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    “No quiero ser agorero”, pero si el Mercosur no logra un acuerdo con la Unión Europea surgirán “más dudas” sobre su razón de ser

    “Si tú no te preocupas de comerciar, los que te podrían vender o comprar se van para otro lado buscando lo que tú no les ofreces”, afirmó el representante de la Unión Europea en Uruguay, Juan Fernández Trigo

    Llegó al país para “mantener viva la llama del entusiasmo” respecto de una negociación que el Mercosur y la Unión Europea iniciaron hace más de una década con el objetivo de firmar un tratado de libre comercio. Pero más allá de las dificultades que han existido en el pasado, el nuevo representante de la Unión Europea para Uruguay, Juan Fernández Trigo, asegura que mantener ese entusiasmo “no es difícil en Uruguay” porque el país “necesita” la negociación.

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    Sin embargo, el diplomático de origen español advirtió en una entrevista que mantuvo con Búsqueda que ya es tiempo de firmar “de una vez” el acuerdo, porque de lo contrario no solo se podrá “desviar” el flujo comercial hacia otras zonas de libre comercio que el viejo continente negocia en oriente y occidente pese a su crisis económica.

    En una reunión celebrada en Chile en verano, ambos bloques lograron mantener con vida el acuerdo y acordaron que a fin de año intercambiarán ofertas para tratar de concretarlo. De lo contrario, en la Cancillería uruguaya evalúan que la negociación se deberá cerrar.

    “Yo no quiero ser agorero pero tengo la sospecha de que no solamente se va a frustrar el acuerdo en sí, sino que eso puede servir para que todavía surjan más dudas dentro del Mercosur sobre el Mercosur en sí mismo”, opinó el diplomático, que en su anterior destino se desempeñó como representante de España en Paraguay.

    Durante la entrevista, Fernández Trigo también comentó que al llegar a Uruguay le llamó “la atención” la “sobriedad” y la “auto contención” del gobernante Frente Amplio, que no sigue el “principio” que “se está imponiendo en la izquierda latinoamericana” de que “todo para el pueblo pero sin las instituciones” (ver recuadro).

    “Eso en Uruguay no ocurre. Siguen siendo muy importantes los equilibrios, las instituciones, el evitar la demagogia. Acá hay una izquierda que con independencia de que haya distintas corrientes dentro del Frente Amplio, no hace un uso de la demagogia ni del discurso fácil”, consideró.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista.

    —¿Es una de las prioridades de su gestión cerrar la etapa de la negociación y concretar un tratado de libre comercio (TLC) entre la Unión Europea y el Mercosur?

    —Estamos aquí para mantener viva la llama del entusiasmo. No es difícil en Uruguay, que es un país muy comprometido con la negociación, que la necesita. Pero creo que todo el Mercosur la necesita, porque resulta que todos los países del Mercosur y especialmente Brasil no tienen un enganche con el resto del mundo en estos momentos. Se están creando zonas de libre cambio en todas partes. Europa ha firmado con México, con Chile. Se ha firmado con la Alianza del Pacífico, en Asia, con Singapur, con Corea un acuerdo muy ambicioso. También hay un diseño de acuerdo con Japón, con Malasia. La Unión Europea está estableciendo zonas de libre cambio hacia el este y también se empieza una negociación con Canadá y Estados Unidos.

    —La negociación con Estados Unidos y el hecho de que el Mercosur mantenga trancado el acuerdo, ¿puede hacer que la Unión Europea pierda interés en el TLC con esta región?

    —Nosotros aquí tenemos un grandísimo interés en inversiones, las inversiones de la Unión Europea en el Mercosur superan las de China, India y Rusia juntas. El comercio sí es verdad que se pueda desviar. Llega un momento en que si tú no te preocupas de comerciar, los que te podrían vender o comprar se van para otro lado buscando lo que tú no les ofreces. Entonces, en estos momentos aparte del Mercosur en sí, Brasil, que es el mayor país del Mercosur, no tiene ningún enganche con el resto del mundo. Por lo tanto hay que pensar que hace falta lanzar de una vez unas ofertas que en principio deben llegar antes de fin de año y firmar. Porque si no, yo no quiero ser agorero pero tengo la sospecha de que no solamente se va a frustrar el acuerdo en sí, sino que eso puede servir para que todavía surjan más dudas dentro del Mercosur sobre el Mercosur en sí mismo.

    —¿Puede desencadenar una crisis mayor?

    —Cuando se dice “o Singapur o Europa” lo que se está diciendo es que habrá que buscar soluciones. Esperemos que no, porque a nadie le interesa en estos momentos, y menos a Brasil, desestructurar una cosa tan importante como el Mercosur, cuando se trata de un país que tiene unas aspiraciones de liderazgo continental. Pero para eso lo que hay que hacer es tomarse en serio la negociación por ambas partes.

    —Acaba de haber elecciones en Paraguay y las señales indican que ese país retornará al Mercosur. ¿Cómo vio esa elección y cuán importante es que vuelva a participar ese país para el diálogo con la Unión Europea?

