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Consejo Fiscal Asesor al Ministerio de Economía: cambiar metas puede afectar más la credibilidad que admitir un desvío
Si bien resaltó el cumplimiento, otra vez, de los pilares de la regla fiscal, el órgano independiente afirmó que los “costos” de credibilidad por cambiar las metas pueden ser mayores a los eventuales desvíos transitorios
Reunión de autoridades del MEF con el Consejo Fiscal Asesor, pocos días antes de divulgarse el informe. Foto: MEF
Si bien el Consejo Fiscal Asesor (CFA) valoró positivamente el cumplimiento en 2023 de la regla fiscal por cuarto año consecutivo en los tres pilares, en su informe del 29 de febrero también hizo varios señalamientos al gobierno, algunos en línea con los realizados por actores de la oposición política.
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El año pasado el déficit “estructural” —dejando de lado factores cíclicos y extraordinarios— del gobierno central y el Banco de Previsión Social fue equivalente a 2,7% del Producto Interno Bruto (PIB), el gasto real de esa parte del sector público bajó 0,4% y el endeudamiento creció US$ 2.424 millones, utilizando el 34% de lo permitido por la cláusula de salvaguarda aplicada en ocasión de la emergencia hídrica, todo dentro de las metas definidas en la regla. Para 2024 el Ministerio de Economía (MEF) modificó el primero de esos pilares y llevó la meta de resultado estructural de 2,6% a 2,9% del PIB, alegando una menor inflación esperada respecto al escenario trazado en la última Rendición de Cuentas y su impacto negativo en la recaudación nominal, un “efecto no capturado en la metodología de cálculo”, según el informe.
El CFA —integrado por los economistas independientes Alfonso Capurro, Ana Fostel y Jorge Roldós— considera que, “más allá de la pertinencia de los argumentos utilizados por parte del MEF para fundamentar el cambio en la meta de resultado fiscal estructural, esta modificación puede constituir una señal negativa con potenciales daños a la credibilidad de la institucionalidad fiscal. Si bien existe un trade off entre cambiar una meta ex ante y su incumplimiento ex post, el CFA entiende que los costos de cambiar la meta pueden ser mayores a eventuales (y poco frecuentes) desvíos transitorios de la meta original que puedan verificarse ex post (en las instancias de cierre fiscal y Rendición de Cuentas). Esto último, en la medida en que se expliciten sus causas, así como los mecanismos de convergencia necesarios para retomar la senda trazada. Se entiende que existe una oportunidad de mejora en el marco legal respecto a los criterios para modificar las metas”, así como la distinción entre “metas y proyecciones, algo que no está estipulado en la normativa vigente”.
El precandidato por el Frente Amplio Mario Bergara y algunos economistas de su entorno habían cuestionado al equipo económico por entender que hubo metas cumplidas en 2023 porque se “corrió el arco”, cambiando objetivos. La directora de Política Económica del MEF, Marcela Bensión, respondió en Búsqueda y aseguró que “no se corrió el arco. En el Presupuesto (el déficit estructural) era de 2,7%, pero a medida que vamos ajustando, vamos bajando o vamos subiendo. ¿Pero comentamos solo cuando sube pero no cuando baja? Este es el tipo de comentario que, amparado en un aspecto técnico, tiene una clara intencionalidad política”.
Ayer, miércoles 7, el presidente Luis Lacalle Pou, dijo que su gobierno no conseguirá bajar el déficit fiscal corriente a 2,5% al final del período. “No vamos a poder cumplir. Porque se nos fue la moto en la pandemia. Naturalmente se nos fue la moto. Ahora, vamos a tener un déficit sensiblemente más bajo que antes de la pandemia”, aseguró en Radio Universal.
“Anclas” y la elección
Por otro lado, los consejeros opinaron que las metas de resultado estructural tendrían que “operar como anclas de mediano plazo y deberían definirse en base a objetivos de sostenibilidad fiscal. En este sentido, si bien se han registrado trayectorias decrecientes del déficit estructural primario hacia el eje de 0,3% del PIB, ello no asegura que la posición fiscal actual sea holgada y consistente con una trayectoria de sostenibilidad de la deuda en el mediano plazo; máxime en un ciclo de tasas de interés internacionales elevadas en perspectiva histórica y con un grado de incertidumbre mayor a nivel global, así como tras una década de crecimiento doméstico promedio (en torno al 1%) por debajo del potencial. Se reafirma, de esta manera, la importancia de converger hacia un balance fiscal con superávit primario estructural y realizar los esfuerzos para continuar la senda de consolidación necesaria”.
El CFA también advirtió “riesgos de cumplimiento de las metas” este año, “dado el acotado margen de maniobra por la rigidez de muchas de las partidas del gasto y la incertidumbre asociada al comportamiento de la recaudación”. También el déficit efectivo podría ser mayor al previsto. “En particular —agregó—, las estimaciones ex ante sugieren un margen de maniobra muy reducido para absorber shocks adicionales sobre el resultado fiscal efectivo, la inflación y/o el tipo de cambio nominal, elementos que podrían tensionar el cumplimiento del pilar” relativo al tope de endeudamiento neto, sobre todo en un año en el que no se “avizoran elementos que justifiquen invocar nuevamente la cláusula de salvaguarda que permite incrementar el tope”. Esto, según los consejeros, “obliga a mantener el criterio de prudencia en el manejo de los ingresos y gastos estructurales”.
“De cara al 2024, la regla y el manejo fiscal enfrentarán una prueba de madurez adicional, dada la evidencia histórica respecto al manejo discrecional de las finanzas públicas durante los ciclos electorales”, agregó, aludiendo un factor que ya había señalado en informes anteriores.
El mismo día en que se presentó el informe, el MEF divulgó las cifras fiscales a enero: hubo un ligero aumento del déficit corriente —no el estructural, que es el asociado a la regla— al equivalente a 3,7% del PIB si se excluyen los ingresos por los “cincuentones”.