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    China invierte más y más en América Latina, y descubre los riesgos

    Río de Janeiro (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina). Al este de Venezuela, cerca de un pequeño pueblo bautizado con el nombre de la legendaria cuidad de El Dorado, hay una de las mayores minas de oro de América Latina y del mundo. Se llama Las Cristinas y se estima que tiene reservas de 17 millones de onzas del preciado metal. Fue expropiada en el despuntar de este siglo por el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, quien tres años atrás y ya enfermo de cáncer anunció que buscaría explotarla con China. El acuerdo fue firmado por su sucesor, Nicolás Maduro, en 2013: el Banco de Desarrollo Chino (BDC) daría US$700 millones al país sudamericano para financiar un proyecto minero que incluía el aprovechamiento de Las Cristinas. Era apenas uno entre varios préstamos del gigante asiático a América Latina en los últimos años, que en 2014 superaron los créditos que la región recibió del Banco Mundial (BM)y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en conjunto.

    El auge del financiamiento chino en Latinoamérica quedó reflejado en un informe divulgado el jueves 26 que señala que la región recibió la friolera de US$22.000 millones de Pekín solamente el año pasado. Esto representa un aumento de 71% respecto a 2013, según el estudio de la Base de Datos Financieros de China y Latinoamérica. Fue el segundo año con más créditos registrados de China a Latinoamérica desde que los bancos del país asiático comenzaran a inyectar divisas en la región hace una década. En este período, esos préstamos suman US$119.000 millones.

    El dinero se ha repartido de modo desparejo por países. De acuerdo al informe, los tres principales receptores de préstamos chinos son al mismo tiempo los tres grandes socios del Mercosur: Venezuela, Brasil y Argentina han captado 82% del total. Sin embargo, no hay ningún crédito concedido a otro miembro del bloque, Paraguay, que carece de relaciones diplomáticas con China y sí las tiene con Taiwán. Y en la lista de 15 países latinoamericanos que han recibido financiamiento chino, Uruguay figura en el último lugar por monto otorgado, con un solo crédito de US$10 millones concedido por el BDC en 2010 para el desarrollo de pequeñas y medianas empresas.

    Nada indica que esta tendencia se vaya a revertir bruscamente. De hecho, China anunció en enero que ampliará su cooperación con América Latina y en 10 años invertirá US$250.000 millones. Gran parte de los préstamos de Pekín van destinados a proyectos de infraestructura, energía y minería. Y en tiempos en que la región ve desacelerar su economía, siente la baja en el precio de materias primas y es menos atractiva para el financiamiento externo, el dinero de China puede ser de gran ayuda por ejemplo para mejorar su vetusta infraestructura. “No podía haber venido en un momento mejor”, sostuvo Kevin Gallagher, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Boston y coautor del estudio.

    Según explicó, el interés de la República Popular detrás de sus préstamos a Latinoamérica va más allá del apetito por materias primas y recursos naturales. Pekín también aspira a diversificar sus reservas, permitir que sus grandes empresas tengan oportunidades en otras regiones y crear una arquitectura financiera alternativa, en la que el BDC también cumple una misión importante aparte de las instituciones que apuntala en el club BRICS de potencias emergentes (que integra junto con Brasil, Rusia, India y Sudáfrica).

    Sin embargo, la idea de que América Latina es un nuevo y auténtico El Dorado para las inversiones chinas comenzó a enfrentar obstáculos reales. Gallagher señaló que en el país asiático parecen estar descubriendo los riesgos de exponerse demasiado en lugares como Venezuela, un país que ahora pasa graves problemas económicos y tensiones políticas al que los chinos han destinado casi la mitad de sus préstamos para Latinoamérica: US$56.300 millones. “Están empezando a preocuparse”, dijo Gallagher a Búsqueda.

    “Los deberes”

    El especialista indicó que una señal de esa creciente inquietud china surgió en enero cuando Maduro y su par ecuatoriano, Rafael Correa, visitaron Pekín en busca de fondos. Correa obtuvo préstamos por US$7.500 millones, pero las autoridades chinas fueron reacias a aumentar el financiamiento a la urgida Venezuela. Una versión que circuló en esos días es que le propusieron a Maduro quedarse con Las Cristinas a cambio del favor, pero esto lógicamente nunca tuvo confirmación oficial.

    China ha evitado que sus préstamos a América Latina lleguen con condiciones que suelen plantear organismos multilaterales de Occidente, como austeridad fiscal o liberalización comercial. Tampoco ha puesto atención en los antecedentes de malos pagadores que tienen países como Argentina o Ecuador. Pero la República Popular ha establecido otras exigencias, como por ejemplo que buena parte de sus créditos a la región estén respaldados por compromisos de entrega de productos básicos, lo que para la región amplía el riesgo de seguir dependiendo casi exclusivamente de la venta de materias primas.

    Así, los préstamos a Venezuela han llegado a cambio de petróleo: se estima que Caracas envía cerca de 600.000 barriles diarios de crudo al país asiático. El problema es que esa cantidad tiende a aumentar con el desplome del precio del petróleo, mientras el encarecimiento del dólar (moneda en la que están denominadas las deudas con China) hace que los países de la región destinen cada vez más divisas locales o materias primas para cumplir sus compromisos con Pekín.

    En el caso de Argentina, los préstamos que han llegado desde China en los últimos años ascienden a US$19.000 millones. Gallagher advirtió que esa cifra excluye los US$11.000 millones que el país asiático facilitó el año pasado a Buenos Aires para canje de monedas, de los cuales las autoridades argentinas ya han echado mano a unos US$1.000 millones para apuntalar el peso. Sin embargo, también en este país los inversores chinos enfrentan el riesgo de que sus apuestas se vean afectadas por la dilatada disputa por la deuda impaga de argentina.

    “Si miras a los países que reciben la mayor cantidad de dinero, son los que tienen problemas en colectar dinero en mercados internacionales de capital. Uruguay tiene antecedentes claros de prudencia fiscal, una economía fuerte y responsabilidad. Entonces puede tener dinero barato y no precisa necesariamente el financiamiento chino”, dijo Gallagher, que también es coautor (junto al uruguayo Roberto Porzecanski) del libro El dragón en el cuarto: China y el futuro de la industrialización latinoamericana.

    Sin embargo, sostuvo que la situación de países como Venezuela o Argentina debería encender señales de alarma para Pekín. “China quiere ser parte de un sistema financiero diferente. Por un lado eso tiene méritos, pero por el otro es muy experimental y están expuestos a cometer errores. Esperemos que hagan los deberes en Argentina y Venezuela”, concluyó.

    Fuera de Fronteras
    2015-03-05T00:00:00