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    Agosto vendrá “mejor, con lindas lluvias”; a largo plazo “aumentan” los “riesgos” de eventos adversos

    Redactor Agro de Búsqueda

    Resulta oportuno ahondar en temas climáticos vinculados a los eventos adversos que impactaron en la producción agropecuaria, como la reciente sequía, en los pronósticos para los próximos meses y en lo que puede deparar el clima a mediano y largo plazo para el desarrollo de las actividades del campo y la ciudad.

    Con ese objetivo Agro de Búsqueda consultó a referentes del asunto, que suelen ser valorados y tenidos en cuenta en conferencias o encuentros de productores del agro.

    Las tendencias climáticas indican que los fenómenos serán cada vez más extremos y frecuentes respecto a lo que sucedió históricamente, y eso no supone que ocurrirán episodios de sequía, inundaciones o heladas que nunca antes se registraron.

    Una de las voces recurrentes sobre el clima y su impacto en la producción agrícola es el asesor de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (Argentina), Eduardo Sierra, quien es un ingeniero agrónomo especializado en el área.

    Basándose en el monitoreo y los mapas que proveen información detallada sobre las tendencias climáticas, el experto dijo a que hasta la ocurrencia de las recientes lluvias en Uruguay, los datos mostraban que “los único que tenían algo de humedad” en los suelos eran los departamentos de “Artigas y Salto, y lo demás estaba en rojo, como que no tenían nada de humedad”.

    Comentó que “en lo que queda de julio va a ir empezando la lluvia gradualmente”, y “todavía” este mes “terminará con manchones de sequía en Uruguay”, pero “agosto ya viene mejor, con lindas lluvias, con prácticamente 100 milímetros en todo” el territorio uruguayo. “Agosto termina con buena humedad en los suelos y algún manchón de exceso”, luego “en setiembre siguen las lluvias con valores importantes en el norte”, lo que dejará “buena humedad en los suelos de la franja agrícola”, desde Colonia hacia arriba, pronosticó.

    Adelantó que “en octubre puede haber excesos (de precipitaciones), cuando se activa el fenómeno de El Niño”, y se apresuró a dejar en claro que todo esto se maneja en términos de “probabilidades” y “pronósticos”. “Muchas veces uno olvida de lo que es el futuro” en el que “no hay nada seguro hasta que algo ocurre”, acotó.

    Ya proyectándose hacia el último tramo del año, Sierra indicó que “en noviembre se calman un poco las lluvias y desparecen los manchones de exceso” hídrico, y “en diciembre empieza a llover moderadamente”.

    “Enero viene tranquilo” en cuanto a los registros de precipitaciones y “puede terminar (ese primer mes del 2024) como sucede históricamente, con necesidades de humedad”, después “vuelve la lluvia en febrero y evita el daño”, y en “marzo de vuelta es un mes lluvioso, para finalmente llegar a “abril que registra niveles de lluvias normales”, pronosticó.

    Ante la pregunta referida a la distribución de las lluvias en los diferentes departamentos para los próximos meses, el asesor de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires habló de la dificultad de conocer el detalle de los volúmenes de agua que caerán sobre el territorio, y que por lo general eso no puede tomarse como algo tan parejo.

    Sierra advirtió que “es poco probable” la ocurrencia de un nuevo episodio de déficit hídrico extremo en el próximo verano y meses cercanos, para las zonas productivas del agro uruguayo.

    “Enero no será seco todo el mes”, pero entre el “día de Reyes (6 de enero) y el 21” de ese mes “hay dos a tres semanas sin lluvias, que vuelven en febrero, en marzo y sobre todo abril, que son (períodos) lluviosos”, lo que representa una “estacionalidad” del clima, avizoró.

    Al plantearle la importancia de este asunto para el diseño de las políticas públicas, Sierra advirtió que “Sudamérica, sobre todo el suroeste de la región pampeana argentina, que es un área sensible, está entrando en una fase negativa del clima, que empezó en 2007 y puede durar varios años más”.

    Y en Norteamérica pasa prácticamente lo mismo, porque “el cinturón maicero de Estados Unidos tiene sequía”, lo que supone una “pérdida de capacidad agrícola”, por lo que es “medio suicida apuntar a volumen”, sostuvo.

    Consideró que “constantemente en los países sudamericanos” están “tratando de compensar la caída de los precios (de los granos) con más volumen, y no con más calidad y valor agregado”. “La carrera está perdida antes de empezar”, aunque por suerte “los precios no se deterioraron tanto, pero nos hubiera ido mucho peor si no hubiera sequía el año pasado”, dijo.

