Los hombres que no aman a las mujeres

Los hombres que no aman a las mujeres

La columna de Mercedes Rosende

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Nº 2209 - 19 al 25 de Enero de 2023

A veces se hace difícil no sentir miedo frente al avance de estos brotes de violencia sexista online. A veces es imposible no sentirlo. Es lo que ellos buscan: tu miedo. Quieren ponerte en tu lugar, a ti y a todas esas putas que intentan cambiar las reglas de la supremacía masculina. Y si en la red global hay sitio para todo el mundo, ¿por qué no lo habría para ellos, los iracundos misóginos que se sienten despojados? Y sí, la misma red de redes que hizo posible el avance del feminismo hoy propicia una fuerza igual y contraria.

Es el fenómeno de la Manosfera, una red de sitios web, blogs y foros online que promueven la “masculinidad enfatizada”, la hostilidad hacia las mujeres y una oposición radical a todas las reivindicaciones de igualdad entre los sexos. Nace amparada por un sentido de comunidad que desarrollan sus miembros y, claro está, respaldada en el anonimato que proporciona Internet.

El nombre Manosfera es una contracción de las palabras inglesas man (hombre) y sphere (esfera) que no requiere mayores explicaciones. Utiliza foros públicos y privados, Facebook, WhatsApp, Telegram, YouTube o Twitter, aunque la materialización es muy diversa y, en casos rayanos con el delito como la cada vez más frecuente apología de las violaciones en manada, acude a la deep web o a la Internet profunda. En esas tribunas se produce y difunde una ideología de rasgos comunes que va desde el negacionismo de la violencia machista al discurso de la opresión del sexo masculino. ¿Y quién los oprime?, podrás preguntarte. El feminismo, claro está, y todas esas absurdas pretensiones de equidad y justicia.

Hoy se conocen cuatro grupos principales que actúan en la Manosfera. Hay muchos más, aunque estos que mencionaremos son los más agresivos: ARM1 o los activistas por los derechos de los hombres, que dicen promover cambios políticos que los beneficien, aunque su estrategia es el acoso y el abuso a las feministas y figuras públicas femeninas; MGTOW u hombres que siguen su propio camino, que sostienen que las mujeres son tan tóxicas y deberían evitarse hasta como amigas; PUA o los artistas de recogida, que enseñan estrategias de seducción para atraer mujeres, muchas veces con técnicas que implican maltrato, insultos, prescindir de su consentimiento en el sexo; e Incels, acrónimo de célibes involuntarios en inglés, hombres heterosexuales cuyo aspecto físico, dicen ellos, les impide tener relaciones sexo-afectivas y a los que se han atribuido actos violentos, incluso asesinatos.

Los grupos virtuales que promueven apologías de odio han ido creciendo y paralelamente han ido generando un corpus ideológico basado en creencias que tienen como denominador común el sexismo, el fortalecimiento de la masculinidad sustentado en conceptos como la fuerza, la virilidad y las necesidades más primarias. Esos grupos sostienen, además, que existen privilegios de la sociedad que favorecen a las mujeres y que a ellos les producen perjuicios, una idea que conduce a la victimización y, como corolario final o consecuencia, a la banalización e incluso normalización de la violencia de género.

Lo más alarmante: estos espacios tienen mayor predicamento entre las nuevas generaciones. Hope not Hate es un grupo de activistas con base en el Reino Unido que, en su informe de 2020, muestra cómo la Manosfera influye en las creencias de los jóvenes. El 50% de los hombres de entre 16 y 24 años cree que el feminismo dificulta el éxito de los hombres.

Paralelamente, el negacionismo de la violencia de género también aumenta y, según el estudio sobre adolescencia y juventud de la Fundación FAD de España de 2021, uno de cada cinco adolescentes y jóvenes varones considera que es un “invento ideológico”, lo que supone el doble de lo que se detectó en 2017.

No soy una feminista irracional, no soy fanática de ninguna ideología, no creo en la inocencia a priori por el solo hecho de pertenecer a un grupo político, a una orientación religiosa ni a un género determinado. Además, soy partidaria de un sistema democrático republicano que promueva la ciudadanía de personas iguales ante la ley. Sin embargo, cada vez que escribo en este u otro espacio sobre un tema relacionado a la igualdad de los derechos de las mujeres recibo algún insulto de carácter sexual, etario o relativo al cuerpo, sin otros argumentos. Y no es que no esté acostumbrada. ¿Quién de nosotras no ha escuchado una diatriba al colectivo femenino (no digo feminista, cuidado) por el solo hecho de pertenecer? ¿Quién no ha escuchado generalizaciones sobre las mujeres en un grupo de hombres que repiten y festejan las ocurrencias? Desde la calificación de histéricas hasta la falta de habilidad para conducir. La Manosfera es algo parecido: un corro de indignados gritando fuerte y dándose manija entre ellos pero con la impunidad que les da el anonimato, con esa fanfarronería que permite la patota y sin el freno ni la moderación de la exposición de su propia identidad. Lo que antes era un grupito de desaforados que tomaban cerveza y gritaban “todas ustedes son unas putas” hoy es un conglomerado organizado de machos violentos que se sienten perjudicados en sus legítimos derechos, que buscan justicia como sea y que dicen saber que la culpa es tuya.