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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáUna casa art nouveau desaparece en la calle Constituyente, otra de los años 40 en 21 de Setiembre, otra gran casa con jardín en un tramo de Bulevar Artigas que no tiene edificios, pero pronto aparecerá uno y después otro. Todas las mañanas Alfredo Ghierra se despierta pensando qué casa habrán tirado abajo la noche anterior. Su preocupación por lo que está sucediendo en algunos barrios de la ciudad lo llevó a protestar en varios ámbitos, entre ellos en Twitter, donde sube fotos de las casas a punto de ser destruidas o ya en escombros.
“Lo ve cualquiera que circule por Montevideo, hay una verdadera andanada de demoliciones, como una furia desatada. Y no se trata solo de lo que se pierde en ese momento. Para mí esas pérdidas tienen algo de los crímenes de lesa humanidad, yo los llamo ‘crímenes de lesa arquitectura’ porque no paran de suceder: cada vez que pasás por el lugar recordás lo que había antes. No solo perdés algo que era valioso, sino que se sustituye, en la mayoría de los casos, por algo que no es valioso porque va a envejecer mal o es claramente un ejercicio de arquitectura especulativa”, dijo en entrevista con Búsqueda.
Conocido por su proyecto Ghierra Intendente, integrado por artistas, arquitectos y diseñadores que piensan la ciudad y la proyectan en propuestas para Montevideo, Ghierra estudió en la Facultad de Arquitectura y en la de Bellas Artes. En sus exposiciones tanto individuales como colectivas ha logrado aunar el dibujo y el audiovisual con sus estudios y preocupaciones por la ciudad. Con esa doble faceta está participando en la muestra colectiva Montevideo, la belle époque, que se está exponiendo en el Museo Histórico Cabildo, junto con los artistas María Agustina Fernández y Martín Sastre.
Según la normativa vigente, los edificios pueden estar protegidos por la declaración de Monumento Histórico Nacional, que otorga la Comisión de Patrimonio, o por la declaración de Bien de Interés Departamental que otorgan las intendencias. Pero hay edificios sin ninguna protección que tienen valores arquitectónicos o de vínculo con el barrio. En esa categoría entran las casas que se están tirando abajo.
La preocupación por las demoliciones llevó a que Ghierra Intendente uniera esfuerzos con Basta de Demoler Montevideo, un grupo formado en 2011. “La defensa patrimonial tiene una primera condición sine qua non que es la de saber qué tenemos entre manos. Hasta donde yo sé, el único barrio que tiene una descripción y catalogación exhaustiva en cada padrón es Ciudad Vieja. Después las comisiones especiales de Prado y Pocitos probablemente hayan hecho su parte, aunque no lo sé con exactitud. Pero yo daba por hecho que Centro y Cordón hacía rato que estaban catalogados. Pero no lo estaban”.
Ghierra tomó contacto con la falta de relevamiento en esos barrios cuando en 2020 demolieron una casona en Soriano y Paraguay, que había sido sede del Club Naval. “Era una casona fabulosa, la típica construcción estilo afrancesado, muy elegante, muy bien hecha, que podría albergar desde un instituto a una embajada. Había muchas posibilidades antes de construir algo nuevo. Pero lo que pasa es que no hay exoneraciones fiscales o ayuda para hacer otra cosa que no sea demoler. Son terrenos que tienen permiso para levantar 27 metros. Y 10 pisos es mucho dinero que se multiplica. Si llego a ser un inversor que quiere hacer otra cosa, no hay ni siquiera dónde presentar el formulario, no hay exoneraciones fiscales, no entra en ninguna ley”. La ley de vivienda promovida, por la que se están construyendo el grueso de los nuevos edificios, no tiene ninguna cláusula con respecto al patrimonio.
En 2020, un grupo de 10 personas de Ghierra Intendente y Basta de Demoler Montevideo se pusieron a relevar y catalogar los dos barrios, una tarea que le corresponde hacer a la Intendencia de Montevideo (IM) a través del Departamento de Planificación del que depende Patrimonio. El grupo informó de su iniciativa a la IM y catalogaron los edificios de esos barrios en tres categorías: lo prescindible, lo mejorable y lo que es indispensable. “El resultado fue que lo prescindible es la mitad de lo construido. Esto lo aclaro porque muchas veces nos atacan y nos dicen que no queremos que la ciudad cambie. Y no es así, queremos que la ciudad cambie donde tiene que cambiar. No hay problema si en estos barrios quitan la mitad de lo construido. Lo que falta es un criterio de valoración de lo que tenemos”.
Un año después de este trabajo, a fines de 2021, el grupo recibió la catalogación que del Centro y Cordón había hecho la IM. “Fue vergonzoso y se lo dije a los responsable. Nos tomaron el pelo de una forma burda. Catalogan en cuatro categorías y en las dos o tres primeras estaban las edificaciones pasibles de ser demolidas. En la categoría dos, hay edificios que tendrían que ser intocables, construcciones valiosísimas. Parece una tomadura de pelo. Finalmente esa catalogación quedó en suspenso. Pero eso tampoco sirve”.