    Opinó que “nunca hacen la cuenta del ingreso”, porque “el volumen por sí mismo no es un buen negocio”, entonces “tenemos seudoeconomistas que no hacen las cuentas”.

    Riesgos, caídas y estanterías

    “De las cosas que uno aprende con eventos tan extremos como los que sufrió Uruguay es la conexión que tiene esto con el cambio climático, de reducir las emisiones de gases con efecto invernadero”, dijo a Agro de Búsqueda el investigador senior del Instituto Internacional de Investigaciones para el Clima y la Sociedad (IRI), de la Universidad de Columbia, Walter Baethgen.

    Este ingeniero agrónomo uruguayo, que además ocupa el cargo de vicepresidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (Inia), planteó que “la pregunta clásica que se hace el ciudadano en la calle es: ¿esta sequía espantosa que vivió Uruguay es debido al cambio climático?”. Y “la respuesta es que este tipo de cosas aumentan la frecuencia, la intensidad y la gravedad de los fenómenos”, señaló.

    El investigador comentó que “el cambio climático tiene ver con estos eventos extremos del clima, pero uno científicamente no puede decir que esta sequía en particular es el resultado del cambio climático”.

    “En cualquier ciudad hay cosas que normalmente pasan, como gente mayor que se cae en la calle o a veces se cae una estantería y se rompen los platos”, indicó Baethgen desde Nueva York, al recordar un ejemplo utilizado por él recientemente en la universidad estadounidense.

    Agregó que “ahora si en esa ciudad de repente empieza a haber una especie de terremoto permanente, nada que impida a la gente caminar por el temblor, pero de todas maneras pasas de no tener nada de temblor a tener un poco, entonces es más probable que haya más gente o estanterías que se caigan”.

    “Cuando una persona se cayó, ¿vos decís que la razón es porque se está sacudiendo la ciudad?, no, porque antes también se caían, pero sabes que hay más probabilidad que más personas se caigan; y con el cambio climático pasa algo parecido”, comparó.

    Sostuvo que “sequías en Uruguay siempre hubo, y que haya habido tres años seguidos de La Niña, no es una cosa que nunca pasó, porque en los últimos 50 años eso ocurrió tres veces”.

    Cuando uno planifica la construcción de una obra como una represa, puede prever “un período de retorno a 50 años”, lo que supone un “costo enorme”, entonces se decide optar por un “período de retorno razonable”, pero “lo que pasa con el cambio climático es que el período de retorno se empieza a achicar”, consideró.

    Por eso el Baethgen dijo: “lo que normalmente era un riesgo determinado, ahora esos riesgos aumentan porque se incrementan la frecuencia y la intensidad de los eventos extremos” del clima.

    “La primera cosa que tenemos que hacer es compartir las causas del calentamiento global y del cambio climático”, y ahí “lejos” figura “el sector energía como responsable, con 75% de las emisiones de gases con efecto invernadero”, afirmó.

    El investigador senior del IRI señaló que hay que trabajar “en la gestión de residuos, en parar la deforestación, todo lo que sirva para atacar las causas”, pero igualmente “si el mundo parara hoy, con cero emisiones de gases, es tanto lo emitido en los últimos 200 años que igual va a seguir existiendo el cambio climático”.

    Tendencias climáticas

    Otra de las fuentes de información para conocer las perspectivas del clima trimestrales es la generada por expertos de la Universidad de la República y del Instituto Uruguayo de Meteorología, que sirve a los productores del agro como guía para tener una idea de lo que pueden esperar para los próximos meses.

    La tendencia se realiza en función de la actual coyuntura climática, las relaciones estadísticas históricas demostradas entre el clima local y condiciones de temperatura de superficie del mar remotas y las salidas de los modelos climáticos de predicción en centros de investigación internacionales.

    El informe de Tendencias Climáticas Estacionales se presenta en forma de sesgos en la distribución de probabilidad, es decir, en función de la probabilidad que el registro del trimestre entre en el tercil superior, medio o inferior de la distribución climatológica.

    En ausencia de sesgos, se debe esperar con igual probabilidad (33%) cada uno de los tres casos, y en el informe se indican solo aquellos resultados estadísticamente significativos, aclaran los técnicos encargados de elaborarlo.

    Indican que en cuanto a la precipitación acumulada esperada para julio-agosto-setiembre, Uruguay se divide en tres regiones.

