Actualmente la economía enfrenta una tensión entre empleo y salarios —cantidad y precio— que llega hasta los Consejos de Salarios, una discusión en interacción con otras variables, como la inflación.
Actualmente la economía enfrenta una tensión entre empleo y salarios —cantidad y precio— que llega hasta los Consejos de Salarios, una discusión en interacción con otras variables, como la inflación.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn las sucesivas rondas se fueron alterando la duración de los convenios, la periodicidad de los ajustes, el nivel de mejora del poder de compra de las remuneraciones, así como su grado de indexación. Pero más allá de esos cambios, la negociación salarial colectiva hizo persistente el “proceso inflacionario”, dificultando el propósito de encauzar el alza de los precios a los niveles deseados por las autoridades económicas.
Eso interpretan tres economistas del Banco Central (BCU) en Consejos de Salarios y su utilidad como instrumento de proyección de la inflación, un documento de trabajo de ese organismo. El foco de su análisis lo ponen en un Índice de Consejos de Salarios (ICS).
Como introducción conceptual, el estudio indica que los salarios juegan un rol central en el proceso de formación de precios de las empresas desde dos perspectivas: al ser parte de su ecuación de costos y por operar como un componente importante de la demanda agregada, al constituir la principal fuente de ingreso de la mayoría de los hogares. Estos efectos son incorporados en varios modelos de proyección que utiliza el Área de Política Monetaria del BCU.
Desde 2005 la evolución de los salarios ha estado “marcada” por la negociación colectiva, que fue reinstalada con el primer gobierno del Frente Amplio, señala.
La duración de los convenios, con el correr de las rondas, se fue extendiendo de un año en la primera a entre dos y tres (y en algunos casos más en las últimas). En forma simétrica aumentó el porcentaje de acuerdos que ajusta por períodos semestrales (pasó de 40% a 90% en las dos últimas rondas, respectivamente).
Otro de los cambios relevantes fue la implementación de ajustes nominales, incorporados en prácticamente todos los convenios firmados. Anteriormente, la amplia mayoría acordaba la parte real (por encima de la inflación) a partir de variables exógenas establecidas por cada convenio. Desde la perspectiva de la indexación salarial, ambos cambios tienen efectos contrarios, en la medida que la mayor frecuencia de ajustes aumenta la indexación, mientras que los ajustes nominales y los correctivos menos frecuentes la reducen.
En relación con los indicadores para ajustar la inflación, mientras en las primeras rondas era común que se empleara la encuesta de expectativas de los analistas publicada por el BCU, en las siguientes el Poder Ejecutivo puso más énfasis en que la referencia fuera la meta gubernamental; eso fue incorporado para la mayor parte de la masa salarial, hasta la última ronda que toma los ajustes nominales por todo concepto.
A lo largo del tiempo (y las rondas) las “reglas de juego” en la fijación de los salarios se han ido modificando, resume el documento. Además, previo a la reinstalación de los Consejos los ajustes no se hacían de forma sincronizada, ni siempre en los mismos meses de cada año; luego de 2005 se empezó a ver una estacionalidad más fuerte, con enero y julio como meses para aplicar los incrementos salariales.
“El crecimiento salarial durante las primeras rondas de negociación jugó un rol relevante en la aceleración de los precios, en la medida que los aumentos eran claramente superiores a la inflación vigente, llevando a que el salario real aumentara por encima de la productividad”, afirma el documento de trabajo. Agrega que los costos laborales nominales unitarios, junto al dinamismo de la demanda agregada, “constituyeron una de las principales presiones inflacionarias a partir de la segunda ronda de negociación” y llevaron a los precios de los bienes y servicios no transables internacionalmente a crecer a tasas mayores a 10%.
Por otro lado, las demoras entre el vencimiento de un acuerdo y la firma del siguiente, provoca una disminución del crecimiento interanual de los salarios al término de una ronda y una variación inusualmente elevada al principio de la siguiente. Esto sucede porque el ajuste inicial del convenio se otorga unos meses más tarde, lo que lleva, por ejemplo, a que la variación interanual de los salarios incorpore el equivalente a tres ajustes semestrales un año más tarde. Lo que tiene consecuencias en el fenómeno inflacionario en la medida que la presión sobre los precios no transables tiende a disminuir mientras se sustancian las negociaciones y a incrementarse cuando se empiezan a aplicar los acuerdos. “Entender este fenómeno permite realizar un diagnóstico más claro de los movimientos de la inflación subyacente”, remarca el documento del BCU.
Del mismo modo, la generalización de los correctivos por inflación “contribuyó a darle mayor persistencia a los diferentes shocks inflacionarios, aumentando la inercia del proceso”. Pero la aprobación en la sexta ronda salarial de aumentos nominales con correctivos menos frecuentes “podría contribuir a disminuir la persistencia de la inflación y a consolidarla dentro del rango meta”, estiman los economistas.
En suma, advierten que la negociación colectiva “ha llevado a que el proceso inflacionario tenga una alta persistencia y ha configurado una fuerte presión al alza en la inflación no transable. Ambos fenómenos han dificultado el accionar de la política monetaria”.
Las proyecciones de crecimiento salarial que surgen del ICS incorporan factores “transitorios”, relacionados con la dinámica de los Consejos de Salarios, junto con otros más “estructurales”, que inciden en la fijación de los sueldos (como las estimaciones del Producto Bruto Interno y el empleo).
Ello hace del índice un instrumento especialmente apto para la proyección de la evolución de las remuneraciones tanto a corto como mediano plazo, según los autores. Se halló una “muy buena” capacidad predictiva del índice —testeada hasta ocho trimestres hacia delante—, al menos en comparación con otras proyecciones disponibles. Admiten, sin embargo, que el ICS podría tener un sesgo a subestimar el crecimiento efectivo de los salarios en la medida que los convenios establecen ajustes mínimos y eventualmente también niveles mínimos de remuneraciones. “Las presiones en el mercado de trabajo podrían impulsar a las empresas a otorgar aumentos por encima de lo previsto en los convenios”, si bien el sesgo de los errores detectado no es relevante.