Durante las intendencias de Daniel Martínez y Christian Di Candia, los grupos civiles habían presentado ante la Junta Departamental de Montevideo una cautela para que no se tocaran los edificios de Centro y Cordón hasta que no estuviera pronta la catalogación patrimonial. Esa cautela se logró, pero este año caducó sin que el catálogo de la IM esté terminado. Y entonces, comenzaron las demoliciones.
Foto: Ricardo Antúnez / adhocFOTOS
Para Ghierra, hay tres ejes por los que pasa la construcción de la ciudad: la ley, la educación y la política. Por un lado, está la Ley de Patrimonio (14.040) que es de 1971 y ya quedó avejentada, entre otras cosas, porque hay nuevos conceptos de patrimonio que no contempla. Lo cierto es que las actuales demoliciones se hacen bajo la órbita de esa ley. Y cuando se tira abajo algo que no estaba permitido, las multas son ínfimas.
William Rey, director de la Comisión de Patrimonio, confirmó a Búsqueda que en este momento se están estudiando informes de diferentes organizaciones (de arqueólogos, de arquitectos, de antropólogos y distintas ONG) para estudiar sus planteos y redactar el proyecto de ley que se piensa entregar a fin de año.
Hay una idea generalizada que tiende a equiparar lo patrimonial con lo viejo, pero las nuevas concepciones tienen en cuenta otros elementos y no solo el tiempo. “No hay una arquitectura mejor que la otra, sino que importan por lo que significaron en cada momento”, explica Ghierra. También hay otro concepto: a veces una casa puede no ser valiosa, pero la sumatoria de varias casas similares tiene como resultado un espacio que es valioso. “Es lo que le pasa a la casa estándar de Montevideo que es la forma elegante de llamar a la casa chorizo de patios con claraboya. Hay ejemplos soberbios de esas casas, pero su valor está en la sumatoria. No se puede venir alegremente y sacar una y otra y construir 30 metros de altura. Es valioso si están todas”.
Por otro lado, las políticas de quienes tienen que planificar hacia dónde va la ciudad no siempre son claras o tienen dificultades para ordenar la llegada de inversiones. “Hay ciudades que son muy exigentes en lo que se puede o no se puede hacer en la trama urbana y el capital sigue llegando. Hay que encontrar el equilibrio: no tener cobardía, pero tampoco que se te vaya la mano porque no tenés el capital todos los días golpeando la puerta. El problema es que en cinco años de gobierno no se desarrolla un turismo patrimonial ni una industria patrimonial que es lo que debería estar ocurriendo”.
Hay un acuerdo bastante generalizado en que los valores de la arquitectura están dictados también por las opiniones de la sociedad civil y de los usuarios. “Hasta no hace mucho se pensaba que el patrimonio arquitectónico era algo de arquitectos. Para el dogma imperante del siglo XX, la arquitectura ecléctica (tendencia que mezcla elementos de diferentes estilos y épocas) fue un poco mala palabra, pero no es lo mismo hoy que en los años 90”.
Otra situación que Ghierra está observando es que muchas veces no se sabe qué arquitecto hizo los edificios nuevos porque están firmados por las empresas constructoras. “Es como en el cine, uno a veces no sabe quién dirige las películas, pero sabe de qué productor ejecutivo o estudio es. Es más importante si el producto es de Netflix o de Teyma que quién lo dirige. En este ámbito del mainstream arquitectónico se ha vuelto intercambiable”.
Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS
En los temas patrimoniales la gente está comenzando a tener incidencia. Los vecinos se movilizan frente a las casas a demoler con carteles, juntan firmas y suben fotos a las redes. No siempre ganan, pero hubo algunas experiencias que sí dieron frutos, como el movimiento de vecinos y académicos que impidió la construcción de una terminal de ferris de pasajeros en la zona del Dique Mauá de la rambla. Otro ejemplo fue el edificio de la confitería Cantegrill, una construcción de Humberto Pittamiglio, cuya demolición frenaron los vecinos, aunque se construyó detrás el edificio Alquimia, que tuvo varios cuestionamientos.
“La academia había dicho que el edificio de Pittamiglio no tenía valor, pero miles de personas se opusieron a la demolición por sus historias vinculadas al barrio. Además, en cualquier ciudad de occidente sería un foco de atracción y se harían tours por las cuatro o cinco obras de Pittamiglio. Parecemos bobos en no aprovechar eso que ya se tiene. La gente pagaría por ver esos edificios. ¿Por qué protegerlo? Porque es único, está fuera de todo lo que se hizo en su época. Eso podría ser una categoría para proteger. Negar la importancia del patrimonio como bien social es como pegarte un tiro en el pie”.
Para Ghierra, no se ha logrado que el patrimonio sea un negocio como en otras ciudades del mundo y le extraña que no sea considerado desde el punto de vista económico. “En el mundo del turismo patrimonial y la restauración hay mucho empleo a crear. Hay ciudades como Londres que hacen de lo moderno una cuestión patrimonial, y hay gente muy enojada porque se están cargando barrios enteros. Pero al final del día lo nuevo es impactante o por lo menos es único. Acá lo nuevo es cualquier sitio, cualquier ciudad, cualquier suburbio, puede ser Montevideo u otro lugar. Antes era solo Montevideo”.