Mientras cenaban en familia y comentaban los hechos de actualidad, Fortunato tuvo que explicarles a sus hijos el origen de esa frase célebre.
Mientras cenaban en familia y comentaban los hechos de actualidad, Fortunato tuvo que explicarles a sus hijos el origen de esa frase célebre.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá—“En el siglo dieciocho gobernaba en Prusia el rey Federico Hohenzollern, a quien llamaban ‘el Grande’. Un día llegó cansado a su castillo, y el viejo y ruidoso molino que tenía enfrente no le permitía descansar. El rey lo mandó demoler, pero el molinero, furioso con la decisión despótica del monarca, lo demandó ante los tribunales. Los jueces no solo le mandaron reconstruir el molino a costo del rey, sino que ordenaron que este le pagara al molinero los daños y perjuicios” —contaba Fortunato, con tono didáctico y paternal.
—“Dale, viejo” —dijo uno de los muchachos —“y entonces el rey se rio mucho y le dijo al molinero que se fuera con la sentencia a plantar espárragos, ¿noverdá?”.
—“Para tu sorpresa” —replicó Fortunato —“el rey no solo cumplió con la sentencia, sino que entonces dijo esa frase que se volvió famosa: ‘Todavía hay jueces en Berlín’, con lo que estaba reconociendo la independencia y la jerarquía de la Justicia. Algo tan valioso como lo que hicieron los jueces de nuestra Corte en estos casos tan discutidos de estos días. Y diciendo esto, me levanto de la mesa porque ya terminé el postre, ayuden a mamá a llevar los platos a la cocina, yo me voy a ver el informativo de cierre, porque quiero ver qué pasó con la marcha silenciosa de esta tarde frente a la Suprema Corte, capaz que se armó otro toletole como el del otro día” —comentó Fortunato, sentándose en su sillón con su copita de vino a medio consumir.
El informativista mostraba las imágenes de miles de personas circulando en silencio con banderas y pancartas, y todo parecía desarrollarse en paz y armonía.
—“La gente ya se va dispersando, tras un acto sin discursos ni proclamas, tan solo se entonó el himno, acá vemos cómo la multitud se va disgregando lentamente…” —dijo el notero, mientras efectivamente se veía cada vez menos gente en la pantalla.
—“El tema acá no son las mayorías silenciosas, sino las minorías ruidosas y peligrosas” —barruntó Fortunato para sus adentros, sintiendo ya la fatiga que estaba por vencerlo.
—“¡Sin embargo, ese grupito se dirige hacia los ministros de la Suprema Corte, que acaban de salir del edificio rumbo a sus vehículos! ¡Acá, la cámara, a ver, registramos…! ¿Cómo? ¡A ver! ¡Esas personas están secuestrando a los cinco ministros, y los suben por la fuerza a un camión que estacionó por San José! ¡último momento! ¡Han secuestrado a los integrantes de la Suprema Corte!” —dijo entre ahogos y espeluznes el pobre notero que cubría el acto, mientras Fortunato, que no sabía si estaba despierto o dormido, se decía para sí “¿no te dije?”
Minutos después apareció un boletín especial del informativo, consignando que un grupo hasta ahora desconocido, autodenominado “Comando Mariana Mota” se hacía responsable del secuestro, informando en un comunicado aparecido en su página web www.vamoarribamariana.com.uy que liberaría en las siguientes horas al ministro Pérez Manrique por haber sido el único que votó discorde, y que él sería portador de las exigencias de los secuestradores.
En efecto, minutos más tarde el liberado ministro discorde para sus pares pero acorde para sus secuestradores se presentó en la Jefatura de Policía con signos de extenuación, y una nota en la que el misterioso comando exigía, para la liberación de los demás ministros, que la jueza Mariana Mota fuera reinstalada de inmediato en el juzgado penal del cual había sido “arrancada con la garra de la impunidad y la complacencia dinosáurica de la injusticia”, pero asimismo que la Suprema Corte de Justicia fuera trasladada a la sede vacante de la empresa Pluna, destinándose el Palacio Piria a la nueva sede del MPP. “Asimismo, y ya que estamos” —prosigue el comunicado —“exigimos que sean pasados por las armas el Goyo Álvarez y el Nino Gavazzo, esparciéndose luego sus cenizas en el campo que mantienen ocupado los cañeros de Artigas desde que el Frente ganó las elecciones por primera vez”.
La tele informó a continuación que el presidente Mujica había convocado a una reunión urgente del Consejo de Ministros para analizar la grave situación, a la que los ministros astoristas habían resuelto asistir tras la promesa de que no se hablaría del tema fiscal. En la misma, tras un extenso análisis de la situación, el Poder Ejecutivo había resuelto no tomar decisión alguna, en virtud de que la separación de poderes, tan bien descripta por Montesquieu, impedía que el Poder Ejecutivo interviniera en un asunto interno del Poder Judicial, tan grave como el secuestro de cuatro de sus integrantes.
—“¡Shomo rejpetuosho delequilibrio entre lo podere, papá! Y no no vamoameté con lo jueshe eto, quejtán paladeyo, ejtán, ¿ta?” —dijo a la salida de la reunión el presidente Mujica, tratándose de una de las pocas veces en la semana en la que no utilizó una mala palabra en sus declaraciones.
Un nuevo comunicado del Comando Mariana Mota anuncia que los secuestrados serán ajusticiados sin más trámite.
En eso, en la pantalla aparece una figura celestial, rodeada de un aura de luz y brillo, vestida con una túnica blanca, mientras de fondo se escuchaba el Aleluya de Haendel.
Fortunato a esta altura no sabía si dormía, soñaba, o qué estaba pasando.
El informativista de la tele deliraba.
—“¿Es el Papa jubilado? ¿Es el nuevo Sumo Pontífice? ¿Es San Bernabé de los Milagros? ¿Es San Expedito de los Imposibles?” —se preguntaba, mientras la figura se aproximaba a las cámaras.
—“¡Uruguayosss…uruguayasss!...¡Haya paz entre nosotros!” —exhortó la figura, con una voz serena y seductora, —“¡que los secuestradores liberen a los secuestrados! ¡Que Danilo sea el que proponga los impuestos! ¡Que las sentencias de la Corte sean respetadas! ¡Que la inflación sea contenida, la minería exorcizada, la soja bendecida, y que llegue de una vez el 2014!, y entonces, de nuevo, ¡festejen, uruguayosss, festejen!”
—“Vení, vieja, esto es muy raro, están pasando cosas horribles, y un espíritu místico nos viene a salvar de todo!” —dijo Fortunato restregándose los ojos.
“Fortu, vení a dormir a la cama, me parece que lo que estás viendo ahí es la hora de Pare de Sufrir” —le contestó su esposa.
¿Y no será así, mismo?