En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
(Enviada). Entró a la sala de prensa con su melena blanca, su infaltable boina negra y calzando zapatillas crocs. A punto de cumplir 90 años, el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal tiene una salud frágil y sus asistentes lo trasladan en silla de ruedas, pero mantiene una gran lucidez y claridad para transmitir sus ideas. El viernes 5 los periodistas lo esperaban en la FIL de Guadalajara para escuchar su conferencia de prensa sobre el libro Noventa en los noventa. El volumen es una selección de 90 poemas escritos por Cardenal en diferentes épocas, que estuvo a cargo de Sergio Ramírez, también escritor y militante político, quien abandonó el sandinismo por discrepancias con la conducción del presidente Daniel Ortega.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Con una voz pausada y un tono más bien parco, Cardenal respondió preguntas sobre su vida religiosa y revolucionaria, a las que él siempre vincula con la poesía: “Tuve dos vocaciones. Una fue la religiosa, que me llevó al sacerdocio, y la otra, la primera con la que nací, fue la poesía que me llevó primero al amor por las muchachas, luego al amor por Dios y después al amor al pueblo, a la revolución, que es lo mismo que decir a Dios”.
Cardenal nació en Granada, Nicaragua, en 1925. Estudió letras en su país y también en México, en Nueva York, en España, Suiza e Italia. Su primera intervención revolucionaria fue en 1954, cuando participó del levantamiento contra Anastasio Somoza García, pero esa fue una revolución perdida. Luego se hizo monje trapense en Estados Unidos y en 1965 fue ordenado sacerdote en Managua. Fundó entonces una comunidad cristiana y casi monástica.
Años después estudió teología y se adhirió a la llamada “teología de la liberación”, una corriente cristiana que siguieron varios sacerdotes latinoamericanos. Por sus postulados, fue despreciado, entre otros, por el papa Juan Pablo II.
Su segunda participación revolucionaria fue en 1979 junto al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que derrotó a Anastasio Somoza Debayle. La revolución triunfante lo nombró ministro de Cultura, cargo que ocupó hasta 1987. Lentamente el sandinismo liderado por Ortega lo fue decepcionando y abandonó esas filas en 1994. Apoyó entonces al Movimiento Renovador Sandinista, opositor al gobierno, fundado por Sergio Ramírez, al que se adhirieron otros escritores como Gioconda Belli.
Cuando responde preguntas sobre la política de su país, Cardenal es rotundo y su voz adquiere más volumen y firmeza. Así sucedió cuando explicó por qué se opuso a la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua. “En primer lugar, tendría que explicar, y esto no lo puedo hacer con mucho detalle porque quiero regresar a mi país, que Nicaragua es una dictadura, una dictadura con un poder corrupto de un hombre, Daniel Ortega, y de su esposa. Más bien es la esposa la única que manda porque lo manda también a él”, dijo, y despertó risas en la sala.
“En un solo día fue aprobada la construcción del canal en la Asamblea Nacional sin la oposición de nadie y sin consulta. Es una ley que entrega al país y afecta a toda la población. Ese proyecto acaba con el lago de Nicaragua, el tercer lago de agua dulce del mundo, el más grande después del Titicaca”.
Con su poesía ganó el Premio Reina Sofía y el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, entre otros reconocimientos. Algunos de sus poemas se titulan salmos, pero son más humanos que religiosos. También le ha cantado a la cerveza, a Marilyn Monroe, al universo en Canto cósmico, al tiempo: “Tiempo, yo te odio. Aunque sin ti no existiera. Y por tu pasar moriré aunque por tu pasar nací”, dice en uno de ellos.
A propósito del tiempo, un periodista le preguntó qué significaba llegar a los 90 años. “No le deseo a nadie tener 90 años”, le respondió Cardenal, y hubo nuevamente risas. Otro le preguntó si los silencios en la poesía significan algo, y el poeta lo miró serio y le dijo: “Eso que me pregunta yo no lo entiendo”. En una de las últimas respuestas habló de su relación con lo que ha escrito: “No me gusta releerme, después que escribo un poema lo olvido para poder hacer otro”.
Sus editores y ayudantes lo llaman “padre” y lo cuidan con celo para que no se canse, por eso limitan el número de preguntas y de entrevistas. Cuando termina la conferencia, a Búsqueda le conceden unos pocos minutos para hablar con Cardenal en el hall del hotel.
—En la conferencia dijo que mantiene firmes sus principios revolucionarios. ¿No se siente decepcionado después de lo que sucedió en Nicaragua?
—Más que decepcionado estoy frustrado. Fue una revolución muy bella, para mí la más bella que ha habido. Ya no tenemos revolución sino la dictadura de una familia.
—¿Sigue siendo marxista?
—Me considero un marxista-cristiano o un cristiano-marxista. Si me pregunta si el marxismo fracasó, le diré lo mismo que dijo Chesterton con respecto al cristianismo, que no había fracasado porque no se había puesto en práctica nunca. Yo digo lo mismo: el marxismo nunca se puso realmente en práctica.
—¿Qué recuerda de su paso por el sandinismo?
—Me ocasionó un gran sufrimiento. Al tercer volumen de mis memorias le puse La revolución perdida. Lo que hay ahora en Nicaragua no es revolución, ni es de izquierda ni es sandinismo.
—La primera parte de sus memorias se llama Vida perdida, ¿qué es lo que perdió?
—El título tiene dos sentidos: Cristo dice que quien quiera conservar su vida, la perderá. Pero el que pierde su vida por él, la salvará. Cuando quise conservar mi vida sin entregarla a Dios, la perdí. Considero que esa fue una vida perdida. Después la entregué a Dios, y ese sacrificio significó el haberla ganado.
—En la conferencia dijo que el papa Francisco y el presidente José Mujica son los dos grandes fenómenos que ha tenido Latinoamérica en los últimos años. ¿Por qué lo piensa?
—Los admiro porque los dos hablan siempre del mismo tema: de la desigualdad y de la injusticia. Y de la necesidad de mejorar este mundo y este planeta inhabitable. Y ponen en práctica lo que dicen.