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    “Nunca” aceptaría ir hacia un modelo privatizador de la educación, asegura el nuevo presidente de formación docente

    Víctor Pizzichillo reivindica su compromiso con la enseñanza estatal porque no es “de los que defienden la educación pública y mandan los hijos a institutos privados high”; su objetivo es que las carreras de educación tengan reconocimiento universitario al final del periodo de gobierno

    Víctor Pizzichillo ocupa un despacho que lleva su nombre y nuevo cargo y avisa que no tiene vocación de dar entrevistas, ni de meterse en polémicas mediáticas, ni se considera más político —colorado “de toda la vida”— que docente. Rehúye cualquier polarización en que ve peligrosamente sumergida a la sociedad y dice trabajar en pos de “la vigilancia del aspecto neutro” de la educación. “Pero no hay que confundir perfil bajo con tibieza”, avisa el consejero que asumió esta semana como presidente del Consejo de Formación en Educación (CFE), órgano de enseñanza terciaria que pertenece a la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y cuyo cometido es la formación de los futuros maestros y profesores.

    Para este profesor de Historia, formado básicamente en el Liceo 5 de Paysandú y que participó en las experiencias piloto de la reforma educativa de Germán Rama, en 1996, hoy toda discusión educativa se ve “contaminada” por lo que sucederá el 27 de marzo, cuando la ciudadanía decida en las urnas la suerte de 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC); 34 de ellos referidos a la educación y varios a su ámbito de acción, la formación de los profesionales de la educación.

    Al asumir el cargo, el lunes 20, Pizzichillo citó un pasaje de El Quijote para advertir que como máxima autoridad del CFE no pretende “hincharse como la rana que quiso igualar al rey y reventó”. Dijo que la formación en educación debe transcurrir en un “justo equilibrio” entre “tradición e innovación”: entre mantener sus rasgos identitarios y “aggiornarse” para potenciar su transformación hacia el nivel universitario, siempre sujeto a los lineamientos del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y de la ANEP.

    “A mí no me consta” que el gobierno impulse un plan privatizador de la educación “y, si lo hubiere, no lo compartiría” por una “concepción política”, dice este profesor que pasó a ocupar el puesto que deja la maestra Patricia Viera. A su vez, Pizzichillo fue reemplazado como consejero por María del Carmen dos Santos Farías, exasesora del presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP, Robert Silva, todos funcionarios de filiación colorada.

    El jerarca ratificó que el plan de desarrollo del consejo que conduce —el más reciente en el ámbito de la ANEP, creado en 2010— consta de “tres guías maestras”: la descentralización y el fortalecimiento de los centros educativos para los futuros educadores, la transformación curricular y el dotar de carácter universitario de la formación, meta planteada para 2022.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

    —Asume uno de los desafíos principales de este gobierno, que es lograr el carácter universitario de la formación en educación, un objetivo muy discutido en los últimos años y en especial ahora con los cambios que rigen por la LUC. ¿Cuál es su posición ante este tema? 

    —La LUC ha establecido por ley al Consejo de Formación en Educación con una integración de cinco miembros (tres electos por el Codicen, incluido el presidente, más un representante electo por estudiantes y otro por docentes). Todo esto le da a este consejo una fuerza importante. Pero no desconocemos que estamos insertos en la ANEP y que el órgano rector de este ente autónomo es el Codicen. Por lo tanto en este proceso de acreditación de las carreras de Formación en Educación con carácter universitario frente al MEC, que es lo que ha reglamentado el Poder Ejecutivo, las acciones que desarrollemos pasarán primero por el ámbito del Codicen de la ANEP, que es el órgano que tiene la competencia legal. Y para eso ya iniciamos un proceso de transformación curricular, que es el camino para construir un plan de formación de carácter universitario, siempre en la línea asumida por la ANEP.

