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Algunas infecciones por bacterias se han hecho imposibles de tratar. Cuantos más antibióticos se consumen, ya sea en humanos o en la producción animal, más probable es que surjan bacterias que logren resistir a esos medicamentos y que sobrevivan. Las bacterias resistentes se generan por selección natural. ¿Y después? ¿Hay que buscar nuevos antibóticos? La respuesta no es tan sencilla. La investigación en el campo del desarrollo de nuevos antibióticos ha arrojado algunos nuevos productos al mercado que no han movido demasiado la aguja y el número no es alto. El foco de la investigación de las farmacéuticas está puesto en otras enfermedades que, como la oncología, venden tratamientos a abultadas cifras.
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Una iniciativa internacional buscó en 2010 impulsar el desarrollo de nuevas drogas para 2020. El resultado ha sido “bueno”, al menos mejoró la tendencia, pero hace falta más, dijo a Búsqueda Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid. Cantón presidió la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) y el Comité Europeo de Testing de Sensibilidad Antimicrobiana (Eucast), que asesora a la agencia europea de medicamentos (European Medicine Agency, EMA).
Una persona infectada con una bacteria resistente le ocasiona más costos a los servicios de salud y además tiene una mortalidad más alta respecto a quienes se infectan con bacterias sensibles a la acción de los antibióticos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud definió la resistencia a antibióticos como una de las tres grandes amenazas para la salud.
Para el profesional español, la situación de la resistencia a los antibióticos es “crítica”. Cantón viajó a Uruguay para participar en la 1ª Jornada de Fortalecimiento de la Red de Equipos de Investigadores en Resistencia Antimicrobiana que se realizó en setiembre en el Instituto de Higiene, organizada por la Universidad de la República (Udelar). El evento se realizó durante la semana de lanzamiento del Abordaje Interdisciplinario de la Resistencia Antimicrobiana en Medicina Veterinaria.
Para Cantón, puede ser tan peligroso no completar el tratamiento antibiótico indicado por el médico como tomar el medicamento en dosis menores de lo que corresponde.
A continuación un resumen de la entrevista que mantuvo Cantón con Búsqueda durante su visita a Uruguay.
—Si tuviera que poner en una balanza el problema de la resistencia a los antibibióticos, ¿qué peso le asigna a la veterinaria y cuánto a la salud humana?
—Son importantes las dos. Hay más animales que humanos y se utilizan más antibióticos en veterinaria que en salud humana. El impacto en cuanto a la selección de bacterias resistentes que tienen los antimicrobianos es mayor en principio sobre los animales (la cantidad de organismos resistentes que pueden afectar la producción). Tenemos un concepto que hemos llamado “una sola salud”: lo que hacemos en veterinaria afecta a los humanos y lo que podemos hacer en los humanos afecta de alguna forma a los animales y así se cierra el círculo. Nos queda la parte medioambiental, que también tiene importancia. ¿Qué pasa con esos antibióticos que usamos en los animales? No llegan al consumidor. No por utilizar antibióticos en el animal tú los vas a ingerir si te comes esa carne. Hay legislación sobre el periodo que se denomina carencia, en donde no puedes sacrificar al animal hasta que no pase ese tiempo para asegurarte de que el antibiótico no llega a lo que tú ingieres. Lo que sí puede llegar son las bacterias, pueden ser resistentes (a antibióticos) y puedes ingerirlas.
—¿Qué nivel de preocupación le asignaría a la situación actual? En las últimas décadas el tema ha cobrado visibilidad pero cuanto más se estudia más se alerta sobre la necesidad de tomar medidas.
—Estamos en una situación crítica. Cuando haces las series de sensibilidad, los estudios de vigilancia epidemiológica de la resistencia, los porcentajes ahora son mucho más altos. La probabilidad de que un paciente fallezca cuando tiene una infección por una bacteria resistente es mucho más alta, incluso dos, tres, cuatro veces más que si tiene una bacteria sensible (al tratamiento antibiótico). Eso está medido, depende del tipo de bacteria o el tipo de infección. Además, es mucho más caro ese paciente a nivel económico. La diferencia de costo entre el manejo de un paciente ingresado en un hospital con una infección por una bacteria sensible con respecto a aquel infectado con una bacteria resistente puede ser de hasta 10 o 20 veces más. Más tiempo en el hospital cuesta dinero y los tratamientos que utilizamos también. Hay situaciones que no están suficientemente medidas. A un paciente lo someto a un trasplante de órgano sólido y muere de infección… ¿qué estamos haciendo?
—En 2010, la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas lanzó con gran apoyo internacional la Iniciativa 10x20 para impulsar el desarrollo de diez nuevos antibióticos para 2020. ¿Cómo han sido los resultados?
—Siempre hay que poner los “nuevos” entre comillas. Ha sido efectivo, ha permitido rescatar algunos compuestos que no se terminaban de desarrollar porque era muy caro y se han abaratado los costos de hacer un ensayo clínico. También ha habido mejoras desde el punto de vista burocrático, hay un compromiso público. Hay incentivos económicos para las empresas que desarrollan antibióticos y también un aumento del tiempo de la patente. A los diez años de comercialización de un fármaco la empresa farmacéutica pierde el monopolio de fabricarlo y venderlo; en este caso se alarga para que sea más fácil que la empresa recupere el dinero invertido. Hemos visto que la industria farmacéutica abandonaba la investigación en antibióticos porque no les compensaba. Les compensa más trabajar en infecciones crónicas, un antidiabético o un oncológico, que es más caro. Un antibiótico nuevo es un poco más caro pero luego los precios disminuyen.
—¿Qué hace falta para frenar este problema?
—El desafío está primero en que se pongan en marcha los planes de lucha para la resistencia. En muchos países existen pero no se desarrollan. Escribirlos es sencillo, pero hay que poner a todos los actores de acuerdo y conseguir recursos. Hay muchos países con planes. En la Unión Europea por lo general todos tienen; Uruguay tiene un plan que está desarrollando, no está terminado. El secreto está en no querer abordar todo a la vez y hacerlo con recursos. En el Reino Unido hay recursos para cuando entras a un hospital y te hacen un estudio para saber si estás colonizado o no por microorganismos resistentes. Ellos hicieron muy bien los deberes y se ve en los indicadores (en la disminución de bacterias resistentes).