El conteo se basó en datos del Directorio de Empresas elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, que se nutre de información proveniente de registros del Banco de Previsión Social (BPS) y de la Dirección General Impositiva. Por tanto, la base alcanza fundamentalmente a los sectores de industria, comercio y servicios y no incluye a firmas contribuyentes al BPS en los regímenes especiales de construcción, servicio doméstico, servicios profesionales, rural y civil ni contribuyentes a las cajas paraestatales. Ese directorio considera como activas a empresas que hayan tenido actividad durante al menos un trimestre del año de referencia, independientemente de su situación al cierre del año calendario.
Tamaños
Por su dimensión según el decreto que las clasifica teniendo en cuenta la cantidad de empleados y facturación, en 2020 el 85,2% eran microempresas (hasta cuatro dependientes y ventas anuales de no más de 2 millones de unidades indexadas, equivalentes a unos US$ 250.000 en la actualidad). Sumando a las pequeñas (12%) y las medianas (2,4%), las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) representaban el 99,6% del total de las firmas activas del país.
Esa muy alta participación de las mipymes en el universo empresarial no es una particularidad de Uruguay. “En todas las economías del mundo las mipymes cumplen un rol fundamental en el tejido productivo” y siguiendo el criterio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, en Europa, en promedio, son el 99,8%. La estructura es similar en países de la región.
El crecimiento ininterrumpido en el número total de empresas activas en Uruguay se explicó, fundamentalmente, por el aumento de las micro: en 2019 había 54.000 más que en 2008, un incremento total levemente superior a 50% en ese lapso. A su vez, la cantidad de firmas pequeñas tuvo un aumento de 15%, en tanto las medianas y grandes empresas crecieron en torno a 27%.
Esas diferencias en las tasas de aumento produjeron cambios en la estructura empresarial del país: las firmas micro pasaron de representar el 80% del total en 2008 a ser 85,2% en 2020.
Para la Ande, “el marcado incremento del número de empresas en el país, impulsado por la dinámica de las microempresas, parece inicialmente más ligado a la evolución del ciclo económico que a la hipótesis” planteada en 1978 por Robert Lucas, en el sentido de que los costos de oportunidad del trabajo asalariado (“por cuenta ajena”) son un factor determinante de la decisión de iniciar un negocio propio. Así, según ese economista estadounidense de la Universidad de Chicago, en la medida en que las opciones de trabajo dependiente ofrezcan niveles salariales relativamente bajos, mayores serán los incentivos para iniciar un negocio por cuenta propia.
La agencia argumenta que entre 2008 y 2014 la tasa neta de creación de empresas, si bien decreciente, se ubicó en “altos niveles, alcanzando un promedio de 4,3% anual”, al mismo tiempo que en esos años se verificó una caída del desempleo y un incremento sostenido del salario real del sector privado.
Sectores
En todos los grandes sectores de actividad se expandió el número de empresas activas respecto a 2008, si bien el de servicios fue el más dinámico (aumento superior a 50%), seguido por el comercio (40%).
La Ande constató una alta concentración de mipymes en el sector terciario o de servicios (89,9% en 2020). Las industrias manufactureras representaron el 9,1% del total de empresas, mientras que las actividades primarias, como el agro, eran el 1%.
Respecto de ese último sector, el estudio apunta un dato, aunque sin profundizar en las posibles explicaciones. En el período 2008-2016 la cantidad de empresas de la actividad primaria se expandió “considerablemente (aumento de 30%)”, pero al final del período analizado disminuyó “significativamente”.
Con otra clasificación que permite una visualización con más detalle (CIIU Rev. 4), la Ande destacó la relevancia del “comercio al por mayor y menor y reparación de vehículos”: en 2020 era una de cada tres empresas activas del país. Le siguen en cantidad de firmas el sector de transporte y almacenamiento (11,2%) y la industria manufacturera (9,1%).
Por otro lado, el análisis apunta que una de cada cinco empresas grandes del país realiza actividad fabril. Según al Ande, eso está asociado a la existencia de tecnologías productivas que presentan economías de escala más relevantes, con la consiguiente mayor escala mínima eficiente, así como una mayor intensidad en el uso del factor capital.
Con la clasificación CIIU Rev. 4, las empresas de la agrupación “Actividades administrativas y servicios de apoyo” fueron las que más crecieron en términos netos desde 2008 (193%). Solo “Suministro de agua y saneamiento” mostró una baja (–44,2%); se trata de un sector con amplia “presencia de empresas públicas y fuertemente regulado”, con una participación relativa muy marginal en el total (667 firmas en 2020).
Forma jurídica
Siete de cada 10 empresas en Uruguay son unipersonales (72%) y esa proporción es mayor entre las mipymes, que llegan a 77%. Es la forma jurídica más simple, donde el titular es su único dueño, recayendo sobre él los derechos y las obligaciones. Además, no fija límites de capital para el inicio de la actividad, ni de facturación o contratación de dependientes. Por esas características, es de las figuras que impone menor costo de constitución y liquidación.
Otras formas jurídicas utilizadas por las microempresas son las sociedades de responsabilidad limitada —S.R.L.— (11%) y las sociedades de hecho (7%), apropiadas cuando el titular es más de uno y también por su relativamente bajo costo de constitución y cierre. Solo el 3% de las mipymes son sociedades anónimas (S.A.).
A su vez, si bien el peso relativo de las sociedades por acciones simplificadas (SAS) es reducido en términos relativos (1%), en el 2020 había 1.484 empresas activas con esta naturaleza jurídica creada en 2019 como híbrido entre la S.A. y la S.R.L.
Territorio
En un contexto de crecimiento poblacional prácticamente estancado en todo el país, hubo un crecimiento sostenido de la tasa de empresarialidad a escala nacional, pero particularmente relevante en el interior, subraya la Ande. En 2020 ese indicador permaneció en valores superiores en la capital (6,6) respecto al promedio del interior (4,7). No obstante, el crecimiento de la cantidad de empresas fuera de Montevideo propició una reducción de la brecha y la tasa en el interior pasó a ser el 69% de la observada en la capital (frente a 59% en 2008).
La agencia acota que estas tasas de empresarialidad se encuentran muy ligadas al grado de desarrollo económico local, así como de complejidad de la actividad productiva de cada región, además del nivel de informalidad en las distintas economías departamentales.
En cuanto a su distribución territorial, tal como sucede con la población del país, se destaca una fuerte concentración de las empresas en la capital (Montevideo, 48,1%). En el interior, los departamentos con mayor empresas son Canelones (12%), Maldonado (7%) y Colonia (4%).
El análisis presenta un indicador o “tasa de empresarialidad” que relaciona el número de firmas activas con la población total de cada departamento. Sobresalen Maldonado (6,79 empresas activas con relación a su población), Montevideo (6,63), Colonia (6,32) y Rocha (5,86).
Los departamentos norteños —Salto, Artigas, Rivera y Cerro Largo— tienen las menores tasas, cercanas a la mitad de los registrados en los sureños (donde la excepción es Canelones, que presenta una tasa “curiosamente baja”).
El análisis de la Ande se cierra afirmando que “es necesario continuar realizando esfuerzos por profundizar en el conocimiento de la dinámica empresarial del país, en la identificación de sus principales características y en el análisis de sus determinantes. Los resultados que se vayan obteniendo serán insumos muy relevantes para el diseño de instrumentos de política de desarrollo productivo con foco en mipymes”, de la que la propia agenda se presenta como una ejecutora clave.