    En el noreste del país el sesgo es superior a lo normal, en el suroeste el sesgo inferior a lo normal, y en el resto del país se esperan condiciones climatológicas, pronostican.

    Señalan que en particular, para la región noreste hay un 40% de probabilidad de ocurrencia del tercil superior y 30% en los terciles medio e inferior. Mientras que en el suroeste del territorio se le asignó un 40% al tercil inferior, y un 30% a los terciles medio y superior. Al resto del país se le asigna la misma probabilidad para cada tercil (climatología).

    Respecto al evolución de las temperaturas prevista para ese trimestre, el informe indica que la temperatura media del trimestre julio-agosto-setiembre será superior a lo normal en todo el Uruguay, con un 50% de probabilidad de ocurrencia de tercil superior, 30% de tercil medio y 20% de tercil inferior.

    Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

    “Esperanza” en un plan de riego

    La “bendición que tuvo la ley forestal”, de 1987, fue que “Uruguay es uno de los países que tiene mejor información sobre los suelos”, lo que “es la envidia de muchos países”, y “gracias a ello se pudo delinear las zonas de prioridad forestal, con una base científica”, además de una “decisión política que genera mecanismos financieros para promover” esa norma legal. Así lo señaló a Agro de Búsqueda el investigador senior del Instituto Internacional de Investigaciones para el Clima y la Sociedad (IRI) de la Universidad de Columbia, Walter Baethgen.

    Consideró que “con la ley de riego (de 2017) pasa algo similar”, porque “hubo mucho esfuerzo y hay mucha información, y ahora estamos pensando en juntar toda la información y tomarla que sea necesaria para establecer un plan de desarrollo del riego”.

    “La idea es, con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y algunos expertos (en riego), hacer una cosa bien metódica, para contribuir en un plan de riego que pueda promover esa ley”, dijo.

    Al ser consultado sobre los plazos previstos para concretar ese objetivo, Baethgen, quien es vicepresidente del INIA, se refirió a los proyectos que ya están en desarrollo por parte de grupos de productores regadores, que prevén la construcción de represas multiprediales, y que requieren dar un paso adelante para concretarlos.

    “Una de las cosas que tienen estos eventos climáticos tan extremos, como la sequía, es que despiertan la gran inquietud de estos temas del agua”, advirtió el científico uruguayo.

    Sobre este asunto, Baethgen recordó a “un profesor de Estados Unidos, que en vez de hablar de ciclo hidrológico hablaba de ciclo hidroilógico”, porque “uno arranca un período en el que todo está funcionando normal y de repente empieza a llover menos, se instala una seca y ahí todo el mundo comienza a pensar armar un plan de extracción de agua y un plan de riego, pero cuando vuelven las lluvias uno tiende a olvidarse”.

    “El mejoramiento de la tecnología en Uruguay es imponente, porque hace dos décadas el trigo rendía 1.000 kilos (por hectárea), el maíz rendía muy poco, la soja ni existía y hoy hay un nivel tecnológico que no es muy diferente al de los países desarrollados. Entonces, cuando se tiene todo ese sistema funcionando tan bien es mucho más razonable sacar del medio uno de los factores más limitantes, que es el agua”, planteó.

    El investigador se mostró optimista sobre la posibilidad de llegar a implementar un plan de desarrollo del riego al decir: “ahora tengo un poco más de esperanza de que esto se concrete”.

    Sobre la posibilidad de transferir riesgos, sugirió que “es necesario contar con la mejor información posible”, luego “identificar que intervenciones permiten reducir los riesgos” del cambio climático, “porque el riego es una alternativa pero hay muchas otras, que comprenden el buen manejo de cultivos, las rotaciones con pasturas, aumentar la materia orgánica y carbono para que los suelos sean capaces de almacenar más agua”.

    Sostuvo que “después de hacer eso todo bien, igual te puede pegar un evento extremo” como el de la seca de este año, y “esto quiere decir que hay una cantidad de riesgos climáticos que uno puede ir aprendiendo a manejarlos y a disminuirlos, pero hay una parte de los riesgos que no se podrán manejar”.

    Y en ese caso “hay otra serie de instrumentos que permiten transferir los riesgos, como es el de los seguros agropecuarios”, con la misma lógica de los seguros de los autos, de las casas y otros, que “cubren los riesgos que no podés manejar” y que “es necesario empezar a pensarlos de manera más sistemática”, enfatizó.