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En un país rural por excelencia, con millones de hectáreas de campo, se cosecha soja, maíz, vegetales y también arroz. Son productos que en general se exportan y generan riqueza, pero, como contrapartida, en cada cosecha quedan residuos a los que no se les da ningún uso. Un ejemplo de ello es la cáscara de arroz.
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De ese desecho particular, un grupo de investigadores del Instituto Pasteur y de la Facultad de Química de la Universidad de la República (Udelar) descubrió que podían extraerse unos compuestos con un gran potencial para transformarse en medicamentos que contribuyan a tratar enfermedades inflamatorias.
La actividad antinflamatoria de esos compuestos fue objeto de estudio científico en los últimos años. No se trata de curar o aliviar una hinchazón que queda visible a partir de un golpe, sino de atacar enfermedades que provocan inflamaciones a nivel sistémico, no detectables a simple vista. Dentro del amplio grupo de enfermedades inflamatorias se encuentran, por ejemplo, algunas cardiovasculares, la hipertensión e incluso el cáncer.
Hace unas dos semanas, la agencia de comunicación científica Axón publicó en YouTube una serie de videos para difundir “la ciencia que se hace en Uruguay” a partir de proyectos contados en primera persona. En uno de esos videos, el investigador del Pasteur y la Facultad de Química Williams Porcal explica que “usando procesos químicos se pueden extraer y emplear azúcares simples”, que sirven para elaborar “desde combustibles hasta medicamentos”. De esos azúcares se extraen los compuestos llamados “ácidos grasos de furano”, que, según detalla el investigador, “son sustancias naturales presentes en algunas especies vegetales y también en el hígado de peces”.
Se trata de un proyecto de doble impacto, en la salud y en el ambiente, porque utiliza elementos naturales con fines médicos. No solo se reutiliza algo que de otra forma se descartaría, sino que se le da un tratamiento a través de un proceso químico “verde”, es decir, que no contamina.
Además de su función antinflamatoria, los investigadores realizaron pruebas de la capacidad antitumoral de estos compuestos. “Hemos obtenido valores muy prometedores de su potencial en distintos tipos de tumores”, aseguró Porcal a Búsqueda.
El éxito del proyecto, que sigue recibiendo financiamiento, ahora de la Udelar, “fue la combinación de conocimientos previos y vincular un poco todo desde el inicio, la biomasa o algún residuo existente en nuestro país con el tratamiento de una patología determinada”, dijo el investigador.
El proceso de extracción de azúcares simples a partir de la cáscara de arroz es algo “fácil y accesible”, según Porcal. Esto representa, además, una oportunidad tentadora en los costos para la industria farmacéutica. “Pocos pasos para obtener estos compuestos finales, que sean escalables y que sean con procesos que son verdes, es decir, amigables con el medio ambiente. Son varias ventajas o beneficios”, resaltó.
El grupo de investigadores del instituto científico y la Udelar tiene ya varios años de experiencia en el estudio de la llamada “química verde”. En 2017 obtuvieron el financiamiento del Fondo Clemente Estable de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y, desde entonces, su objeto de estudio es la biomasa, un concepto amplio que abarca toda sustancia orgánica de origen biológico. Los investigadores conocían experiencias de “biorrefinería” a escala mundial, un proceso similar al que se realiza con el petróleo para obtener combustibles pero a partir de la biomasa. “Lo que no estaba explorado era usar estas materias primas (como la cáscara de arroz) para la obtención de posibles medicamentos”, explicó Porcal.
La asociación entre el Instituto Pasteur y la Facultad de Química de la Udelar surgió alrededor de 2016 y, desde entonces, sus miembros desarrollaron varios compuestos de biomedicina. Además, lograron patentar algunos de ellos. Porcal contó a Búsqueda que uno en particular está comenzando sus estudios de fase clínica en humanos en Australia, algo que significa “un hito o un punto de inflexión en lo que es investigación farmacológica o farmacéutica en el país”. “A partir de esa base, seguimos desarrollando moléculas parecidas. En este caso, a través de compuestos que se obtienen de la biomasa. Seguimos el camino del grupo esperando obtener compuestos similares o mejores”, añadió.