cuatro patentes y tiene además su propia empresa que está comenzando. Contó que esta universidad tiene experiencia de trabajo con empresas, por ejemplo en el rubro veterinario. Además, está comenzando a dar los primeros pasos en un centro tecnológico formado por ORT y empresas de biotecnología con el objetivo de brindar servicios.

    Lopretti está iniciando un emprendimiento que busca desarrollar productos biotecnológicos con investigadores uruguayos y españoles en el área de ingeniería ambiental, para ofrecer tratamientos de bioremediación.

    “A veces no es muy bien visto que un investigador empiece a trabajar en una empresa. Probablemente ahora se valore un poco más pero era como una cuestión mercantilista estar trabajando de esta forma”, evaluó.

    El centro NanoMat tiene como cometido fundamental vincular a los investigadores con las empresas. “En ese contexto surge este laboratorio y lo consideramos el primer centro uruguayo especializado en ciencia de materiales, nanotecnología y vinculación tecnológica”, resumió Pardo. Pero en “Uruguay no es nada sencilla la vinculación tecnológica”, consideró. Intentan “agregar valor y argumentos de comercialización a través de la incorporación de nanotecnología” tanto a productos existentes como a nuevos desarrollos. No solo trabajan en innovación sino en “adaptación tecnológica”.

    De todos modos, algunos ejemplos de trabajos en curso demuestran que es posible esta forma de investigación. Hay empresas que han llegado con problemas que deben resolver. En NanoMat comenzaron a trabajar con liposomas, vesículas esféricas (como pequeñas burbujas) a las cuales se les pueden incluir moléculas y otros elementos a escala de nanómetros con objetivos cosméticos o medicinales. Un producto con extracto de marcela de Grinlab tenía un olor muy fuerte rechazado por el consumidor. El desafío fue tratar de eliminar ese aroma y para hacerlo están intentando con el uso de nanotecnologías y de liposomas. Se trató del “primer producto con incorporación de nanotecnología que llegó al mercado en Uruguay”, destacó Pardo. Los liposomas, además de resolver “el problema organoléptico, permiten que el extracto de marcela pueda permear mejor en la dermis”, explicó.

    Otro ejemplo es el del rubro de propóleos con acciones terapéuticas. Trabajan con la empresa Apiter para encapsular propóleos, que atraviesen el sistema digestivo y se liberen recién en el intestino.

    Barreras universitarias.

    Luego de un gran esfuerzo, Ferreira logró que el resultado de la investigación que se desarrolló en su laboratorio sea tomado por la industria veterinaria para inducir y potenciar la respuesta inmune en vacunas.

    Según Ferreira, el caso del Centro NanoMat no es lo que ocurre habitualmente en la Universidad. La Udelar tiene “temas internos” y es “muy diversa. Hay algunas facultades que son como el túnel del tiempo, como si volviéramos a 1968. La Universidad no tiene resueltas cosas en su interna como si va a colaborar o no con el desarrollo del país dentro del marco capitalista. ¿Va a haber empresas que se tienen que crear? ¿Va a haber empresas chicas que se van a beneficiar y generar empleo? Además, eventualmente tiene que haber empresas grandes que puedan absorber otro tipo de desarrollo, que también se van a beneficiar”, comentó Ferreira.

    Para Ferreira la Udelar necesita contar con un centro u oficina especializada que medie entre los investigadores y las empresas. Cuando se logra dar estos vínculos, hay cuestiones administrativas que exceden a los científicos pero deben igualmente negociar y lidiar con ellas por falta de una estructura que los apoye en este aspecto.

    “Que seamos buenos científicos no quiere decir que seamos buenos comerciantes o negociadores. En el caso de que tengamos suerte tendremos que negociar un acuerdo económico comercial con la empresa. Udelar tiene que hacer un convenio marco con la empresa que siempre lo firma el rector. Pasa por oficina central. Es como cruzar el desierto de Gobi a pie. Y llega a un escribano en el rectorado que cambia el artículo 3 y arruina absolutamente el convenio que se venía negociando hacía meses. Me pasó más de una vez”, lamentó Ferreira.

    Además, la búsqueda de potenciales empresas interesadas en los primeros pasos de productos, aplicaciones o técnicas que se pueden estar desarrollando dentro de la Udelar se hace en solitario y a pulmón, relató Ferreira. Las empresas interesadas pueden no estar en Uruguay y llegar a ellas es muy difícil.

    Ferreira destacó la nueva iniciativa del Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas que ha comenzado con un proyecto para canalizar las potencialidades de los resultados científicos de los investigadores uruguayos, y opinó que la Udelar debería tener lo suyo.

    “Dentro de la Universidad no todas las facultades tienen la misma dinámica. Algunas como Química o Ingeniería están mucho más avanzadas, el diálogo es mucho más fluido. Yo pertenezco a la Facultad de Ciencias, es mucho más costoso llegar a eso de la transferencia”, comentó Lopretti.