    —¿Pero usted particularmente qué opina de este “camino largo” de la doble titulación, entre la ANEP y el MEC, que planea el gobierno para certificar el carácter universitario de los títulos docentes? 

    —Seguramente seguiremos trabajando con el ministerio en ese sentido. Porque entendemos que en este momento es la vía que tenemos para llegar a ese objetivo. Han existido otras propuestas, pero no se ha llegado a acuerdos a nivel parlamentario (por el bloqueo político entre el Frente Amplio y parte de la coalición hoy gobernante, centrado en el tipo de gobernanza para crear una universidad de la educación). Y el carácter universitario se alcanzará si la institución aspirante acredita nivel académico y reconocimiento de los pares.

    —¿Actualmente, Formación Docente no tiene suficiente nivel académico?

    —No digo eso. Simplemente me refiero a la condición sine qua non para tener reconocimiento universitario, que este proceso lo establece el MEC y la ANEP lo va a transitar. Para eso vamos a trabajar desde acá. Nuestro objetivo presupuestal es que al final de la administración nuestras carreras tengan reconocimiento universitario.

    —En su primer congreso celebrado días atrás, el Sindicato de Docentes de Formación en Educación advirtió sobre la “injerencia” del MEC en la acreditación universitaria a instituciones terciarias y en el rol de las universidades privadas dentro del CFE, que “pierde competencias”. ¿Esto es así? 

    —El CFE no pierde ninguna competencia. O sea, la ANEP no pierde ninguna competencia. Porque la habilitación para el ejercicio de la docencia es y seguirá siendo una competencia privativa de la ANEP. Por lo que todas las personas que vayan a ejercer la docencia en el ámbito público tendrán que tener su título habilitado por la ANEP o no podrán ejercer. Y el consejo no saldrá debilitado.

    —¿Qué pasará si un título es habilitado por ANEP con carácter universitario, pero después no es certificado por el MEC para el ejercicio de la docencia?

    —Ese es un escenario hipotético... Ahí están las articulaciones necesarias que deberemos dar entre la ANEP y el MEC para que no sucedan esas cosas. Pero cada uno en el marco de sus competencias legales; ojo, sin pisarse nadie.

    —Más adelante, ¿entiende que es necesaria la creación de una universidad de la educación? 

    —Hoy el camino es este otro. Es hacia donde la administración dirige sus esfuerzos y si asumí este cargo, tengo que trabajar en esa línea. En un escenario de aquí a cinco años capaz que es otro, pero en este momento no.

    —El presidente del Codicen dijo en su asunción que la carrera profesional docente necesita cambiar, entre otras cosas, un estatuto de 1994. ¿Está de acuerdo con eso?

    —Bueno, eso es lo que decía Robert... (ríe).

    —¿Y usted qué dice?

    —Eh... (ríe). Es cierto que es una norma del 94 y que es necesario aggiornarla. Una de las líneas de trabajo de la ANEP es generar una nueva carrera docente. Pero no es tarea fácil porque los cambios de estatutos requieren grandes consensos.

    —Desde ámbitos políticos y sindicales lo ven a usted como un actor “funcional a la línea oficial” del Codicen, y no vaticinan cambios importantes en su gestión. ¿Cuál es su respuesta?

    —Mire, yo he trabajado en las diferentes administraciones y lo que guía mi tarea profesional es buscar lo mejor para nuestro sistema educativo, con una concepción republicana, democrática y entiendo que la vigilancia del aspecto neutro de la educación es fundamental. Quiero decir que uno como profesional de la educación no está para transmitir la ideología, la religión o la filosofía personales. En el ámbito del aula, según mi concepción, uno tiene que ayudar a que el educando pueda acceder a todas las fuentes para tomar sus decisiones, y que sea un ciudadano crítico y libre.

    —Pero usted ocupa un cargo de responsabilidad pública, cumple tareas educativas, resuelve con ideas propias y a partir de líneas políticas... 

