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La pobreza medida por ingresos en 2023 —7% de los hogares y 10,1% de las personas— se mantuvo en niveles similares a los del año previo y dentro del margen de error de la medición que hace el Instituto Nacional de Estadística (INE). Para algunos investigadores del Instituto de Economía (Iecon) de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración consultados por Búsqueda, la comparación con 2019, antes de la pandemia y del cambio de gobierno, sí mostró un aumento estadísticamente relevante, lo mismo que la desigualdad estimada a través del índice de Gini.
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Andrea Vigorito comparó la estimación “superior” de 2023 con la de 2019, “lo que indica que la pobreza aún no retornó a los niveles previos a la crisis. Esto significa que los hogares de menores ingresos llevan varios años accediendo a menores recursos económicos y que las privaciones se acumulan”. Según ella, ese deterioro es “difícil” de revertir debido a que las medidas de política pública que se han tomado en los años recientes “no han sido suficientes o se han tomado tardíamente”. Si la pobreza persiste es porque los ingresos de los hogares “no han aumentado lo suficiente”, señaló.
Opinó que un mejor uso de la Encuesta Continua de Hogares “podría contribuir a identificar el perfil de quiénes superan la pobreza y quiénes permanecen” en esa condición al percibir un ingreso que resulta insuficiente para adquirir una canasta básica de bienes y servicios. También la “postergada” publicación de la nueva línea de pobreza y la estimación multidimensional de la pobreza “contribuirían a proporcionar mayores elementos para la discusión pública y el diseño de políticas”, agregó.
El índice de Gini, que calcula la desigualdad de ingresos entre los hogares —a menor valor menor, menor desigualdad en la sociedad—, fue 0,394 en 2023, levemente superior al año pasado, pero dentro del margen de error.
Mauricio de Rosa, otro economista del Iecon, dijo en su cuenta de la red X que el Gini “está 1,1 por encima del nivel prepandemia (…). Es un incremento considerable. La desigualdad es lo único que no solo no tiene una recuperación (parcial) pospandemia, sino que tiene tendencia creciente”.
Martín Leites agregó que si bien no conoce los intervalos de confianza en la estimación, la diferencia de un punto respecto a 2019 “tiene significación estadística”.
Por otra parte, el ratio de los deciles mostró que los ingresos pertenecientes al 10% más rico fueron 11,7 veces superiores a los del 10% más pobre. Su evolución respecto de 2019 “es consistente con el Gini”, dijo ese investigador del Iecon. Agregó que al basarse en información de ingresos relevada en encuestas “se puede estar subvalorando los ingresos del 10% más rico”.
Para Leites, “la evidencia hace pensar que los hogares no están en iguales condiciones para aprovechar el crecimiento económico, porque los efectos adversos de las crisis persisten y se concentran en personas que tienden a enfrentar problemas para conseguir empleos estables”.
Masa salarial
Otra forma de medir la desigualdad social es a través de la “masa salarial”, que es la suma de todas las remuneraciones pagadas en porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB). Según un cálculo de Búsqueda para 2023 a partir de datos del Banco Central y el INE, ese ratio fue de 42%, algo mayor a la del año previo (39,6%).
El economista del Instituto Cuesta Duarte Bruno Giometti explicó a Búsqueda que entre 2020 y 2022 la masa salarial se ubicó por debajo del nivel de 2019, lo que equivale a US$ 2.000 millones de transferencias del “trabajo” al “capital”. Agregó que el año pasado, con la recuperación del salario y el crecimiento del empleo, “la masa salarial como porcentaje del PIB volvió a su valor de 2019”.
Para Giometti, “sin duda entre 2019 y 2023 la distribución del ingreso empeoró, hay un aumento estadísticamente significativo” del Gini, y en el caso de la masa salarial hubo una pérdida acumulada entre 2019 y 2023. Ambos indicadores estarían señalando “un aumento de la desigualdad en lo que va de este gobierno”.
Políticas
Vigorito explicó que, para disminuir la pobreza, “se requiere un aumento de los ingresos (salariales) de los hogares vulnerables”, empleos “de calidad”, mayores montos y cobertura de las prestaciones sociales, lo que “también impactaría sobre la pobreza infantil”.
La forma “más rápida y efectiva” de reducir la pobreza es mediante políticas que simultáneamente reducen la desigualdad, agregó De Rosa, “dotar de mayor progresividad a los impuestos directos (IRPF e IASS), mayor cobertura y montos de las transferencias monetarias (AFAM-PE y TUS). También fijar impuestos progresivos a la riqueza y hacer crecer la masa salarial respecto del PIB, con incrementos mayores en los salarios más ‘deprimidos’, además de contar con una política a gran escala de generación de empleo por parte del Estado que reduzca la tasa de desempleo”.
Giometti coincidió con De Rosa pero, en una mirada de mediano y largo plazo, planteó que “hace falta un cambio de la matriz productiva de la economía” hacia sectores que generen más trabajo calificado, con buenos ingresos para la mayoría de los trabajadores. Según él, la actual “estructura primarizada, basada en unos pocos bienes del sector agropecuario, conspira contra la reducción de la desigualdad”.