    —La Unión Europea ha tenido desde un primer momento una opinión un tanto diferenciada de lo que fue la de Mercosur y Unasur en relación a la crisis paraguaya. No vio con la misma preocupación e inquietud lo que había ocurrido en Paraguay. Dicho esto, tampoco nos pareció que fuera la situación ideal la destitución de un presidente y además con tanta celeridad. Pero no vimos en eso algo inconstitucional. Una vez celebradas las elecciones, que fue la condición que se estableció en Mendoza para suspender a Paraguay del Mercosur, ahora es el momento. Las declaraciones que ha habido de saludar a Horacio Cartes tanto por parte del presidente Mujica —que además ostenta la presidencia pro témpore— y de la presidenta argentina son muy buena señal. Esperemos que ahora funcionen las instituciones internamente y que cuando se produzca la toma de posesión, o incluso antes, se puedan adoptar las decisiones que unos y otros tienen que adoptar. Evidentemente a nadie se le oculta que la participación de Venezuela es algo que inquietó a los paraguayos, porque consideraron que se había tomado esa decisión mientras estaban suspendidos. Pero la Unión Europea no va a entrar en esa cuestión. Nosotros nos relacionamos con Mercosur como un bloque y entendemos que el Paraguay forma parte del Mercosur y si sus miembros han entendido que Venezuela también es admitida en Mercosur, nosotros no entramos en más valoraciones.

    —Además de Venezuela se habla de nuevos posibles ingresos, por ejemplo Bolivia. ¿Eso les hace readecuar los términos o el escenario de la negociación?

    —Que se vayan incorporando Estados nos ofrece más posibilidades de beneficio económico. Venezuela es un gran importador y por lo tanto no estaríamos en absoluto preocupados por la incorporación de Venezuela ni mucho menos. No creemos que haya necesidad —y esa es una cosa que ya hemos estudiado— de cambiar el mandato negociador por el hecho de que aparezcan nuevos socios en el Mercosur. Luego en el intercambio de ofertas es cuando se hará la materialización de las distintas líneas. No se va a complicar tanto porque aparezcan nuevos socios sino porque los que ya están puedan hacer un esfuerzo y destranquemos eso, porque son muchos años ya.

    —Muchas veces se habla de los problemas que tienen los países del Mercosur respecto a la negociación con la Unión Europea. Pero también países como Francia que han puesto trancas en el pasado. ¿No son esas también trancas a la concreción del acuerdo?

    —Todos en el pasado hemos tenido nuestras diferencias y dificultades. Ahora bien, en estos momentos no hay elecciones en el lado europeo que puedan ralentizar la toma de decisiones. Por otra parte, desde hace ya unos años la política agrícola común ha ido transformándose. En estos momentos, Europa importa 60.000 millones de euros por año en productos alimenticios, con lo cual esa idea tradicional de que Europa lo que hacía era subvencionar su agricultura es algo que está muy puesto en cuestión. Ahora lo que se pretende es no tanto subvencionar precios agrícolas sino subvencionar a los agricultores, para que sean personas lo suficientemente arraigadas en el campo para que no se produzca un éxodo rural. En estos momentos Europa está más dispuesta a proteger menos a su agricultura, a proteger menos el precio agrario y dirigir el apoyo al agricultor. Por otra parte, en esta especie de equilibrio, Europa también tiene mucho que ganar en la apertura de mercados industriales y de servicios. Países como Uruguay y Paraguay ven claro que necesitan la apertura y Brasil, donde hace poco tenía una posición más reservada, consultó con la industria en San Pablo y los propios industriales han dicho que hay que impulsar esto.

    —Argentina, sin embargo, ha incrementado su proteccionismo y, según se dice, es el país que más trancas ha puesto a la concreción de la negociación. De no salvar esos problemas, ¿existe la posibilidad de que la Unión Europea siga avanzando de forma bilateral con los que estén dispuestos?

    —No. Creo que hay que tratar de evitar aislar a Argentina por todos los medios. Porque no es bueno meterse en una cuestión que no es la nuestra. Nosotros lo que tenemos que recibir es una oferta global de Mercosur, no meternos en si esta oferta es de este o el otro. Tratar de dividir para que sea más fácil al final se vuelve contra la misma negociación. Además sería una grave torpeza pensar que Brasil va a dejar descolgado a Argentina.

    —¿Qué rol debe jugar Uruguay, a su juicio, con respecto a la región?

    —Uruguay tiene varias cosas que exportar. Una es eso que hablábamos antes: una clase política y una forma de hacer política desde la izquierda muy serena, unos resultados económicos y gestión exitosa. Se van mirando los parámetros y la inflación es importante, pero los demás, un 3% de déficit, un 4% de crecimiento, un 6% de desempleo, una deuda pública que no supera el 50% del PBI, bruta, me parece que son unas cifras envidiables. No tiene graves tensiones sociales, el partido en el gobierno tiene sus diferencias en cuanto a escuelas de pensamiento pero no se ve una agresividad grande como se ve en otros lugares. Además, Uruguay tiene una idea de que se crece a través del comercio, es un país con apertura de miras.