    —A las líneas políticas que se aprobaron en un Presupuesto que fue votado por el Parlamento de la República, y como funcionario público me tengo que ajustar a eso, que es lo que corresponde, además. Acá yo cumplo un rol funcional. Yo no trabajé con el espíritu de hacer campaña para un partido político. Eso no quita que tenga mi corazoncito, como todos… Pero las opiniones personales mías son mías… (ríe).

    —¿Se considera “un tibio”, como lo califican sus críticos? 

    —Una cosa es el bajo perfil y la humildad, y otra es la tibieza (ríe).

    —¿Por qué dijo en su discurso que el Codicen fue “valiente” en designarlo a usted al frente del CFE?

    —Porque tal vez puedan existir muchos otros profesionales de mayor relevancia de la que yo pueda tener. Desde ese punto de vista lo digo, no por otra cosa. Yo soy profesor de Historia, tengo estudios de posgrados, tengo una maestría, tengo un diplomado en Diseño de Desarrollo Curricular, tengo una maestría en Formador de Formadores... Pero seguramente hay profesionales de la educación que pueden acreditar mucha mayor formación académica que yo. Capaz el Codicen vio en mí otras cualidades que me puedan adornar… Me preguntaron si yo estaba dispuesto a asumir el desafío y yo manifesté que yo iba a estar donde el sistema educativo me necesitara. Ahora, qué condiciones valoró el Codicen para eso... (ríe).

    —Los gremios docentes insisten en “enfrentar” el proceso de “fragmentación y de privatización” de la enseñanza pública que “el gobierno viene instaurando en todos los subsistemas” y particularmente en la formación docente. ¿Qué responde a eso?  

    —Todos tienen el derecho de tener preocupaciones lícitas. Provengo de la educación pública, hice mi carrera en la educación pública y soy un convencido de las bondades de la educación pública, ¿ta? Para eso trabajo, por una cuestión de coherencia conmigo mismo. Nosotros estamos trabajando para fortalecer la educación pública. Y en ese fortalecimiento pueden convivir instituciones privadas que también se dedican a la formación. Acá en ningún momento se está hablando del desmedro de la educación pública. Ninguna de las instituciones privadas que aquí forman docentes lo hacen si no es aplicando el plan de estudios oficial aprobado por la ANEP. Y los títulos son otorgados por la ANEP. Acá la educación pública está muy bien organizada, tiene una larguísima tradición y las acciones de esta administración apuntan a defenderla y a potenciarla.

    —El seminario Nuevos Rumbos, organizado por el MEC y dirigido a formadores en educación, recibió cuestionamientos desde ese ámbito…. 

    —Entiendo que cuando se abordan algunas ideas o teorías distintas, que pueden asociarse a otros modelos educativos, generen situaciones de inquietud. Pero eso no significa que esta administración vaya en esa línea. Yo como docente tengo que conocer los diferentes modelos para tomar lo que sirva.

    —¿Descarta un propósito oficial privatizador o empresarial para la educación?

    —A mí no me consta. Y, si lo hubiere, no lo compartiría. Aquí vuelvo a mi concepción política. Nunca podría aceptar que vayamos hacia un plan privatizador de la educación. Si me quieren asociar a una institución privada de formación, digo: Yo fui a una escuela rural a 25 kilómetros de Paysandú, fui al liceo Nº 2 y Nº 1 de Paysandú y me formé en el Instituto de Formación Docente de Paysandú. ¿Después? ¡Sí, cómo no! Trabajé 15 o 16 años en una institución privada (en el Colegio Nuestra Señora del Huerto, de Paysandú), como muchos colegas de todas las administraciones. Y tengo dos hijos y fueron a la institución pública toda la vida. ¡Siempre pública! ¿Ta? Porque tampoco soy de los que defiende a la educación pública y manda a los hijos a institutos privados high.

    • Recuadro de la entrevista

    “Siempre fuimos muy respetuosos del espacio de las ATD”