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En las obras de construcción de torres de apartamentos que se levantan en Montevideo y Punta del Este los obreros prácticamente dejaron de usar la tradicional carretilla para trasladar materiales y ahora lo hacen con un minicargador mecánico. También el encofrado de madera está siendo sustituido por moldes metálicos importados, los ticholos o ladrillos cerámicos se suplantan por tabiques de yeso con material aislante y las piezas prefabricadas son de uso cada vez más frecuente. Los nuevos equipos y tecnologías en general son adoptados por las empresas del sector persiguiendo un propósito central: aumentar la productividad reduciendo la cantidad de personal abocado a esas tareas y disminuyendo los tiempos de construcción, de modo de abatir la “muy importante” incidencia de la mano de obra en el costo final de las obras.
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En parte como consecuencia de varios años con ajustes de sueldos de dos dígitos en el sector, la mano de obra representa actualmente 40% del costo del metro cuadrado en el caso de los desarrollos inmobiliarios.
El costo global de la construcción en mayo pasado fue 14,2% superior que en el mismo mes de 2011, según un índice que difunde el Instituto Nacional de Estadística. Mientras que los materiales y los “gastos generales” se encarecieron en torno a 11% en ese período, la mano de obra lo hizo 17,5%. Sólo en el caso de las torres de 10 pisos con ascensor el costo laboral aumentó algo más que ese promedio (17,7%).
Tecnificar es “la clave”.
“Tenemos salarios muy altos, pero vamos a tener menos trabajo. La única salida es mejorar la productividad por el lado de la tecnología, incorporación de técnicas y formas de trabajo más eficientes”, señaló a Búsqueda Eduardo Campiglia, director de Campiglia Construcciones.
Explicó que el costo de la mano de obra registró un “salto muy grande” el año pasado. Opinó que “en la medida que el sindicato siga pidiendo y consiguiendo, se acorta el ciclo y se pierde la posibilidad de construir en niveles más baratos”, como los que a su juicio se necesitan para incrementar la cantidad de viviendas denominadas de “interés social”, puesto que el mercado de propiedades destinado a sectores de mayor nivel socioeconómico está satisfecho.
En la misma línea, el socio de Atijas Casal Arquitectos José María Casal señaló que el aumento “muy importante” del costo de la construcción tiene varios impactos negativos. Entre ellos mencionó que las empresas relegan margen de rentabilidad porque trasladar dicho incremento al precio “tiene un tope”, ya que el “metro cuadrado vendible no es ilimitado”.
Agregó que, en ese marco, “se tienden a hacer apartamentos más pequeños” para viabilizar las ventas.
Contó que el área estándar de un apartamento de dos dormitorios hace algunos años podía ser de entre 80 y 100 metros cuadrados, y hoy tiende a una superficie de 50 metros cuadrados en un desarrollo de tipo medio o económico.
El empresario consideró “altísima” la incidencia del costo laboral en el total. Detalló que para una construcción de buena categoría, el “costo duro” se ubica en torno a los U$S 2.250 por metro cuadrado y 40% corresponde a mano de obra. A eso se deben adicionar los aportes por leyes sociales (82% del costo de la mano de obra).
En tanto, el director y gerente general de Teyma, Brandon Kaufman, señaló que, en promedio, por convenio colectivo los salarios aumentaron 18% en noviembre de 2010 y lo hicieron 17% en octubre de 2011, mientras que para octubre próximo se prevé un incremento promedio cercano a 15%.
Indicó que con estos costos “tan altos” y “pese a los esfuerzos de ajustar el presupuesto de las obras a las posibilidades de algunos proyectos”, ya se ha “visto cómo los inversores terminan cuestionándose si llevarlos adelante o no en nuestro país, pese a todas las bondades que valoran de establecerse aquí”.
Por la creciente significación del costo asociado al personal, las empresas consultadas vienen implementando la tecnificación de las herramientas y las formas de trabajo. Es que la productividad de la mano de obra cayó en los últimos años, según afirman los ejecutivos, en parte porque, ante la escasez de obreros en relación a las necesidades, se incorporó a la industria mucho personal poco calificado.
Kaufman se refirió a la adopción de “nuevas tecnologías y equipos” e indicó que para que sean “redituables deben mostrar claramente una reducción de costos, con procesos más eficientes”. Eso requiere que al mismo tiempo se procese una mayor capacitación del trabajador, agregó.
Comentó que la productividad ante el incentivo salarial no ha mejorado “sino bajado. Y esto no es sostenible, no hace más que contribuir a una desaceleración o incluso a una recesión” en el sector.
Casal dijo que a las constructoras que contratan les exigen “aumentos de productividad a través de la compra de maquinaria, porque la tecnificación es la clave”.
Agregó que Atijas acaba de hacer una compra “importantísima” de encofrados alemanes, que son moldes metálicos que se colocan mediante una grúa y luego se van trasladando piso a piso. Contrastó esa técnica con los encofrados tradicionales que se arman con tablas de pino y se soportan con puntales de eucaliptus o los que se instalan con “chapones” grandes que luego se reutilizan.
Dijo que en cada obra de esa constructora se están instalando dos grúas, en lugar de una, considera cada vez más emplear las piezas de hormigón que se prefabrican en talleres, se trasladan en camión y se colocan en la estructura que se levanta.
También los tabiques de yeso o drywall se utilizan cada vez más, especialmente en la edificación de torres en Punta del Este. Agregó que ese sistema “es tan válido como la mampostería tradicional”, aunque en Uruguay no está tan desarrollado y que el mismo lleva menos horas de trabajo manual y por tanto disminuye la incidencia del costo de la fuerza laboral. Explicó que el aislamiento acústico interior que se realiza entre dos tabiques de yeso es con “pasta de celulosa proyectada”, que le da más rigidez a la pared y hace que no “suene tan hueca”.
Afirmó que este año se aprobó para los desarrollos en Punta del Este que los “muros divisorios” entre las unidades de un mismo edificio se puedan realizar con ese material.
Campiglia, en tanto, opinó que se ha demorado mucho en incorporar los tabiques de yeso, y afirmó que su uso “empieza a ser muy interesante” en torres con más de 15 o 20 pisos de altura, porque “baja el costo estructural”, además de “gastar menos en mano de obra”.
También se refirió al sistema canadiense de encofrados de aluminio, que permite “desencofrar” muchos metros cuadrados a la vez con la operación humana desde una grúa y en menos tiempo.
El ejecutivo destacó el empleo de otros equipamientos. “Antes los materiales se movían horizontalmente a carretilla, que hoy casi no se ven en las obras”, ya que ahora los traslados se realizan con minicargadores, un pequeño tractor con una pala de medio metro cúbico de capacidad. De esa forma, el “desplazamiento se vuelve mecánico y no a fuerza de humano”, ilustró.