    —Respecto a la crisis en Europa, la confianza de los europeos en la Unión Europea está en un mínimo histórico. ¿Cómo se sale de esa situación?

    —Eso es bien normal cuando las cosas no van bien. La gente tiende a echarle la culpa a los políticos que no terminan de solucionar el problema. Eso tampoco puede llevar a ser pesimistas. Por otro lado las tensiones en Europa son grandes porque se está produciendo una situación de desempleo. No todos los países son lo mismo. Pero si vamos a los hechos, al final nadie se ha salido del euro.

    —¿Europa puede aprender algo de América Latina teniendo en cuenta la situación de crecimiento que hay en muchos países del continente?

    —América Latina ha mejorado mucho. Enrique Iglesias siempre dice que en América Latina, así como hace unos años apenas había economistas competentes, ahora hay gente muy preparada, que conoce muy bien los riesgos de determinadas políticas excesivamente laxas. Durante todos estos años ha habido buenos gestores al frente de los gobiernos, que sin olvidar las políticas de rigor o de cierta prudencia han sacado a millones de la pobreza. Es el caso de Brasil, que es un ejemplo a seguir. Hay cosas muy respetables.

    La izquierda “de antes” y la visita a Tabaré Vázquez, quien tiene “grandes posibilidades de repetir”

    —¿Qué imagen tenía de Uruguay y con qué se encontró cuando llegó?

    —Hay cosas que llaman mucho la atención. Quizá lo más frívolo o superficial es Punta del Este, es el lugar donde va toda la gente más rica a veranear. Pero después hay un país que tiene una especialidad. Llama la atención desde el modo en que la gente se viste, la pirámide de edad de población, la austeridad de los políticos. La gente se comporta con sobriedad. No solamente hablo del presidente. Para lo que son los parámetros de los políticos de izquierda, sigue habiendo mucha auto contención. En Uruguay no se está dando todo esto de que las instituciones son lo de menos.

    —Tal vez un ejemplo de esa “sobriedad” de la que habla es que aquí los políticos no andan con mucha seguridad...

    —Sí, eso llama la atención. Además cuando visité al ex presidente Tabaré Vázquez tuve oportunidad de hablar con una persona sencilla, que no se da demasiada importancia. Es una solidez que transmiten los políticos de este país.

    —¿Visitó en el tiempo que está en Montevideo a Vázquez?

    —Sí, hace un mes. Trato de ponerme en contacto con la sociedad.

    —¿Lo hace con otros ex presidentes?

    —Lo voy a hacer. Llevo dos meses aquí, deme tiempo. Creo que la función de un embajador es la de conocer a la gente y saber además por dónde van los tiros, con independencia además de que Tabaré Vázquez tiene probablemente grandes posibilidades de repetir.

    —Usted hablaba de parámetros de “políticos de izquierda”. ¿Tal vez hace referencia a una corriente de gobernantes de izquierda más asociados a la ostentación?

    —No tanto eso sino que, sin querer señalar a nadie, me da la impresión que se está imponiendo en la izquierda latinoamericana el principio de que todo para el pueblo sin las instituciones. Y creo que eso en Uruguay no ocurre. Siguen siendo muy importantes los equilibrios, las instituciones, el evitar la demagogia. Acá hay una izquierda que con independencia de que haya distintas corrientes dentro del Frente Amplio, no hace un uso de la demagogia ni del discurso fácil. Me da la impresión que eso es la izquierda de antes, la izquierda más sensata.

    —Cuando en la cumbre del Mercosur en Mendoza se debió explicar el ingreso de Venezuela al bloque, el presidente Mujica dijo que lo político había estado “por encima de lo jurídico” y esa frase generó una inmediata controversia. Pareció que rápidamente saltaron las alarmas, incluso dentro del Frente Amplio....

    —Yo creo que aquí en esta cuestión ha habido gente que se ha sentido incómoda y dentro de la preocupación que hubo por la crisis paraguaya —yo en ese entonces era embajador de España en Paraguay— se detectó una cierta incomodidad de algunos, por haberse tenido que acomodar a un planteamiento de unanimidad.

    —En el último tiempo se ha visto un incremento en la popularidad de Mujica en Europa. ¿Cree que el país puede capitalizar eso, por ejemplo que puede influir en la llegada de nuevas inversiones?

    —Desde luego que el presidente tiene un gancho en los países en los que el poder está muchas veces muy distanciado de la población. Aquí yo creo que hay cierta cercanía, lo que lo hace una personalidad llamativa. Aparte de eso Uruguay tiene una estabilidad, es un país donde se piensa que el mismo grupo político pueda ganar las elecciones el año que viene. El presidente Tabaré si finalmente es el candidato del Frente Amplio tiene un prestigio. Este país estaba en una situación muy difícil cuando llega al poder y sin embargo en estos momentos se ha conseguido, sin desestructurar la economía, sacar adelante la situación. Eso a los inversores les importa.