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El primer gobierno del Frente Amplio fue muy bueno para la coalición de izquierda. El Plan Ceibal, el Ministerio de Desarrollo Social, el Sistema Nacional Integrado de Salud y la reforma del sistema tributario le permitieron navegar con tranquilidad hasta las elecciones, donde la victoria parecía inevitable, pero la seguridad pública se había instalado entre las inquietudes de la población.
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En aquel momento el Frente Amplio no tenía una política sobre el tema tan programática y sólida como en otras áreas; apenas algunas definiciones. Sin sustento teórico ni cuadros políticos especializados detrás y con el problema en crecimiento, encargarse de los delitos no era un atractivo para ningún dirigente y obligó al presidente electo, José Mujica, a apoyarse en uno de sus hombres de extrema confianza.
“En el Frente a nadie le gustaba mucho estar en el Ministerio del Interior, y bueno, me tocó”, resumió años después Eduardo Bonomi sobre aquella decisión que definió su carrera: en casi 50 años de actividad en la cual fue estudiante, militante, tupamaro, sindicalista, fundador del Movimiento de Participación Popular (MPP), parlamentario y también ministro de Trabajo, la aventura política de Bonomi, quien falleció el domingo 20 a los 73 años por un paro cardiorrespiratorio, quedó marcada por su paso al frente de Interior.
Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
Fue objetivo favorito de las críticas a los gobiernos frentistas, tuvo récord de interpelaciones en el Parlamento, soportó continuas exigencias de renuncia y terminó por ser la cara responsable del crecimiento de homicidios, rapiñas y hurtos. Los cuestionamientos vinieron principalmente de la oposición y de una parte de la opinión pública, pero también desde dentro de la Policía e incluso de su propia fuerza política, con la cual Bonomi debió lidiar para sutilmente intentar equilibrar un enfoque de seguridad puramente disuasivo reclamado por ciertos sectores de izquierda, con una estrategia más autoritaria que el Ministerio del Interior entendió necesaria ante nuevos tipos de violencia.
En el medio lideró cambios a nivel normativo, salarial, educativo y de equipamiento dentro de la Policía Nacional, “la reforma más importante de la historia reciente”, según calificó el senador del Frente Amplio Mario Bergara el domingo 20 en su cuenta de Twitter. Esos cambios quedaron muchas veces en segundo plano ante los índices de delitos, la herramienta que en los últimos años volcó el debate político para medir la seguridad pública.
El récord en homicidios y sucesos como la fuga de la ex Cárcel Central del mafioso italiano Rocco Morabito, llevaron a Bonomi a poner su cargo a disposición del presidente Tabaré Vázquez en tres ocasiones de 2015 a 2020. Vázquez siempre lo mantuvo como ministro.
“Es la persona que he conocido con mayor tolerancia a la presión”, dijo a Búsqueda Alfredo Clavijo, exdirector de la Guardia Republicana, quien llegó al ministerio junto a Bonomi el 5 de marzo de 2010 con la orden de crear la Unidad de Protección Ministerial, que hasta hoy se encarga de la custodia del ministro.
Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
“Hay que ser paciente y saber esperar que un árbol que está bien plantado crezca”, sostuvo para graficar el valor que la gestión Bonomi tomará con el paso del tiempo. “Hizo una reforma estructural y metodológica impresionante”, agregó a Búsqueda Mario Layera, director de la Policía Nacional hasta febrero de 2020.
Además de la mejora salarial, durante la administración Bonomi se desarrolló la Ley Orgánica policial, el sistema único para el registro de denuncias, la geolocalización de los delitos y de los móviles policiales, el patrullaje de alta dedicación operativa, la medición en tiempos de respuesta, el armamento semiautomático y los chalecos antibalas para todos los policías, las cámaras personales y de videovigilancia y el sistema automatizado de interceptaciones legales con base en El Guardián.
Para Layera y Clavijo, estos logros muchas veces fueron disminuidos intencionalmente mediante dardos a Bonomi. “Se inventó que no concurría a los velorios de los policías caídos en acto de servicio. Eso fue tergiversado para atacarlo. No participaba de ceremonias en las cuales el policía había fallecido por prestar servicios fuera de la institución. No era tribunero”, indicó Layera. “Yo prefiero que me paguen bien, me equipen bien, me capaciten bien y me rijan con normas claras a que una figura política vaya a un velatorio”.
Según Layera, además de una lógica conservadora que en la Policía tradicionalmente dificulta cambios estructurales, el personal más antiguo de la institución marcó distancia con Bonomi debido a su rol en el asesinato de un policía en 1972: un libro del periodista Sergio Israel sostiene que Bonomi advirtió a Vázquez que había sido acusado de la muerte de dos policías durante su militancia en el MLN-Tupamaros antes de la dictadura y que uno de los casos era verdad. “Hubo policías que nunca lo llegaron a procesar, que lo rechazaban por eso”, explicó Layera.
Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS
Como tupamaro, Bonomi estuvo preso desde 1972 a 1985. En la cárcel se ganó el apodo de Bicho, que reemplazó al de Conejo con el cual lo conocían sus amigos del barrio Malvín, los futbolistas de la tercera división del Montevideo Wanderers y los compañeros en la Facultad de Veterinaria.
Tras salir de prisión comenzó a trabajar en la empresa pesquera Promopes, integró el secretariado ejecutivo del Congreso Uruguayo de Trabajadores de la Industria de la Pesca e ingresó como suplente al Parlamento por el MPP. En 2005 fue electo diputado por ese sector y luego designado ministro de Trabajo y Seguridad Social. Allí capitaneó la reinstalación de los Consejos de Salarios, un proceso complejo en el cual apeló a algunos de los atributos que tras su muerte han destacado quienes trabajaron con él: responsable, leal, tenaz, empático, reservado y cuidadoso.
Tras abandonar el Ministerio del Interior, asumió como senador y en la interna del MPP tomó la dirección del Espacio 609. Charles Carrera, senador de ese sector, explicó que era fundamental en la estructura partidaria. “Era la puerta de entrada de nuevos militantes, articulaba, coordinaba reuniones, escribía documentos... Es una pérdida muy fuerte para el MPP y para el Frente Amplio”.