Bartol fue a una reunión con el presidente con la idea de liderar la pospandemia y se retiró con su remoción como única certeza

escribe Federico Castillo 

“A los que están afuera, entren. Yo sé por qué se los digo”. Era un sábado con calor de octubre en Trinidad, Flores. Año 2018. Luis Lacalle Pou empezaba a recorrer una vez más el camino hacia la Presidencia de la República y tenía bajo su manga algunas cartas para mostrar. Golpes de efecto para sorprender. Una de ellas era Pablo Bartol. Y por eso Lacalle Pou llamó a viva voz la atención de los que estaban dispersos y conversando fuera de la carpa donde se desarrollaba un congreso de su agrupación política. No quería que nadie se perdiera el relato inspirador de la nueva figura de su equipo. El próximo ministro de Desarrollo Social se presentaba en sociedad. “Bartol es la comprobación de que hay que pelear contra el no se puede”, así lo anunció. El discurso del profesor universitario, numerario del Opus Dei, director del centro educativo modelo de gestión privada Los Pinos en el barrio Casavalle, fue el último de aquella jornada. Y durante su oratoria ya no hubo que reclamar silencio y atención. Todos lo escucharon con la certeza de que estaban frente a un hallazgo. Los dirigentes murmuraban complacidos porque el Partido Nacional había encontrado por fin un rostro amable para liderar las políticas sociales.

Esta nota es exclusiva para suscriptores de BÚSQUEDA y GALERÍA
Elegí tu plan y suscribite

Suscribite

¿Ya sos suscriptor? Iniciá sesión

Probá nuestro servicio, registrate y accedé a una nota gratuita por semana.